EL CÁNCER DE SIGMUND FREUD. PERCY ZAPATA MENDO.
EL
CÁNCER DE SIGMUND FREUD
(Freiberg,
1856 - Londres, 1939) Neurólogo austriaco, fundador del psicoanálisis. El
hombre que habría de revolucionar la psicología clínica y la psiquiatría, se
inclinó relativamente tarde hacia el estudio de la Medicina. Freud nació el 6
de mayo de 1856 en Freiberg, Moravia (en la actualidad, en la República Checa).
Fue el mayor de seis hermanos (cinco niñas y un niño).
Tenía
además hermanastros de un matrimonio anterior de su padre. Cuando todavía era
un niño, su familia se trasladó a Viena a causa de los disturbios antisemitas.
Pese
a que Freud provenía de una familia de pocos recursos, sus padres se esforzaron
para que obtuviera una buena educación. Ingresó en la Universidad de Viena a los
17 años, donde cursó sus estudios a pesar de que también había antisemitismo en
Austria. Se matriculó en la Facultad vienesa de esta ciencia (su familia se
había trasladado a Viena en 1859) tras la lectura de las obras de Darwin y de
un ensayo de Goethe. Graduado en 1881, se interesó al principio por la
fisiología del sistema nervioso y la anatomía cerebral. Obtenida en 1885 la
habilitación para la enseñanza libre de la neuropatología, se dedicó, no
obstante, muy pronto a la psiquiatría y marchó aquel mismo año a París para
seguir los cursos de Charcot en la Salpétrière, estudiar sus teorías y
familiarizarse con las técnicas hipnóticas empleadas por éste en el tratamiento
del histerismo y de otros trastornos nerviosos.
En
1877, abrevió su nombre de Sigismund Schlomo Freud a Sigmund Freud. Los
primeros años de Freud son poco conocidos ya que destruyó sus escritos
personales en dos ocasiones, la primera vez en 1885 y de nuevo en 1907. Luego,
sus escritos posteriores fueron protegidos cuidadosamente en los Archivos de
Sigmund Freud, a los que sólo tenían acceso Ernest Jones (su biógrafo oficial)
y unos pocos miembros del círculo cercano al psicoanálisis. El trabajo de
Jeffrey Moussaieff Masson arrojó alguna luz sobre la naturaleza del material
oculto.
En
1886, Freud se casó y abrió una clínica privada especializada en desórdenes
nerviosos, donde comenzó su práctica para tratar la histeria (la conoció por
medio de Jean-Martin Charcot, en París) y la neurosis utilizando el método
catártico de Josef Breuer en pacientes como Bertha Pappenheim (Anna O., quién
primeramente había sido paciente de Breuer) y Emma Eckstein (Irma).
Más
tarde abandonó este método en favor de la asociación libre. Observó que podía
aliviar los síntomas de sus pacientes recostándolos en un sofá y animándolos a
que expresaran lo primero que les venía a la mente. Comenzó desde ese momento a
desarrollar los fundamentos del psicoanálisis.
Los últimos 16 años de la vida de Sigmund
Freud son de sumo interés para su estudio, debido a la aparición de un cáncer
masivo intra-oral. Esos años fueron vividos en una valiente lucha contra la
enfermedad, la cual finalmente lo derrotó a los 83 años de edad. En el
transcurso de su enfermedad, Freud fue sometido a 25 intervenciones
(procedimientos operativos). Tenía manipulaciones casi todos los días de su
incómoda prótesis voluminosa usada en reemplazo de su mandíbula re seccionada (resecada).
Tarde,
una noche de abril de 1923, cuando Sigmund Freud tenía 66 años de edad, le
mostró a Félix Deutch, su amigo internista, una lesión en la boca. Deutch fue
advertido de antemano: "Te debes preparar para ver algo que no te
gustará". Deutch reconoció inmediatamente lo que vio como un cáncer
avanzado. La enfermedad había estado presente por varios meses según Freud
informó a Deutch, pero había empeorado recientemente.
Por
razones no claras, Deutch evitó llamar a esta lesión por su propio nombre:
cáncer. Se refirió a ella como una leucoplasia. Un rumor circularía más tarde
el cual decía que Deutch temía que Freud cometiera un suicidio si era forzado a
enfrentar la realidad del cáncer. La mayoría de los que conocían a Freud
ignoraron esta posibilidad.
