MIGRAÑA
MIGRAÑA
La
migraña es un dolor de cabeza (cefalea) que suele manifestarse en forma de
episodios repetidos, aunque de diferente intensidad. Según su presentación
suele ser:
1.
Hemicránea (es
decir, el dolor se percibe solo en una parte de la cabeza)
2.
Pulsátil
(intermitente, coincide con el latido del corazón)
3.
Paroxística (de
manera brusca, aunque muchos pacientes refieren ciertos síntomas
premonitorios).
Un
ataque de migraña puede llegar a ser incapacitante, impidiendo a la persona que
realice las actividades diarias o laborales que suele llevar a cabo
normalmente. A pesar de esto, la migraña no suele estar asociada a otras enfermedades
importantes, aunque sí hay padecimientos que pueden causar cefaleas.
Afecta
a aproximadamente un 15% de la población, quien la sufre de manera recurrente.
Afecta más a las mujeres que a los hombres, en una proporción aproximada de 4 a
1; y está comprobada la existencia de una predisposición genética a sufrir
migraña.
Un
ataque agudo de migraña puede durar entre cuatro y 72 horas. Una cefalea que
dura unas horas o un par de días, será seguramente primaria (es decir, ocurre
“sin más” -ya que no está motivada por otro problema-, sea el tipo de cefalea
que sea). Sin embargo, una cefalea que dura varios días o semanas, puede
indicar al médico que hay otro problema que está causando ese dolor de cabeza
(lo que se conoce como cefalea secundaria). En ese caso, el tratamiento será
eliminar el problema que origina la cefalea.
Causas
Es
complicado explicar el proceso por el que ocurre la migraña, en parte porque no
está del todo esclarecido. En la actualidad se acepta la teoría neurovascular.
Según esta teoría la migraña se inicia por un mecanismo que afecta a
estructuras neuronales del cerebro, las cuales acaban activando el sistema
vascular de las meninges, responsables finalmente de dolor.
Se
considera que el desencadenante de la migraña es un estímulo frente al cual la
persona migrañosa es hipersensible, probablemente como consecuencia de una
predisposición genética. Este estímulo puede activar diferentes estructuras del
sistema nervioso, de manera que la activación predominante en alguna de estas
áreas se correlaciona con las características clínicas de la migraña.
La
activación de una región llamada hipotálamo sería la responsable de los
pródromos (sensaciones previas de malestar), que son percibidos por un
porcentaje de los migrañosos horas o días antes del inicio de la migraña.
La
activación de la corteza cerebral, especialmente en su parte occipital, se
relacionaría con la presencia del aura migrañosa, que es un fenómeno,
generalmente de origen visual, que aparece unas horas o minutos antes del
ataque.
Finalmente,
la activación de los núcleos que están en el tronco cerebral desencadenaría la
activación de fibras sensitivas, sobre todo de un nervio llamado trigémino.
Este nervio inerva los vasos sanguíneos de las meninges y su activación produce
vasodilatación e inflamación de los mismos, siendo responsables de la crisis
migrañosa propiamente dicha.
Síntomas
La
migraña puede presentar síntomas muy variados. Los más frecuentes son de tipo
neurológico, gastrointestinal y sensitivo. Estos síntomas frecuentes son:
1.
Fonofobia y
fotofobia: el ruido y la luz pueden molestar terriblemente a una persona que sufre
una migraña. En ocasiones, incluso algunos olores pueden resultar incómodos.
2.
Molestias
gastrointestinales: es muy frecuente la aparición de náuseas, acompañadas o no
de vómitos.
3.
Dolor: la
transmisión por el nervio trigémino hace que la migraña sea una cefalea
intensamente dolorosa. Puede doler el cuello y los músculos de la cara (también
pueden ser dolores premonitorios previos a un ataque de migraña).
4.
Palidez y cambios
en la temperatura de la cabeza.
5.
