LA HEMOFILIA. PERCY ZAPATA MENDO.
LA HEMOFILIA.
La hemofilia es un trastorno hemorrágico poco común en el que
la sangre no se coagula normalmente.
Si usted padece de hemofilia, cuando tenga una herida puede
sangrar más tiempo que las personas que no tienen esta enfermedad. También
puede tener sangrado dentro del cuerpo (sangrado interno), especialmente en las
rodillas, los tobillos y los codos. Este sangrado puede lesionar los órganos y
tejidos y poner la vida en peligro.
1.- Generalidades
Por lo general, la hemofilia es hereditaria. El término
"hereditario" significa que el trastorno se transmite de padres a
hijos a través de genes.
Las personas que nacen con hemofilia carecen de un factor de
coagulación o lo tienen en baja cantidad. Los factores de coagulación son
proteínas necesarias para la coagulación normal de la sangre. Existen varios
tipos de factores de coagulación. Estos factores actúan con las plaquetas para
coagular la sangre.
Las plaquetas son fragmentos pequeños de células de la sangre
que se forman en la médula ósea (un tejido esponjoso que se encuentra en el
interior de los huesos). Las plaquetas desempeñan un papel importante en la
coagulación de la sangre. Cuando los vasos sanguíneos se lesionan, los factores
de coagulación ayudan a que las plaquetas se adhieran unas a otras para taponar
las heridas y los vasos sanguíneos rotos. Así se detiene el sangrado.
Los dos tipos principales de hemofilia son la A y la B. En la
hemofilia A, el factor VIII (8) de coagulación está ausente o en concentración
baja. Cerca de 9 de cada 10 personas que sufren hemofilia tienen el tipo A. En
la hemofilia B, el factor IX (9) de coagulación está ausente o en concentración
baja.
En raras ocasiones la hemofilia puede ser adquirida. El
término "adquirido" significa que la persona no nace con el trastorno
sino que este se presenta durante la vida. Esto puede suceder si el organismo
forma anticuerpos (un tipo de proteínas) que atacan los factores de coagulación
de la sangre. Los anticuerpos pueden impedir que los factores de coagulación
realicen su función.
2.- Perspectivas
La hemofilia puede ser leve, moderada o grave, según la
cantidad de factor de coagulación que haya en la sangre. Aproximadamente 7 de
cada 10 personas que tienen hemofilia A sufren la forma grave de este
trastorno.
En las personas que no tienen hemofilia, el factor VIII tiene
una actividad del 100 por ciento. En quienes sufren hemofilia grave, el factor
VIII tiene una actividad inferior al 1 por ciento.
Por lo general, la hemofilia se presenta en los varones (con
raras excepciones). Cada año nace aproximadamente un niño hemofílico por cada
5,000 niños varones.
3.- Historia
Los orígenes de la hemofilia se remontan probablemente al
periodo Cretácico. Esta enfermedad hereditaria se presenta, al menos, en tres
órdenes de mamíferos placentarios, diferenciados hace aproximadamente 65
millones de años: Perissodactyla (ungulados de dedo impar), Carnívora y
Primates, hallándose descrita particularmente en caballos, perros y humanos.
Esta alteración, letal en estado salvaje, ha debido de aparecer de forma
recurrente.
En lo que hace referencia a su historia, escritos de siglos
antes de Cristo, revelan que los rabinos habían detectado que algunos varones,
que al ser circuncidados sangraban en exceso, provenían de familias
determinadas. En el siglo II d.C, Yehuda ha Nasi, eximía de la circuncisión al
tercer varón si dos de sus hermanos mayores habían muerto o padecido severas
hemorragias después de ellas, mientras Simón Ben Gamaliel exceptuó de esta
práctica a un niño ya que los hijos de sus tres tías maternas habían fallecido
luego de sobrellevarla.