Freud
aceptó consultar a un cirujano y un hombre llamado Marcus Hajek fue elegido
para llevar a cabo la operación. Marcos Hajek, un catedrático en Laringología,
era hijo de un vendedor ambulante judío.
Markus Hajek
Como
el padre, pasó su juventud llevando una mochila de vendedor sobre la espalda,
pero sin deseos de aceptar ese destino, viajó a Viena donde completó
exitosamente sus estudios de medicina. La carrera profesional de Hajek progresó
errantemente. Aún con gran dificultad recibió un puesto como instructor en el
policlínico. Fue asignado para este puesto de mala gana después de haber sido
rechazado dos veces por el jefe de la clínica, el catedrático Schroetter.
El
jefe había informado a Hajek: "Yo no lo elegiré mientras viva", lo
cual Hajek respondió en una forma sarcástica: "Entonces profesor, sería
deshonesto para mí desearle una larga vida".
De
todas formas se las ingenió para servir como instructor y más tarde
convirtiéndose en jefe del Hospital de Rinología en la Universidad de Viena. En
favor de sus créditos, Hajek logró numerosas destrezas profesionales. Fue autor
de 150 ensayos clínicos, así como también de libros de texto referidos a
anatomía, patología y aplicación de técnicas del oído, nariz y cirugía de
garganta. Su libro escrito en 1889, sobre: "Inflamaciones del Seno",
fue traducido al inglés. Aunque ganó el reconocimiento como investigador, los
observadores lo juzgaron como un cirujano más bien mediocre.
En
su clínica privada, Hajek realizó una operación en la boca de Freud. La familia
de Freud fue notificada de la operación después que ésta había ocurrido. La
esposa y su hija Ana lo visitaron y luego, confiados que estaban cómodo y
seguro, lo dejaron para que almorzara.
Poco
tiempo después, Freud sufrió una hemorragia. Como no pudo llamar para ser
asistido, Freud permaneció en el amable cuidado de un enano sordomudo con quien
compartía la habitación, para correr en su ayuda. Esto podría haber salvado su
vida. Freud, ensangrentado y debilitado, sentía grandes dolores.
A
pesar de estas complicaciones, no fue correctamente admitido en la sala de
internos ni transferido a algún lujoso sanatorio privado. Durante la noche
siguiente a la cirugía, el cirujano del hospital se negó a responder al pedido
de ayuda de Freud. Solo el propio Hajek apareció a la mañana siguiente para
mostrar el caso de Freud a un grupo de estudiantes y echarlo del hospital.
Agregándose todavía otro insulto, el cuidado por Hajek después de la cirugía
fue tristemente inadecuado. La administración de Hajek en todo caso, cualquiera
sea su racionalización, debe ser juzgada como negligentemente deficiente y
penosamente inadecuada.
Hajek
no dejó ninguna observación de la descripción del cáncer de boca de Freud y no
hizo ningún tipo de arreglos en otras cirugías posteriores. Hajek ni siquiera
cumplió con informar a Freud que algo del cáncer aún permanecía en su boca. La
desconfianza de Freud debe haberse despertado seguramente cuando fue enviado
para una serie de tratamientos de rayos.
Es
especulativo, aún verosímil que Hajek envió a Freud para un tratamiento de
irradiación esperando que quizá esta terapia adicional podría curar la lesión
la cual seguramente no había eliminado quirúrgicamente. El terapeuta de rayos
al cual Freud había enviado era Guido Holzknecht. Este respetado maestro e
investigador fue reconocido por establecer la Radiología como una especialidad
de diagnóstico y terapéutica en Viena. Le administró el primer tratamiento de
rayos a Freud, así como también los tantos otros que Freud tendría en sus
próximos 16 años.
El
verano de 1923 Freud se sentía muy dolorido a causa de un tratamiento de rayos.
Freud ignoraba que algún residuo del tumor había quedado. Nadie se lo había
dicho. Fue de visita a Italia y durante en viaje en el tren rápido nocturno
desde Verona a Roma experimentó una súbita y abundante hemorragia en la boca.
No podía haber más ilusiones: el tumor no había sido curado.
Sobre
su regreso de Roma le dijeron la verdad sobre su condición en ese momento, a la
cual enfrentó con ecuanimidad y seriedad. Estuvo de acuerdo en visitar otro
cirujano: Johanns (Hans) Pichler (1877-1949). Este hombre debía cumplir con el
rol instrumental en prolongar la vida de Freud.