Hay otros
síntomas menos específicos, pero que pueden resultar de gran ayuda para el
diagnóstico: ansiedad, depresión, insomnio, fatiga, palpitaciones...
Algunos
pacientes pueden presentar síntomas premonitorios; y también puede aparecer un
fenómeno bastante específico de la migraña: el aura.
El
aura
El
aura es un fenómeno, generalmente de origen visual, aunque no exclusivamente,
que aparece unas horas o minutos antes del ataque. Podría decirse que avisa de
la llegada inminente del dolor. En teoría, desaparece justo al comenzar este, o
durante el desarrollo del mismo; aunque hay pacientes que han referido la
aparición del aura después del ataque de migraña (lo que se conoce como aura
atípica). Son episodios transitorios de duración variable, que suele estar
entre los cuatro y los 60 minutos.
El
motivo de la aparición del aura deriva del propio mecanismo que parece producir
la migraña. Se han mencionado las pequeñas contracciones de los vasos antes de
la dilatación como respuesta. Durante estas contracciones, el aporte de sangre
a algunas zonas del cerebro disminuye de manera transitoria; pero es suficiente
para que aparezcan los signos. Es esa disminución del riego lo que produce la
aparición de: síntomas visuales, como puntos, destellos, rayos, imágenes
fraccionadas o como en mosaico, disminución del campo visual... siendo estos
los signos de aura más frecuentes.
Otros
menos habituales, pero que pueden aparecer también, son: alteraciones de la
sensibilidad, como picores, cosquilleos u hormigueos (parestesias); movimientos
involuntarios de alguna parte del cuerpo o temblores, vértigo; y trastornos del
lenguaje o dificultad para hablar. Estos últimos son muy poco comunes.
El
aura es importante a la hora de clasificar la migraña. Clásicamente, la
clasificación era más compleja. Hoy día, a nivel práctico, se clasifican en
migrañas con aura y migrañas sin aura (según la International Headache
Association, 1988).
Síntomas
premonitorios de la migraña
Son
síntomas que pueden presentarse incluso algunos días antes de que el paciente
sufra el ataque de migraña. En el argot médico se conocen como síntomas
prodrómicos o pródromos. A diferencia del aura, no se deben a la disminución de
aporte sanguíneo transitorio en el cerebro. Son muy diferentes de unos
pacientes a otros, y no se presentan en todos los casos. Aproximadamente uno de
cada tres pacientes sufren estos síntomas.
Algunos
muy frecuentes son: cambios de humor; cambios en la visión, olfato o audición;
fatiga; lentitud en la actividad cerebral (parece que el cerebro funciona más
despacio); ansia por consumir alimentos como el chocolate; dolores en el cuello
y los músculos de la cabeza; bostezos incontrolados; goteo nasal o nariz
taponada...
Generalmente,
suelen desaparecer con el dolor, aunque algunas alteraciones pueden permanecer
unas cuantas horas.
Factores de riesgo
Los
ataques de migraña son muy diferentes entre los pacientes y en un mismo
paciente a lo largo de su vida. Y, por ello, las causas que los producen
también suelen serlo. Cada persona puede llegar a descubrir los factores o
situaciones que más le afectan; y evitándolos conseguirá reducir la frecuencia
de los ataques.
No
obstante, a continuación se detallan los factores o causas frecuentes de
migraña:
1.
Estrés.
2.
Alteración del
patrón de sueño.
3.
Factores
hormonales (por ejemplo, es frecuente la migraña antes de la menstruación;
mejora en el embarazo y la menopausia; el uso de anticonceptivos puede hacer
que aparezca o que se agrave...).
4.
Factores
dietéticos: entre ellos se incluye el alcohol, la cafeína, el chocolate,
edulcorantes artificiales (sacarina, aspartato), el glutamato (una sal que se
usa como potenciadora del sabor), cítricos o alimentos que contienen tiramina
(el queso curado, las nueces, el yogur, algunos pescados, la salsa de soja, los
plátanos, el aguacate, el vino tinto, etcétera).