Entre los siglos X y XIII, dos médicos cordobeses: el árabe
Albucasis o Albucasin (Abul-Qasim Khakaf ibn al Abbas al Zahravi) y el judío
Maimónides (Moshé ben Maimón o Musa ibn Maymun) escribieron sobre la hemofilia,
reseñando el último de ellos, en sus tratados “Guía para la perplejidad” y
“Mishneh Torah”, que eran las madres quienes la trasmitían a su descendencia
masculina, estableciendo que si una mujer tenía hijos con esta alteración
hemorrágica y se volvía a casar, ninguno de sus nuevos descendientes varones
debían ser circuncidados. Sin embargo, Maimónides pensaba erróneamente que la
enfermedad sanaba con la edad.
En el siglo XVI existe una referencia a esta patología en
Europa merced a Alejandro Benedicto, en el siglo XVIII se encuentran
descripciones de la misma (Zoll en 1791, Consbruch en 1793 y Rave en 1796) y la
primera mención a su carácter ligado al sexo corresponde al médico
estadounidense John Conrad Otto a principios del siglo XVIII (1803) quien, no
sólo reconoció que el problema era hereditario, afectaba primordialmente a
varones y era trasmitido por mujeres sanas, sino que trazó retrospectivamente
su línea de trasmisión hasta una mujer radicada cerca de Plymouth. Junto a él,
ampliaron el horizonte histórico los aportes hechos a fines del mismo siglo por
el británico William Hunter, quien demostró que era el plasma, y no los
eritrocitos, el responsable de la coagulación, y a fines de la centuria XIX por
el cirujano ortopedista alemán Franz König, sobre la afectación de las
rodillas, por entonces confundida con artritis o tuberculosis.
El término hemofilia fue instituido por vez primera en una
tesis doctoral presentada en 1828 por el estudiante de Medicina suizo de la
Universidad de Zúrich: Friedrich Hopff.
En 1937, los estadounidenses Arthur J Patek Jr. y Floyd H
Taylor, de la Universidad de Harvard, descubrieron la globulina
anti-hemofílica6 y en 1947, el médico argentino Alfredo Pavlosky diferenció, in
vitro, dos tipos de hemofilia: A (padecida por una persona en 50000, recesiva,
ligada al cromosoma X y debida a la ausencia del Factor VIII) y B (presente en
una persona en 10000, ligada también al cromosoma X y debida a la falta del
Factor IX)7. La Hemofilia C (no completamente recesiva, autosómica y vinculada
a la ausencia del Factor XI) fue descrita en 1953 por RL Rosenthal, OH Dreskin
y N Rosenthal.
En suma, a lo largo de la historia son muchos los
antecedentes de una anomalía en la coagulación sanguínea, pero algunos han sido
puntos clave para el establecimiento del conocimiento actual de la hemofilia en
toda su extensión, tanto causal como clínica, así como y derivado de esto, de
tratamientos de elección y de los futuros.
La designación de la hemofilia como “Enfermedad Real” surge
de su frecuente aparición en la realeza europea. La Reina Victoria I de Gran
Bretaña (1819-1901) la trasmitió a su hijo Leopoldo y, a través de sus hijas, a
las familias reales española, alemana y rusa.
Uno de los que padecieron esta hemopatía fue el zarévich
Alexis, hijo menor de Nikolái Aleksándrovich Románov, Zar y Autócrata de todas
las Rusias, y de la emperatriz Alejandra Fiódorovna Románova (nacida Victoria
Alejandra Helena Luisa Beatríz de Hesse-Darmstadt), nieta de Victoria I, Reina
de Gran Bretaña e Irlanda y Emperatriz de la India.
Su Alteza Imperial, Zarévich y Gran Duque de Rusia, tal su
título oficial, nació el 12 de agosto de 1904 en Peterhof, cercano a San
Petersburgo. Fue el quinto hijo y único varón del matrimonio de Nicolás y
Alejandra y heredero al trono por obra y gracia de la ley de sucesión imperial,
establecida por el Zar Pablo I en 1797 y basada en la Ley Sálica.