Pichler
era hijo de un famoso y conocido dentista austríaco. Fue un hombre
extraordinario, capaz de tratar a sus pacientes con perfecto distanciamiento,
realizando penosas y desagradables maniobras, las cuales fueron absolutamente
necesarias en el tratamiento de Freud.
A
pesar de todo, debajo de esa controlada y apacible conducta se encontraba el
más emocionante de los físicos, atento a todos los detalles. Nada escapaba de
su observación y nada era demasiado insignificante para su consideración.
La
propia disciplina era aparente en todos los aspectos de su vida. La educación
de Pichler era característica de un joven profesional europeo. Los años del
gimnasio fueron seguidos por los estudios de medicina en su país y en otros
países. Poco tiempo después de la graduación, eligió comenzar una carrera
quirúrgica. Inoportunamente desarrolló un eccema a causa de un spray de ácido
antiséptico utilizado para desinfectar las manos antes de la cirugía. Esto necesito
una reformulación sobre los planes de su nueva carrera. Inmediatamente se
convirtió en odontólogo.
Pichler
se preparó en los Estados Unidos en la Universidad de Northwestern, luego
regresó a Viena para iniciar una exitosa y altamente productiva carrera que
duró 30 años. Como un catedrático completo dirigió el Instituto Dental de la
Universidad de Viena. Siempre recalcó que un odontólogo era solo una parte de
la medicina general y la terminación de los estudios de medicina era una
condición antes de la especialización.
Sus
dotes científicas cubrían muchos aspectos de la especialidad. Escribió 125
documentos técnicos, así como también hizo contribuciones para varios libros de
textos. Su trabajo se centró en cirugía de mandíbula y odontología preventiva,
pero también dirigió cuestionamientos de tratamientos protésicos y de resección
de mandíbula. Sus propias experiencias fueron resumidas en un libro de texto de
3 volúmenes claramente escritos y extensamente ilustrado: "Cirugía de boca
y de mandíbulas". Pichler es recordado como un hombre de temperamento
tranquilo y no fácilmente irritable. Desmesuradamente tímido, siempre se lo
veía tranquilamente reservado y modesto. Discreto hasta el extremo, consolaba a
sus pacientes y les daba aliento, Pichler fue muy amable con ellos.
El
26 de Septiembre de 1923, Freud visitó la oficina de Pichler por primera vez.
Estaba situada en un edificio marcado Nº 1, sobre Lichtenfelsgasse, una calle
que atravesaba el centro de la ciudad. El barrio era elegante. Sus edificios
construidos para oficinas de doctores, abogados, viviendas y pequeños negocios
cuya construcción data del año 1880. Muy cerca se encontraba el ayuntamiento.
El
día en que Freud visitó a Pichler por primera vez era un día claro, tranquilo y
templado (-70) grados Fahrenheit. Pichler guardó las notas clínicas de ese día
y las de los años siguientes referidos a Freud, en una letra cuidadosa, versión
en taquigrafía especialmente modificada. Las modificaciones de Pichler,
diseñadas para tratar las complejidades de cirugía de mandíbula, eran
indescifrables para todos excepto para su anciana secretaria, quien, poco
después de la muerte de Pichler en 1949, decodificó y reprodujo 16 años de
notas sobre el tratamiento de Freud, en 75 páginas prolijamente arregladas y
tipiadas sobre un solo lado. Pichler ya había conducido una consulta con Hajek
y este informó a Pichler que identificaba una "leucoplasia papilar proliferativa"
sobre el arco gloso palatino derecho. Hajek sabía muy bien que la enfermedad se
extendía mucho más allá del lugar donde se había realizado la biopsia.
Freud
volvió a Pichler quejándose de trismus (Trismo: contracción tetánica de los
músculos maseteros que impide abrir la boca, N. de R.) e incomodidad en la
boca. Las notas de Pichler describían una úlcera con forma de cráter situada en
la parte posterior de la tuberosidad maxilar. Se destacó que los arcos gloso
palatino y glosofaríngeo habían reducido su tamaño y habían cicatrizado desde
la extracción previa. Se podía palpar una glándula linfática simple debajo del
lado derecho de la mandíbula. Pichler trazó el plan quirúrgico y Freud sentó la
condición que fuera tratado como un paciente que paga y no como un colega. El
procedimiento quirúrgico incluyó la resección parcial del maxilar, así como la
extirpación de una cuña de mandíbula incluyendo la apófisis coronoides y rama
interna. El maxilar, la mandíbula y el tumor podían ser extirpados como un solo
espécimen.