5.
Esfuerzo físico.
6.
Estímulos
fuertes.
7.
Cambios acusados
en el clima.
8.
Estímulos fríos,
como el comer un helado.
9.
La exposición a
luces intensas.
10. Olores fuertes.
11. El tabaco.
12. Enfermedades infecciosas.
13. Traumatismos craneales.
14. Medicamentos (ver apartado cefaleas producidas por
medicamentos).
Diagnóstico
El
diagnóstico, como en la mayoría de las cefaleas primarias, se basa en los
síntomas que presenta el paciente que acude a la consulta. Como no existen
procedimientos de imagen ni parámetros que puedan verse en un análisis, sólo es
necesaria una cuidadosa observación por parte del profesional de atención
primaria y la elaboración de una historia clínica detallada.
La
información que el paciente facilita al médico acerca de sus cefaleas y su
evolución, así como de los factores que la mejoran o empeoran, pueden orientar
el diagnóstico de la migraña.
Generalmente,
no hace falta la consulta con el neurólogo, salvo que el médico lo estime
oportuno. Sí puede requerirse una consulta en caso de que se sospeche de una
cefalea secundaria a otro problema. En algunos de estos casos, es posible que
el médico o el neurólogo soliciten una prueba de imagen.
Otros
tipos de cefaleas
Este
apartado es útil para conocer las características de otros tipos de cefalea,
tanto primarias como secundarias:
Cefaleas
primarias
Algunas
frecuentes son: tensional, debida generalmente al estrés, por un estado de
ánimo bajo o contracturas. Los músculos de la cabeza y cuello están tensos; y
muchos pacientes la describen como un casco que oprime la cabeza. Es la más
frecuente. No suele asociarse con náuseas ni vómitos, ni empeora con la
actividad física; pero sí puede molestar la luz y el ruido.
La
cefalea en racimos es mucho menos común. Es más frecuente en hombres que en
mujeres; suele aparecer entre los 20 y los 40 años de edad. Puede presentarse
una vez cada 2 días; y en ocasiones, en ataques de incluso 8 veces al día, de
manera intermitente.
Los
síntomas suelen afectar a una única mitad de la cabeza y son: dolores muy
severos, alrededor de los ojos o encima de ellos, con duración que puede ir
desde los 15 minutos a las 3 horas (sin tratamiento); y suele asociarse a
síntomas secundarios como: ojo rojo, lagrimeo, goteo nasal o hinchazón del
párpado, siempre en el lado en el que se
localiza el dolor.
Puede
ser complicada de diagnosticar, y a veces requiere de la actuación del
neurólogo.
Otras
cefaleas primarias pueden estar asociadas a la actividad sexual, a la tos o al
ejercicio físico, entre otros.
Cefaleas
secundarias
Las
cefaleas secundarias son muchas, y tan variadas como las causas que pueden
producirlas. Un tumor, una hemorragia intracraneal (dentro del cerebro), un
traumatismo (como un accidente de coche, un golpe fuerte) y otras muchas
afecciones orgánicas pueden producir cefaleas.
No
obstante, una cefalea secundaria que se consulta con asiduidad en atención
primaria es la cefalea desencadenada por distintos medicamentos. Hay muchos
medicamentos que pueden producir cefaleas; y algunos de ellos, de uso habitual:
anticonceptivos orales y terapia hormonal sustitutiva; nitratos para la angina
de pecho; algunos antibióticos; antihistamínicos anti-H2, usados en el
tratamiento de úlceras...