Al mes de su nacimiento, un sangrado excesivo de la zona
umbilical enfrentó a la familia real con una situación que en principio
negaron, pero luego debieron aceptar. La familia se aisló y este hecho se
ocultó al pueblo, pues siendo el Zar su conductor y cabeza de la Iglesia debía
estar libre de defectos, más aún, en conocimiento de que la población atribuía
toda deficiencia física a intervención divina. Si bien Alexis fue un niño
vivaz, enérgico, pícaro y alborotador, su enfermedad no le daba respiro,
viviendo una de las crisis más graves estando de visita en Spala (Polonia) a
los 8 años.
Con el heredero al borde la muerte, los padres recurrieron a
los oficios de un mentado campesino siberiano, místico y de licencioso
comportamiento, Grigori Yefímovich Rasputín, quien suprimiendo la aspirina que
le administraban los médicos para aliviar el dolor (aunque agravaba el cuadro
clínico) logró controlar el mal trance. La creencia en un poder sobrenatural en
Rasputín por parte de Nicolás y Alejandra y la propia convicción del campesino
devenido sanador, le ganó la confianza en la corte real donde no sólo influyó
“terapéuticamente” sino familiar y políticamente (*).
A fin de prepararlo para un dudoso futuro como zar, Nicolás
invitaba a Alexis a los encuentros gubernamentales y durante la Primera Guerra
Mundial lo llevó a Stavka, uno de los cuarteles generales del Supremo
Comandante de las fuerzas armadas rusas, y a Mongoleiv donde Nicolás pasó a ser
Comandante en Jefe del Ejército Ruso.
Mientras tanto, el creciente poder y la existencia libertina
de Rasputín fueron abortadas por el Príncipe Félix Yusupov, algunos camaradas y
hasta un agente británico en 1916 cuando, tras envenenarlo y tirotearlo
infructuosamente, terminaron por arrojarlo herido al Río Neva, donde pereció
ahogado.
En marzo de 1917, al producirse la Revolución rusa, Nicolás
abdicó en favor de Alexis, aunque luego se desdijo y lo hizo en favor del Gran
Duque Mikhail, hermano del zar, ya que a Alexis no le daban más de seis años de
vida. No obstante, éste rehusó.
La familia real fue trasladada a Tobolsk, Siberia, y
posteriormente a Ekaterimburgo, donde todos ellos, como hoy se halla debidamente
probado, fueron asesinados en la madrugada del 17 de julio de 1918. Alexis, que
estaba en la falda del zar durante la ejecución por un severo accidente en su
rodilla derecha que lo mantenía inválido y en reposo desde días atrás, fue
rematado de un disparo en la cabeza por el verdugo de su padre, Yakov Yurovsky.
Entre 1991 y 2007 se lograron exhumar todos sus cuerpos. Hoy
se hallan sepultados dentro de una Fortaleza en la Catedral de San Pedro y San
Pablo, en San Petersburgo. Tanto el zarévich, como Nicolás, Alejandra, Olga,
Tatiana, María y Anastasia, fueron canonizados como mártires por la Iglesia
Ortodoxa en el año 2000.
A la fecha, se halla probado que todos los hijos de la pareja
real tenían el mismo ADN mitocondrial que su madre y que la hemofilia de los
Romanov, como la de las otras familias reales, era de tipo B1213.
El padecimiento de Alexis Románov, la vinculación con
Rasputín, las influencias familiares y político-sociales de tal relación con la
familia real, su muerte trágica a manos bolcheviques y su presente
reivindicación lo tornan de particular interés.
(*) El primero de los Catálogos del Cirujano General de los
Estados Unidos con una sección sobre el tratamiento de la hemofilia fue un
volumen publicado en 1901. Allí se mencionan como posibles terapéuticas a la
administración de calcio y de nitrógeno, la inhalación de oxígeno, el uso de
glándula tiroidea o médula ósea, y el empleo de peróxido de hidrógeno y
gelatina. Sin embargo, nada de ello hemos hallado en la terapia administrada al
zarévich, salvo la referencia a la aspirina y los “rezos sanadores” de
Rasputín, más mágicos entonces que a la fecha si nos atenemos a la No-ética.
4.- Causas de la Hemofilia
Las personas que tienen hemofilia hereditaria nacen con el
trastorno. La hemofilia se debe a una alteración en uno de los genes que
determinan la manera en que el organismo produce el factor VIII o IX de
coagulación. Estos genes están situados en los cromosomas X.