Pichler
explicó en sus notas clínicas que podían realizarlo con facilidad. En la semana
siguiente, Pichler se preparó intensamente para la operación propuesta,
planeada en dos etapas. Los dientes estaban meticulosamente limpios. Fueron
colocados incrustaciones y rellenos, porque la seguridad de la prótesis
diseñada para su uso luego de la resección, dependería de la integridad de los
dientes soporte. Las incrustaciones estaban provistas con botones y broches
sobre los cuales la prótesis podía sujetarse. Una prótesis provisoria fue hecha
y sería más tarde reemplazada por un aparato permanente.
Pichler
comenzó a construir la prótesis tomando impresiones de las mandíbulas y
maxilares de Freud, hecho con gran dificultad debido al trismus. El 4 de Octubre,
Pichler realizó una cirugía sobre Freud por primera vez. Esta tomó lugar en la
sala de operaciones del Sanatorio Auerperg. Durante toda la cirugía la
percepción de Freud estuvo adormecida debido a la administración intravenosa
del narcótico pantopon, un derivado del opio. También fue usada anestesia
local. Esta primera operación consistió en la extirpación de la glándula
salivar submaxilar y nódulos (nudos) linfáticos que rodean, así como la unión
de la arteria carótida externa, seis días más tarde, usando la misma anestesia,
Pichler realizó la resección diseñada para curar el cáncer.
La
operación comenzó con un corte que iba desde la línea media del labio superior
y se continuaba alrededor de la nariz media arriba. Volviendo a la mejilla,
Pichler extirpó la mucosa y encía que rodea los 3 dientes posteriores de la
mandíbula derecha. Cortó el fuerte y firme músculo masticador libre de su unión al músculo zigomático para
que estuviera disponible para ser doblado y cubrir la mandíbula expuesta. Luego
de liberar el músculo temporal de la apófisis coronoides, Pichler extrajo una
cuña de mandíbula. La incisión continuó alrededor del tumor. Cortó a través del
paladar blando, la amígdala superior y la mucosa sobre el romo interno de la
mandíbula. Cinceló a través de la fosa canina y la fosa pterigoidea. Fue capaz
de extraer la masa en bloque, la cual incluía el segmento de la mandíbula con
su apófisis coronoides, el maxilar y el tumor.
Pichler
cerró la herida suturando el borde de la mucosa del paladar al músculo
masticador masetero. Trazó un corte de tejido de 2cms. de ancho desde la mucosa
bordeando la cara interna de la mejilla para cubrir el borde externo de la
mandíbula. Suministró un revestimiento para la superficie en carne viva de la
cavidad, envolviéndolo en un injerto de piel producido desde la rama ascendente
alrededor de un obturador dental compuesto. El injerto también cubría la
superficie en carne viva de la mejilla. Fue colocado un vendaje con gasa de
yodoformo (CH13) y fue insertada la prótesis provisoria.
Pichler
amarró la prótesis a los dientes y luego la sujetó en lugar con su broche.
Pichler amarró la prótesis a los dientes y luego la sujetó en el lugar con su
broche. Escribió que Freud durmió durante la mayor parte de la operación. La
recuperación luego del procedimiento quirúrgico no presentó incidentes
notables.
Luego
de ocho días de la operación, Pichler quitó el vendaje y notó que el injerto de
piel se había adherido a la capa sobre el cual éste había sido colocado. El
colgajo del tejido formado desde la mucosa de la mejilla estaba bien curado.
La
prótesis que Freud usaba para separar la cavidad oral de la cavidad nasal fue
apodado "el Monstruo". Era un dispositivo complejamente construido,
por eso esta prótesis necesitaba de atención permanente, la remoción diaria
para su limpieza era una tarea tediosa.
El
ritual que acompañaba este proceso requería una manipulación compleja por parte
de aquellos quienes atendían a Freud, aún después de muchos años de práctica.
Si la prótesis permanecía fuera de la boca por largo tiempo, los tejidos se
contraían y una subsiguiente reinserción sería llevada a cabo con extrema
dificultad. Después de cada procedimiento operatorio (intervención) era
obligatorio que esta prótesis permaneciera en su lugar por varios días. Por lo
tanto, el limpiado podía ser realizado únicamente llevando un chorro de agua
dentro de la boca. Freud recuerda la primera remoción y reinserción como
totalmente desagradable. Generalmente Pichler tenía que estar presente para
ayudar.
