RIÑON. PERCY ZAPATA MENDO, JULIO ZAPATA MENDO.
Riñón
1
|
INTRODUCCIÓN
|
Riñón, cada uno de la pareja
de órganos cuya función principal es la elaboración y la excreción de orina.
2
|
ESTRUCTURA
|
En el ser humano, los
riñones se sitúan a cada lado de la columna vertebral, en la zona lumbar, y
están rodeados de tejido graso, la cápsula adiposa renal. Tienen forma de judía
o frijol, y presentan un borde externo convexo y un borde interno cóncavo. Este
último ostenta un hueco denominado hilio, por donde entran y salen los vasos
sanguíneos y linfáticos, y los nervios. En el lado anterior se localiza la vena
renal, que recoge la sangre del riñón, y en la parte posterior la arteria
renal, que lleva la sangre hacia el riñón. Localizado más posteriormente se
localiza el uréter, un tubo que conduce la orina hacia la vejiga. El hilio se
amplía dentro del riñón formando una cavidad más profunda, el seno renal, por
donde discurren los nervios y vasos sanguíneos y donde el uréter se ensancha,
formando un pequeño saco denominado pelvis renal.
En el interior del riñón
se distinguen dos zonas: la corteza, de color rojizo y situada en la periferia,
y la médula, de color marrón, y localizada más internamente. En la médula hay
estructuras en forma de cono invertido, llamadas pirámides, cuyos vértices, las
papilas renales, se orientan hacia el centro del riñón. Los conductos papilares
que discurren por ellas terminan en unas estructuras, llamadas cálices menores,
que se reúnen en los cálices mayores. Estos desembocan en una cavidad llamada
pelvis renal.
La unidad estructural
y funcional del riñón es la nefrona. En cada riñón existen alrededor de un
millón de nefronas, que se extienden entre la corteza y la médula renal. Cada
nefrona está compuesta por un corpúsculo renal, donde se filtra el plasma, y un
túbulo renal, donde se recoge y modifica el líquido filtrado.
El corpúsculo renal consta
de dos elementos, el glomérulo de Malpighi y la cápsula de Bowman. El glomérulo
es una red esférica u ovillo de capilares que están rodeados por la cápsula de
Bowman, una capa delgada de revestimiento endotelial, en forma de copa, que se
prolonga en el túbulo renal.
Los túbulos renales (o
sistema tubular) transportan y transforman la orina a lo largo de su recorrido.
En los túbulos renales se diferencian tres secciones: el túbulo contorneado
proximal, que es la parte del túbulo que está unida a la cápsula de Bowman; el
asa de Henle, con su porción descendente y ascendente; y el túbulo contorneado
distal. Los túbulos renales de diferentes nefronas desembocan en un solo
conducto, el conducto colector. A su vez, los distintos conductos colectores
convergen en los conductos papilares, que drenan en los cálices menores por los
que la orina discurre hasta los cálices mayores y, finalmente, a la pelvis
renal y a los uréteres.
3
|
FUNCIÓN
|
La orina se forma en los
riñones a partir de la sangre filtrada en los glomérulos. La composición del
líquido filtrado se modifica a su paso por los túbulos renales y los conductos
colectores, como consecuencia de procesos de reabsorción y secreción.
Finalmente, la orina es conducida por los conductos papilares a la pelvis
renal, desde donde desciende por los uréteres hasta la vejiga, donde se
almacena.
3.1
|
Filtración
|
La filtración tiene lugar
en el corpúsculo renal. En cada nefrona, la filtración supone el paso del agua
y de la mayoría de los solutos del plasma desde los capilares glomerulares al
interior de la cápsula de Bowman. La presión arterial en los capilares
glomerulares es elevada, lo que favorece la filtración, a la que se opone la
presión que ejercen las proteínas del plasma y la presión del líquido presente
en la cápsula. Las células sanguíneas, las plaquetas y la mayoría de las
proteínas no se filtran. La cantidad de líquido que se filtra en un minuto en
todos los corpúsculos renales recibe el nombre de filtración glomerular. La
filtración glomerular está regulada por mecanismos de autorregulación renal,
regulación neural de los vasos sanguíneos a través de las fibras simpáticas del
sistema nervioso autónomo y regulación hormonal (angiotensina II y péptido
natriurético auricular).
3.2
|
Reabsorción y secreción
|
Los procesos de reabsorción
y secreción tienen lugar a lo largo del túbulo renal y de los conductos
colectores.