Los cromosomas están dispuestos en pares. Las mujeres tienen
dos cromosomas X, mientras que los varones tienen un cromosoma X y un cromosoma
Y. Solo el cromosoma X contiene los genes relacionados con los factores de
coagulación.
Un varón que tenga un gen defectuoso de hemofilia en el
cromosoma X sufrirá hemofilia. Una mujer debe tener el gen defectuoso en ambos
cromosomas X para tener hemofilia. Esta situación es muy poco común.
Si una mujer tiene el gen defectuoso en solo uno de sus
cromosomas X, es "portadora" de la hemofilia. Las portadoras no
sufren hemofilia, pero pueden transmitirles el gen defectuoso a sus hijos.
A continuación hay dos ejemplos de cómo se hereda el gen de
la hemofilia.
La ilustración muestra un ejemplo de cómo se hereda el gen de
la hemofilia. En este ejemplo, el padre no tiene hemofilia (es decir, sus
cromosomas X y Y son normales). La madre es portadora de la hemofilia (es
decir, tiene un cromosoma X defectuoso y un cromosoma X normal).
Cada una de las hijas tiene una probabilidad del 50 por
ciento de heredar el gen defectuoso de su madre y ser portadora de la
enfermedad. Cada uno de los hijos varones tiene una probabilidad del 50 por
ciento de heredar el gen defectuoso de su madre y sufrir hemofilia.
La ilustración muestra un ejemplo de cómo se hereda el gen de
la hemofilia. En este ejemplo, el padre tiene hemofilia (es decir, su cromosoma
X es defectuoso). La madre no es portadora de la hemofilia (es decir, tiene dos
cromosomas X normales).
Cada una de las hijas heredará el gen defectuoso de su padre
y será portadora de la enfermedad. Ninguno de los hijos varones heredará el gen
defectuoso de su padre; por lo tanto, ninguno tendrá hemofilia.
Por lo general, las mujeres portadoras de la hemofilia no
tienen problemas graves de sangrado porque tienen suficientes factores de
coagulación debido a la presencia de un cromosoma X normal. Sin embargo, hasta
el 50% de las mujeres portadoras pueden correr mayor riesgo de sangrado.
Muy raras veces nace una niña con hemofilia. Esto puede suceder
si el padre tiene hemofilia y la madre es portadora de la enfermedad.
Algunos varones que tienen hemofilia nacen de madres que no
son portadoras. Estos casos se deben a una mutación del gen (un cambio al azar)
que ocurrió cuando el niño recibió el gen.
5.- Síntomas y signos
Los principales signos y síntomas de la hemofilia son el
sangrado excesivo y la aparición fácil de moretones.
Sangrado excesivo
La magnitud del sangrado depende de
lo grave que sea la hemofilia.
Es posible que los niños que tienen
hemofilia leve no presenten signos de la enfermedad, a menos que tengan
sangrado excesivo por una intervención dental, un accidente o una cirugía. Los
varones con hemofilia grave pueden sangrar abundantemente después de la circuncisión.
El sangrado puede ocurrir en la
superficie del cuerpo (sangrado externo) o dentro del cuerpo (sangrado
interno).
Los siguientes son signos de sangrado
externo:
·
Sangrado
de la boca a partir de una cortada o de un mordisco, o por la salida o caída de
un diente
·
Sangrado
de la nariz sin motivo aparente
·
Sangrado
abundante por una cortada leve
·
Cortada
que vuelve a sangrar después de haber dejado de sangrar por un tiempo corto
Entre los signos de sangrado interno
están los siguientes:
·
Presencia
de sangre en la orina (por sangrado de los riñones o de la vejiga)
·
Presencia
de sangre en las heces o materia fecal (por sangrado de los intestinos o el
estómago)
·
Presencia
de moretones grandes (por sangrado de músculos grandes del cuerpo)
Sangrado de las articulaciones
El sangrado de las rodillas, de los
codos o de otras articulaciones es otra forma común de sangrado interno en
personas que sufren hemofilia. Este sangrado puede presentarse sin que haya una
lesión obvia.
