CÁNCER DE CERVIX. PERCY ZAPATA MENDO.
Cáncer de cérvix
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INTRODUCCIÓN
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Cáncer
de cérvix o Cáncer de cuello uterino, tumor maligno del cérvix
o cuello del útero, apertura estrecha del extremo inferior del útero de la
mujer que se comunica con la vagina. El cáncer de cérvix supone el 6% de todos
los cánceres que padecen las mujeres y suele afectar a mujeres entre los 40 y
55 años de edad.
Un crecimiento anormalmente
rápido de células en el epitelio cervical, la capa celular más externa, indica
una lesión precancerosa. Este proceso habitualmente se corrige y el tejido
recupera su estado normal. Pero, en algunos casos, las células cancerosas
invaden la mayoría o la totalidad del epitelio originando un carcinoma in
situ. Si las células cancerosas penetran en las capas más profundas del
cuello uterino y son capaces de extenderse a otros tejidos y órganos del cuerpo
hablamos de carcinoma cervical invasor. La frecuencia de carcinoma cervical
invasor ha descendido en las últimas décadas, aun cuando la incidencia de carcinoma
in situ ha aumentado. La detección precoz y los avances obtenidos en el
tratamiento son responsables en gran parte de ese cambio. El aumento del número
de histerectomías (extirpaciones del útero y del cuello uterino) realizadas en
mujeres mayores puede ser otro factor que ha favorecido este descenso.
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FACTORES DE RIESGO
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El cáncer de cuello uterino
se ha comparado con las enfermedades de transmisión sexual (ETS) debido a que
está estrechamente relacionado con ciertos tipos del virus del papiloma humano
(VPH), que se transmiten por contacto sexual. Hasta un 97% de las mujeres con
cáncer de cérvix están infectadas con VPH. Los estudios indican que las mujeres
que comienzan precozmente a tener relaciones sexuales, las que tienen numerosas
parejas sexuales o aquellas cuyo compañero sexual tiene múltiples parejas
sexuales, tienen un riesgo especial. En un estudio se encontró que el riesgo de
desarrollar cáncer de cuello uterino es de 5 a 11 veces mayor en las mujeres
cuya pareja sexual tiene numerosas parejas sexuales o frecuenta la
prostitución.
Por lo general, el sistema
inmunológico del organismo lucha contra el VPH con éxito y el tejido regresa a
su estado normal entre los 6 y los 18 meses tras la infección. Una nueva
exposición al VPH supone una nueva infección, de modo que cuanto mayor sea el
número de exposiciones, mayor es el riesgo de padecer cáncer. El uso de
preservativos en las relaciones sexuales disminuye el riesgo de contagio del
VPH.
Algunas mujeres pueden
tener cierta predisposición genética a padecer un cáncer de cérvix. En 1999 un
estudio revisó a 127.000 familiares de 75.000 mujeres con cáncer de cuello
uterino. Se detectó un riesgo mayor de padecer este tipo de cáncer entre las
mujeres pertenecientes a la familia de las pacientes. El estudio también señaló
que dichas mujeres están en riesgo de padecer cáncer de cérvix a edades más
tempranas si su madre o una hermana han tenido la enfermedad.
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SÍNTOMAS Y DIAGNÓSTICO
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En las primeras fases
de evolución, la presencia de cáncer de cérvix puede no producir ningún
síntoma. Conforme progresa el cáncer, la mujer puede tener una secreción
vaginal acuosa y un sangrado indoloro. Con el tiempo el sangrado se hace más
frecuente y más abundante y la mujer puede referir dolor en la parte baja del
abdomen o en la zona lumbar.
La mejor técnica para
diagnosticar el cáncer de cuello uterino es el frotis de Papanicolau, que
recibe este nombre de su descubridor George N. Papanicolau. En esta sencilla
prueba, se obtienen células del epitelio cervical con una torunda de algodón o
una espátula especial de madera, que se examinan al microscopio en busca de
lesiones celulares precancerosas o signos de malignidad.