Freud
nunca estaba satisfecho con la manera que la prótesis calzaba. Pichler realizó
cuatro aparatos separados y Freud tenía innumerables quejas sobre cada uno. Con
uno de ellos sentía que no podía hablar correctamente, con otro no podía comer
o tomar y todo causaba dolor en cada rincón imaginable de su boca.
De
los 16 años que Pichler lo trató, Freud visitó su oficina por lo menos 3 o 4
veces por semana o Pichler llamaba a la casa de Freud. Pequeños ajustes a la
prótesis eran hechos en casi cada una de las visitas. La prótesis fue hecha con
una sustancia de caucho llamada vulcanita. En su forma final pesaba alrededor
de 75 gramos.
Por
su gran tamaño fue construida en 2 segmentos separados y podían ser articulados
mientras estaban en su boca. La parte inferior estaba sujeta a la parte
superior por medio de un pequeño gancho resorte. La prótesis era ahuecada. Esto
era ventajoso porque permitía la colocación del radio en caso de que fuera
necesario (cóncava) para permitir la administración de radiaciones locales.
Pichler notificó cientos de resecciones topográficas intraorales de importancia
con reemplazos protésicos y comentó que estas prótesis no tenían efectos
adversos sobre el habla de sus pacientes, abogados y profesores, cuyas
actividades requerían un discurso comprensible y sentían que podían comunicarse
con relativa facilidad con la prótesis en su lugar.
Freud
sin embargo nunca estaba satisfecho con el sonido de su propia voz. Aunque
Freud se quejaba penosamente, un registro acústico de su voz en 1938, demostró
que su voz era difícil pero no imposible de entender. Solo tenía hipernasalidad
y distorsión compensatoria mínima. Cada vez que una muestra era extraída por
Pichler, de la boca de Freud, era enviada a Jacob Erdhelm, un catedrático de
Patología en la Universidad de Viena. Un tímido hombre grandote quien vivía en
su hospital y pasaba 16 horas por día revisando material quirúrgico y de
autopsias.
Este
formidable catedrático con un alto tono de voz, era recordado como un
incansable observador y astuto diagnosticador. Personalmente supervisó cada una
de las 2.000 necropsias realizadas anualmente en su hospital y fue considerado
el primer patologísta de Viena. Sufría del Síndrome de Klinefelter, viviendo
una existencia monástica, con prácticas médicas como única actividad. Ganaba
poco dinero en su puesto académico y compensaba sus ingresos con pacientes
particulares: Freud era uno de ellos.
Erdheim
reconoció la relación directa entre el vicio de fumar de Freud y la aparición
de lesiones precancerosas y cancerosas en su boca: Erdheim mismo dijo: "Si
este hombre no deja de fumar va a morir de cáncer". Y realmente, a pesar
que Freud ocasionalmente conocía la conexión entre el cáncer y el acto de
fumar, nunca dejó de consumir gran cantidad de cigarros por día. La mayoría de
las veces cuando recordaba esta relación, encogía sus hombros y se rehusaba a
dejar de fumar. Aún en las décadas del 20 y del 30 la conexión entre el fumar y
el cáncer era conocida.
El
cáncer de paladar era reconocido como "cáncer del hombre rico",
porque los cigarros eran caros y solo los acaudalados podían pagar por ellos.
Por el año 1931, Freud fue desalentado y desilusionado con la prótesis hecha
por Pichler y otro cirujano intentó proveer a Freud una prótesis. Se esperaba
que este nuevo aparato fuera más cómodo y mejorara el hablar y el comer.
Varaztad
Kazanjianera un dentista y cirujano facial de Harvard. Originalmente un
refugiado, estudió en la Escuela Dental de Harvard. Luego de su graduación ganó
rápidamente buena reputación en Boston por sus exitosos tratamientos de casos
difíciles que requerían de restauración protésica. Hacía creado aparatos únicos
usados en la reconstrucción de daños maxilofaciales ocurridos en la Primera
Guerra Mundial.
En
1931 Kazanjian concurría a un Congreso en Berlín cuando un amigo de Freud le
pidió viajar a Viena. Kazanjian se rehusó absolutamente. Después de repetidos
rechazos el amigo persuadió a su padre, quien era un juez de Boston en la Junta
Directiva de la Universidad de Harvard, para que usara sus influencias. Luego
de recibir un cable de un político influyente, estuvo inmediatamente sobre un
tren camino a Viena.