Al principio, el sangrado causa
sensación de presión en la articulación sin que duela realmente y sin que haya
signos visibles de sangrado. Luego la articulación se hincha, se siente
caliente al tacto y duele al doblarla.
La hinchazón persiste a medida que el
sangrado continúa. Con el tiempo, se pierde temporalmente la movilidad de la
articulación. El dolor puede ser intenso. El sangrado articular que no recibe
tratamiento rápido puede lesionar la articulación.
Sangrado en el cerebro
El sangrado interno en el cerebro es
una complicación muy grave de la hemofilia. Puede suceder después de un simple
golpe en la cabeza o de una lesión más grave. Entre los signos y síntomas del
sangrado en el cerebro están los siguientes:
·
Dolores
de cabeza intenso y prolongado, o dolor o rigidez en el cuello
·
Vómito
incesante
·
Somnolencia
o alteraciones de la conducta
·
Debilidad
o torpeza repentina de los brazos o las piernas, o dificultad para caminar
·
Vista
doble
·
Convulsiones
y ataques
6.- Diagnóstico
Si usted o su hijo parecen tener un problema de sangrado, el
médico les hará preguntas sobre sus antecedentes médicos personales y
familiares. Esto revelará si usted o los miembros de su familia, entre ellos
las mujeres y las niñas, tienen problemas de sangrado. Sin embargo, algunas personas
con hemofilia no tienen antecedentes familiares recientes de la enfermedad.
Probablemente el médico también los examine y les ordene unas
pruebas de sangre para diagnosticar la hemofilia. Las pruebas de sangre se usan
para averiguar lo siguiente:
·
Cuánto
tarda la sangre en coagularse
·
Si
la sangre contiene concentraciones bajas de alguno de los factores de
coagulación
·
Si
la sangre carece completamente de algún factor de coagulación
Los resultados de las pruebas indicarán si el sangrado se
debe a hemofilia, qué tipo de hemofilia se trata y qué tan grave es.
Las hemofilias A y B se clasifican como leves, moderadas o
graves según la cantidad de factor de coagulación VIII o IX que haya en la
sangre.
Hemofilia leve Entre un 5 y un
30 por ciento de factor de coagulación normal
Hemofilia moderada Entre un 1 y un 5 por ciento de
factor de coagulación normal
Hemofilia grave Menos de un 1 por ciento de
factor de coagulación normal
La gravedad de los síntomas entre una categoría y otra puede
parecerse. Por ejemplo, algunas personas que tienen hemofilia leve pueden tener
problemas de sangrado casi tan frecuentes o tan graves como algunas personas
que tienen hemofilia moderada.
La hemofilia grave puede causar problemas graves de sangrado
en los bebés. Por lo tanto, en los niños que tienen hemofilia grave el
diagnóstico se hace por lo general durante el primer año de vida. En las
personas con formas más leves de hemofilia, es posible que el diagnóstico no se
realice hasta la edad adulta.
Los problemas de sangrado de la hemofilia A y de la hemofilia
B son los mismos. Solo con pruebas especiales de sangre se puede determinar el
tipo de trastorno que usted o su hijo tiene. Saber de qué tipo de hemofilia se
trata es importante porque los tratamientos son diferentes.
Las mujeres embarazadas que saben que son portadoras de la
hemofilia pueden averiguar desde la décima semana de embarazo si el feto padece
la enfermedad.
Las mujeres portadoras del gen de la hemofilia también pueden
optar por el "diagnóstico preimplantacional" para tener hijos sin
hemofilia.
Para este proceso se extraen los óvulos y se fecundan luego
con espermatozoides en el laboratorio. En los embriones que resulten de esta
fecundación se investiga luego la presencia de hemofilia. Únicamente se
implantarán en el útero de la madre los embriones que no tengan la enfermedad.