Si el frotis de Papanicolau
revela anomalías del epitelio, se recomienda realizar una biopsia cervical bajo
control colposcópico (colposcopia). En esta técnica, que puede llevarse a cabo
de forma ambulatoria, se utiliza un instrumento parecido a un microscopio,
llamado colposcopio, que facilita al médico una visión ampliada de la vagina y
de la superficie cervical. Si se detecta cualquier tejido anómalo o sospechoso
se obtienen muestras para su análisis (biopsias) utilizando unas pequeñas
pinzas. Si al examinar las muestras al microscopio estas revelan la presencia
de lesiones cancerosas o precancerosas, se realiza bajo anestesia general una
biopsia más extensa, llamada biopsia cónica (conización), para establecer un
diagnóstico definitivo.
En la mayoría de las mujeres
se recomienda realizar un frotis de Papanicolau anual poco después de iniciar
la etapa de actividad sexual. En las mujeres con frotis consecutivos normales
en las que además el riesgo de cáncer de cuello uterino es menor, como es el
caso de aquellas que no tienen actividad sexual o en las que se ha efectuado
una histerectomía, el médico puede decidir realizar frotis de Papanicolau cada
dos o tres años.
Desafortunadamente, un
número significativo de mujeres, en especial aquellas que pertenecen a grupos
socioeconómicos desfavorecidos o cuya edad supera los 60 años, no se realizan
frotis de Papanicolau de forma regular. En un estudio se señaló que de 481
mujeres diagnosticadas de cáncer de cuello uterino avanzado, más del 28% nunca
se habían realizado un frotis de Papanicolau, casi un 33% no se había realizado
ninguno durante al menos los cinco años previos al diagnóstico y un 15% no
regresó para hacer un seguimiento después de un frotis anómalo o no
concluyente.
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TRATAMIENTO
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Puede utilizarse la cirugía
para extirpar el tejido en el que se han hallado lesiones precancerosas y
carcinomas in situ. También se puede emplear la crioterapia, en la que
se utiliza frío extremo para destruir los tejidos, y la electrocoagulación, en
la que se emplea calor. Para tratar el carcinoma de cuello uterino invasor se
utiliza cirugía, radioterapia, quimioterapia (fármacos anticancerosos) de forma
aislada o combinados. El tratamiento de elección depende del tamaño del tumor y
de la fase de evolución en la que se encuentre. Hasta hace poco tiempo, los
médicos trataban el cáncer de cuello uterino avanzado solo con radioterapia.
Sin embargo, en 1999 cinco nuevos estudios comprobaron que la combinación de
radioterapia y el fármaco cisplatino mejoraba la posibilidad de supervivencia
hasta en un 50%.
Por lo general, dos años
después del tratamiento inicial, alrededor de un tercio de las mujeres que
tienen un carcinoma de cérvix invasor pueden sufrir una recidiva de la
enfermedad. Por lo tanto, es importante que aquellas mujeres que han padecido
cáncer de cuello uterino sean controladas a intervalos frecuentes.
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PRONÓSTICO
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Según la Sociedad Americana
del Cáncer, alrededor del 90% de las mujeres diagnosticadas de carcinoma de
cuello uterino invasor sobreviven al menos un año después del diagnóstico. La
tasa de supervivencia a los cinco años del diagnóstico es del 70 por ciento.
Las mujeres diagnosticadas de carcinoma de cérvix in situ tienen una
supervivencia a los cinco años del diagnóstico de aproximadamente un 90 por
ciento. Sin embargo, solo la mitad de todos los cánceres de cuello se descubren
en esta fase de evolución. En general, las tasas de supervivencia son
significativamente inferiores en mujeres con una situación socioeconómica desfavorable,
seguramente porque la probabilidad de que accedan a una atención sanitaria o a
programas de diagnóstico precoz que permitan detectar el cáncer de cuello
uterino en sus primeras fases de evolución es menor.
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