Usando
el laboratorio de Pichler, Kazanjian creó tres nuevas prótesis para Freud la
cual no resultó más exitosa que las anteriores, tardando tres semanas en
construir la ansiada prótesis por la que cobró 6.000 dólares. Freud, aunque
molesto por el dolor, se sentía más a gusto con este tipo de prótesis y se
refiere a Kazanjian como "un mago reservado y tímido con una sonrisa como
la de Charlie Chaplin".
El
psicoanalista continuó trabajando para producir alguna de sus más importantes
contribuciones a pesar del extremo dolor que experimentó. En muchas de sus
cartas, Freud comentaba del constante dolor, el cual raramente disminuía en
intensidad. Vivió por 13 años sin una reproducción de su escamosa célula
cancerosa. Una vez que el cáncer volvió a reproducirse, las lesiones
aparecieron en áreas de la cavidad oral inaccesible y particularmente difícil
de anestesiar.
Fue
durante un intento de escisión que Freud dijo que simplemente no podía soportar
más. Por el año 1938 las lesiones fueron estimadas irresectibles. Freud tenía
82 años de edad en estos años, débil, envejecido y en mal estado. No era ya
segura su estadía en Viena y fue forzado a emigrar.
Antes
de que se le concediera la visa de salida, Freud tuvo que firmar un documento
certificando que nunca había sufrido tratamiento alguno por la enfermedad, de
manos de los nazis. Freud, por supuesto lo firmó, pero pidió en su irónica
forma que se le permitiera agregar la oración: -"Yo puedo animosamente
recomendar la Gestapo a cualquiera".
Freud
llegó a Londres en Julio de 1938 para pasar los últimos catorce meses de su
vida. Allí fue visitado por Salvador Dalí, el pintor surrealista que veneraba a
Freud. Dalí dibujó a Freud en su presencia y firmó el retrato. En el cuadro
Freud está en una postura de escucha atenta, la pera apoya sobre su mano, los
ojos tienen una profundidad sin límites, la edad e intensidad son reveladas.
Dalí mismo dice del cuadro: -"En este dibujo, yo había prefigurado
inconscientemente su aproximación a la muerte". El retrato nunca le fue
mostrado a Freud.
No
fue posible otra cirugía y aunque mantenía una vigilia cercana, la vida de
Freud estaba llegando a su fin. Durante las últimas semanas se lo mantuvo lo
más confortable posible, pero incapaz de comer se fue debilitando y
gradualmente lo postró totalmente.
Todas
las intervenciones finalmente produjeron un déficit estético caracterizado
por un hundimiento de la hemicara derecha. Pero el hecho que precipitó los
acontecimientos fue la perforación y la gangrena de la piel del lado derecho
de la cara. Ello produjo, aparte del dolor, un olor nauseabundo en su
habitación de tal manera que su perro no quería entrar en la misma e, incluso,
se instaló una cámara con mosquitero alrededor para evitar la molestia que
producía la gran cantidad de insectos que acudían.
(Ya
en Inglaterra) El único calmante que Freud aceptaba (como buen médico era
reacio a administrarse drogas a sí mismo), la aspirina, le resultó
patéticamente insuficiente. Él, que
tantos años llevaba meditando sobre la muerte, no podía engañarse. Sus fuerzas
habían quedado reducidas al mínimo.
El
21 de septiembre tuvo lugar esta estremecedora y realista conversación entre
médico y enfermo:
·
Querido, usted recordará nuestra primera conversación.
Usted me prometió que me ayudaría cuando yo ya no pudiera soportar más. Ahora
es sólo una tortura y ya no tiene ningún sentido.
Schur, bajó los ojos, apretó la mano de
Freud y musitó entre dientes que cumpliría su promesa.
·
Gracias —contestó el anciano—. Cuéntele a Ana (la hija que cuidó de él) nuestra
conversación.
Al
amanecer del día siguiente, el médico se acercó al lecho del moribundo y le
administró una pequeña dosis de morfina. Freud suspiró aliviado y se hundió en
un profundo sueño del que ya no despertaría. Expiró poco antes de la media
noche del 23 de septiembre de 1939.
Que buen artículo, la recopilación historica es muy precisa. Gracias.
ResponderEliminarfantastico, obrigado por este artigo
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