7.- Tratamiento
Tratamiento de
restitución
El principal tratamiento para la hemofilia es el tratamiento
de restitución. Consiste en la infusión o inyección intravenosa lenta de
concentrados de factor de coagulación VIII (para la hemofilia A) o de factor de
coagulación IX (para la hemofilia B). Estas infusiones corrigen la ausencia o
deficiencia del factor de coagulación correspondiente.
Los concentrados de factor de coagulación pueden prepararse a
partir de sangre humana. La sangre se somete a tratamiento para prevenir la
transmisión de enfermedades como la hepatitis. Con los métodos actuales de
selección y tratamiento de la sangre de donantes, el riesgo de contraer una
enfermedad infecciosa a partir de los factores humanos de coagulación es muy
pequeño.
Para reducir aún más el riesgo, usted o su hijo pueden
recibir concentrados de factor de coagulación que no se derivan de la sangre
humana. Estos factores se llaman factores de coagulación recombinantes. Los
factores de coagulación son fáciles de conservar, mezclar y usar en la casa; la
administración del factor solo tarda unos 15 minutos.
Usted puede recibir tratamiento de restitución periódicamente
para prevenir el sangrado. Esto se conoce como tratamiento preventivo o
profiláctico. También es posible que solo se necesite tratamiento de
restitución para detener el sangrado cuando este ocurra. Este uso del
tratamiento —cuando es necesario— se llama tratamiento a demanda.
El tratamiento a demanda es menos intensivo y menos costoso
que el tratamiento preventivo. Sin embargo, existe el riesgo de que en caso de
sangrado se produzcan lesiones antes de que se reciba el tratamiento a demanda.
Complicaciones del
tratamiento de restitución
Entre las complicaciones del tratamiento de restitución están
las siguientes:
·
Formación
de anticuerpos (un tipo de proteínas) que ataquen el factor de coagulación
·
Transmisión
de infecciones virales a partir de factores humanos de coagulación
·
Lesión
de articulaciones, músculos u otras partes del cuerpo por demoras en el
tratamiento
Anticuerpos contra el
factor de coagulación. Los anticuerpos pueden destruir el factor de coagulación antes de que
tenga la oportunidad de actuar. Este es un problema muy grave porque impide que
funcione el principal tratamiento para la hemofilia (el tratamiento de restitución).
Estos anticuerpos, conocidos también como
"inhibidores", se presentan en cerca del 20 por ciento de las personas
que tienen hemofilia A grave. Aproximadamente el 1 por ciento de las personas
que tienen hemofilia B presentan inhibidores.
Cuando se forman anticuerpos, los médicos pueden usar dosis
más grandes del factor de coagulación o ensayar diferentes fuentes de obtención
de dicho factor. A veces los anticuerpos desaparecen.
Los investigadores están estudiando nuevas formas de combatir
los anticuerpos contra los factores de coagulación.
Virus presentes en
factores de coagulación derivados de la sangre humana. Los factores de coagulación
derivados de la sangre humana pueden estar contaminados con los virus del sida
(VIH) y de la hepatitis. Sin embargo, el riesgo de contraer una enfermedad
infecciosa a partir de los factores de coagulación de origen humano es muy bajo
por las siguientes razones:
·
Los
donantes de sangre se seleccionan con mucho cuidado.
·
En
los productos sanguíneos de los donantes se realizan pruebas para detectar
enfermedades.
·
Los
productos sanguíneos de los donantes se tratan con un detergente y con calor
para destruir los virus.
·
Las
personas que tienen hemofilia se vacunan contra las hepatitis A y B.
Lesiones en las
articulaciones, los músculos y otras partes del cuerpo. Las demoras en el tratamiento pueden
causar daños como los siguientes:
·
Sangrado
dentro de una articulación. Si esto sucede muchas veces, puede alterar la forma
y el funcionamiento de la articulación.
·
Hinchazón
de la membrana que envuelve a una articulación.
·
Dolor,
hinchazón y enrojecimiento de una articulación.
·
Presión
en una articulación a causa de la hinchazón, lo cual puede destruir la
articulación.
Tratamiento de
restitución en el hogar
El tratamiento de restitución, ya sea preventivo (continuo) o
a demanda (a medida que se necesita), se puede realizar en el hogar del paciente.