En
algunos casos, los propios medicamentos usados para el dolor de cabeza, como
antiinflamatorios, derivados ergotamínicos, triptanes... pueden ser la causa
del dolor de cabeza. Se conoce como cefalea por abuso de medicación, antes
llamada de rebote. Es decir, el abuso de esa medicación hace que el propio
organismo reaccione produciendo cefalea, que a su vez intentamos tratar con el
medicamento. Es un círculo vicioso que, en ocasiones, cuesta romper, ya que es
difícil que el paciente entienda que es el propio medicamento el que causa el
problema.
Tratamiento
Actualmente
hay dos formas de aproximación al tratamiento de la migraña: fármacos
encaminados a paliar los ataques y fármacos encaminados a prevenirlos.
En
el caso del tratamiento paliativo durante los ataques (hay que recordar que la
migraña no se cura), estos son los más utilizados:
a.
Analgésicos: como
el paracetamol.
b.
Antiinflamatorios
no esteroideos: como el ibuprofeno, el ácido acetilsalicílico, el naproxeno, el
ketoprofeno...; pueden producir problemas gastrointestinales (úlceras) y
siempre deben de administrarse con alimento.
c.
Derivados
ergotamínicos: como la ergotamina y la dihidroergotamina. Pueden asociarse con
cafeína, para favorecer la absorción. Se siguen comercializando, pero su uso
empieza a ser menor, en favor de otros tratamientos con menores efectos
adversos.
d.
Triptanes: como
el sumatriptán, zolmitriptán, rizatriptán... son agonistas de la serotonina y,
por ello, disminuyen la dilatación de los vasos del cerebro. Son ampliamente
utilizados y muy seguros, aunque las personas con antecedentes de afecciones de
corazón, o con hipertensión no controlada, no pueden tomarlos.
e.
También puede ser
muy útil el uso de medicamentos contra los vómitos unos minutos antes de tomar
estos fármacos, ya que la migraña suele cursar con este síntoma; y además,
evitan que la medicación por vía oral se vomite, lo que anularía su
efectividad.
El
tratamiento preventivo de la migraña se usa en aquellas personas que tienen
ataques muy frecuentemente (más de tres ataques al mes); si los síntomas son
tan intensos que les impiden realizar sus labores habituales al menos tres días
al mes; o cuando necesitan tomar medicación para la migraña más de dos veces
por semana.
i.
Algunos de estos
medicamentos son: betabloqueantes, ciertos antiepilépticos, algunos
antidepresivos, antagonistas del calcio; y antiserotonérgicos, como la
ciproheptadina y el pizotifeno. Deben tomarse todos los días, ya que sirven
como tratamiento de mantenimiento, previniendo así la aparición de los ataques.
La metisergida, un derivado ergotamínico usado sólo en la prevención de la
migraña, se usa cada vez menos, debido a los efectos secundarios. El médico
prescribirá el medicamento que mejor se ajuste a cada paciente.
Prevención
El
paciente migrañoso debe tomar a diario el tratamiento preventivo, si el médico
así lo ha recetado. Hay ciertos factores que pueden desencadenar la migraña. Es
recomendable conocer los que más afectan al paciente y evitarlos.
Es
importante controlar los horarios de comidas y de sueño, ya que las
alteraciones de los mismos pueden producir ataques de migraña.
El
estrés desencadena la migraña, por lo que se aconseja evitarlo, en la medida de
lo posible.
En
caso de que aparezca el ataque, se debe tomar la medicación lo antes posible.
Es preferible tomarla pronto y controlar la intensidad del ataque, antes que
esperar a que aparezca el dolor, ya que será más difícil controlarlo.
Es
preciso consultar con el médico, ya que con algunos triptanes puede repetirse
la toma dos horas después de la primera si no ha desaparecido el dolor (aunque
no deben tomarse más de dos dosis en 24 horas).
Una
vez tomada, hay que permanecer en reposo. Si es posible, es conveniente dormir,
ya que el sueño disminuye el dolor. En caso de que el paciente no pueda
conciliar el sueño, al menos debe tumbarse en una habitación oscura y
silenciosa, hasta que la medicación comience a hacer efecto.
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