Muchas personas aprenden a ponerse las infusiones o a administrárselas a su
hijo en el hogar. El tratamiento en el hogar tiene varias ventajas:
·
Usted
o su hijo pueden recibir tratamiento más rápidamente cuando hay sangrado. El
tratamiento temprano disminuye el riesgo de que haya complicaciones.
·
Se
requieren menos consultas con el médico o en la sala de urgencias.
·
El
tratamiento en el hogar cuesta menos que el tratamiento en una institución de
salud.
·
El
tratamiento en el hogar les ayuda a los niños a aceptarlo y a responsabilizarse
de su propia salud.
Consulte con su médico o con el médico de su hijo sobre
alternativas de tratamiento en el hogar. Él o algún otro proveedor de atención
médica pueden enseñarle los pasos del tratamiento y las medidas de seguridad
necesarias. Los centros para el tratamiento de la hemofilia (que se mencionan
en el apartado "Vivir con hemofilia") constituyen también un buen recurso
para obtener más información sobre el tratamiento en el hogar.
Los médicos pueden implantar quirúrgicamente dispositivos de
acceso venoso para facilitarle a usted el ingreso a una vena para aplicarse el
tratamiento de restitución. Estos dispositivos pueden ser útiles si el
tratamiento se administra con frecuencia. Sin embargo, cuando se tienen estos
dispositivos pueden presentarse infecciones. El médico puede ayudarle a decidir
si este tipo de dispositivo es conveniente para usted o para su hijo.
8.- Otros tipos de
tratamiento
Desmopresina
La desmopresina (DDAVP) es una hormona sintética que se usa
para el tratamiento de personas con hemofilia A leve o moderada. No se usa para
el tratamiento de la hemofilia B ni de la hemofilia A grave.
La desmopresina (DDAVP) estimula la liberación de factor VIII
almacenado y de factor de Von Willebrand; también aumenta las concentraciones
de estas proteínas en la sangre. El factor de Von Willebrand transporta y fija
el factor VIII, que luego puede permanecer en el torrente circulatorio por más
tiempo.
Por lo general, la desmopresina (DDAVP) se administra en
inyección o en atomizador nasal. Como el efecto de esta medicina disminuye si
se usa con frecuencia, la medicina solamente se administra en ciertas
situaciones. Por ejemplo, es posible que se use antes de un tratamiento dental
o antes de participar en ciertos deportes, para prevenir o reducir el sangrado.
Medicinas
antifibrinolíticas
Las medicinas antifibrinolíticas (entre ellas el ácido
tranexámico y el ácido aminocaproico) pueden usarse con el tratamiento de
restitución. Por lo general se administran en forma de comprimidos e impiden
que los coágulos de sangre se rompan.
Estas medicinas se usan principalmente antes de someterse a
un tratamiento dental o para el tratamiento del sangrado de la boca o la nariz,
o del sangrado intestinal leve.
Terapia génica
Los investigadores están tratando de hallar formas de
corregir los genes defectuosos que causan la hemofilia. La terapia génica no se
ha perfeccionado todavía hasta el punto en que sea un tratamiento aceptado para
la hemofilia. Sin embargo, los investigadores la siguen ensayando en estudios
clínicos.
Tratamiento de un sitio
específico de sangrado
Los analgésicos, los esteroides y la fisioterapia se pueden
emplear para reducir el dolor y la inflamación de una articulación afectada.
Pregúntele al médico o al farmacéutico qué medicinas puede tomar sin peligro.
9.- ¿Qué opción terapéutica
le conviene a Usted?
El tipo de tratamiento que usted o su hijo reciba depende de
varias cosas, entre ellas de la gravedad de la hemofilia, de las actividades
que realizará y de las intervenciones dentales o médicas a que se someterá.
·
Hemofilia leve: Por lo general, la hemofilia leve no
requiere tratamiento de restitución. Sin embargo, a veces se administra
desmopresina (DDAVP) para aumentar las concentraciones de factor VIII.
·
Hemofilia moderada: Es posible que solo se requiera
tratamiento de restitución si hay sangrado o cuando se quiera prevenir el
sangrado que podría presentarse al realizar ciertas actividades. El médico
también puede recomendar la desmopresina (DDAVP) antes de una intervención o de
una actividad que aumente el riesgo de sangrado.
·
Hemofilia grave: Por lo general se requiere
tratamiento de restitución para prevenir el sangrado que pueda causar lesiones
de las articulaciones, los músculos u otras partes del cuerpo. Normalmente el
tratamiento de restitución se administra en el hogar dos o tres veces por
semana. Este tratamiento preventivo por lo general se inicia en los pacientes a
una edad temprana y es posible que sea necesario continuarlo de por vida.
En ambos tipos de hemofilia es importante recibir tratamiento
rápido para el sangrado. El tratamiento rápido puede limitar los daños que
pueda sufrir el organismo. Si usted o su hijo tienen hemofilia, es importante
que aprendan a reconocer los signos de sangrado.
Otros miembros de la familia deben aprender también a estar
alerta a los signos de sangrado en un niño que tenga hemofilia. Los niños a
veces no hacen caso de los signos de sangrado porque quieren evitar las
molestias del tratamiento.
10.- La actividad
física y la hemofilia
La actividad física conserva la flexibilidad de los músculos,
fortalece las articulaciones y ayuda a mantener un peso saludable. Los niños y
adultos que tienen hemofilia deben mantenerse activos físicamente, pero tienen
ciertas limitaciones respecto a lo que pueden hacer sin peligro.
Las personas que tienen hemofilia leve pueden participar en
muchas actividades. Las que tienen hemofilia grave deben evitar los deportes de
contacto y otras actividades que puedan provocar lesiones que causen sangrado,
como el fútbol americano, el hockey y la lucha libre.
Los profesionales en terapia física (fisioterapeutas) de los
centros para el tratamiento de la hemofilia pueden crear programas de ejercicio
que se adapten a sus necesidades y enseñarle cómo hacer ejercicio sin peligro.
Pregúntele a su médico o a su fisioterapeuta qué tipo de
actividades físicas y deportes le recomiendan. En general, algunas actividades
físicas que se pueden realizar sin peligro son: nadar, montar en bicicleta (con
casco protector), caminar y jugar otras actividades físicas.
Para prevenir el sangrado, es posible que pueda recibir
factores de coagulación antes de hacer ejercicio o de participar en un evento
deportivo.
11.- Precauciones con
las medicinas
Algunas medicinas aumentan el riesgo de sangrado. Entre ellas
se encuentran:
·
La
aspirina y otras medicinas que contienen salicilatos
·
El
ibuprofeno, el naproxeno y otros antiinflamatorios no esteroides
Pregúntele al médico o al farmacéutico qué medicinas puede
tomar sin peligro.
12.- Tratamiento en la
casa y durante viajes
El tratamiento de restitución en el hogar tiene muchas
ventajas. Permite el tratamiento temprano del sangrado, antes de que se
presenten complicaciones. Puede ahorrarle viajes frecuentes al consultorio del
médico o al hospital. Eso le dará más independencia y la sensación de que tiene
la hemofilia bajo control.
Sin embargo, si está recibiendo tratamiento en la casa con
factores de coagulación o se los está administrando a su hijo, debe tomar las siguientes
medidas de seguridad:
·
Cumpla
las instrucciones de conservación, preparación y uso de los factores de
coagulación y de los materiales de tratamiento.
·
Lleve
un registro de todo tratamiento médico.
·
Aprenda
a reconocer los signos y síntomas de sangrado, infección o reacción alérgica y
sepa exactamente qué debe hacer.
·
Pídale
a alguien que lo acompañe cuando se esté administrando el tratamiento.
·
Sepa
cuándo debe llamar al médico o al 911.
Cuando esté de viaje, lleve suficientes materiales de
tratamiento. Debe llevar también una carta del médico en la que se describa su
tipo de hemofilia y el tratamiento que requiere. Además es conveniente
averiguar con anticipación adónde puede ir si necesitar atención médica cuando
esté lejos de su casa.
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