La reabsorción supone
el retorno (de forma active o pasiva) a la circulación sanguínea de casi todo
el agua y muchos de los solutos filtrados (aminoácidos, urea, glucosa e iones
como sodio, potasio, calcio, cloruro, bicarbonato y fosfato). Esta reabsorción
se lleva a cabo a través de todas las células epiteliales del túbulo renal y
del conducto colector mediante ósmosis, difusión, difusión facilitada,
cotransportadores y contratransportadores, y tiene lugar principalmente en el
túbulo contorneado proximal. Así, por ejemplo, a través de cotransportadores
sodio, este ión regresa a la sangre junto con otros solutos, como la glucosa,
que se reabsorbe intercambiándose con la secreción de H+ mediante
contratransportadores Na+/H+. La reabsorción de sodio y
otros solutos origina un gradiente osmótico que favorece la reabsorción de agua
por ósmosis. En el túbulo contorneado proximal se reabsorbe el 65% del agua
filtrada. Cuando el líquido filtrado alcanza el asa de Henle no contiene casi
glucosa, aminoácidos ni otros nutrientes, y el porcentaje de reabsorción de
agua e iones sodio, potasio, calcio, bicarbonato y cloro es mucho menor. Ya en
el tubo contorneado distal, la proporción de reabsorción de agua, cloro, sodio
y calcio es muy pequeña. Cuando el líquido filtrado alcanza el conducto
colector prácticamente todo el agua y los solutos útiles filtrados han
retornado a la sangre.
Por el contrario, la secreción
supone el paso de sustancias desde la sangre y las células del túbulo hacia el
líquido filtrado. Las sustancias que se secretan son iones amonio, potasio,
hidrogeniones, urea, creatinina y algunos fármacos.
La reabsorción y secreción
tubulares están reguladas por cuatro hormonas: la angiotensina II, la
aldosterona, la hormona antidiurética y el péptido natriurético auricular.
En el ser humano, la cantidad
normal de orina eliminada por un adulto en 24 horas varía entre uno o dos
litros. Dicho volumen está influido, entre otros factores, por la ingestión de
líquidos, la dieta, la presión arterial o las pérdidas por vómitos o sudoración
a través de la piel.
Los riñones también resultan
importantes para mantener el balance de líquidos y los niveles de sal, así como
el equilibrio ácido-base. Cuando algún trastorno altera estos equilibrios, el
riñón responde eliminando más o menos agua, sal e hidrogeniones (iones de
hidrógeno). El riñón ayuda a mantener la tensión arterial normal; para ello,
segrega la enzima renina y elabora una hormona que estimula la producción de
glóbulos rojos (eritropoyetina).
4
|
ENFERMEDADES DEL RIÑÓN
|
La nefritis se refiere
a los procesos inflamatorios del riñón. Existen varias formas de nefritis; las
más habituales son la glomerulonefritis y, en menor medida, la pielonefritis y
la nefritis tubulointersticial. Sus características principales son la
presencia de sangre en la orina (hematuria) y de cilindros hemáticos y albúmina
(albuminuria leve a moderada) en el estudio microscópico. Además, puede
constatarse disminución del volumen de orina, edemas e hipertensión.
La forma más común de
nefritis es la glomerulonefritis postinfecciosa, que aparece con frecuencia
entre las tres y las seis semanas después de una infección estreptocócica
debido a un mecanismo de tipo inmunológico. El paciente puede presentar
hematuria. La orina puede ser escasa, pardusca o sanguinolenta. El pronóstico
suele ser bueno y la mayoría de los pacientes se recuperan sin secuelas. Existe
otro grupo de glomerulonefritis de causa desconocida, quizá autoinmune, con un
pronóstico peor y que evolucionan con más rapidez hacia la insuficiencia renal.
La pielonefritis es una
infección bacteriana del riñón. La forma aguda se acompaña de fiebre,
escalofríos, dolor en el lado afectado, micción frecuente y escozor al orinar.
La pielonefritis crónica es una enfermedad de larga evolución, progresiva, por
lo general asintomática (sin síntomas) y que puede conducir a la destrucción
del riñón y a la uremia. La pielonefritis es más frecuente en diabéticos y más
en mujeres que en hombres.
Otro trastorno frecuente
es el denominado síndrome nefrótico, en el que se pierden grandes cantidades de
albúmina por la orina debido al aumento de la permeabilidad de la membrana de filtración
renal, con edema por lo general alrededor de los ojos, pies, tobillos y
abdomen, aumento del colesterol en la sangre y un flujo de orina casi normal.
El síndrome nefrótico está relacionado con algunas enfermedades glomerulares de
causa desconocida y ciertas enfermedades sistémicas como la diabetes mellitus.
La insuficiencia renal
es la disminución o interrupción de la filtración glomerular que puede
producirse de manera brusca (insuficiencia renal aguda) o progresiva
(insuficiencia renal crónica).
La hidronefrosis es el
resultado de la obstrucción del flujo de orina en las vías urinarias, que casi
siempre es consecuencia de anomalías congénitas de los uréteres o de una
hipertrofia prostática. La nefroesclerosis arteriolar está originada por la lesión
de las arteriolas renales, debido a su exposición persistente a presiones
elevadas como consecuencia de una hipertensión de etiología no conocida.
Los cálculos renales,
o piedras en el riñón, se deben al depósito de cristales de sales presentes en
la orina. La mayoría de ellos están compuestos por calcio, principalmente
oxalato de calcio. Otros cálculos están formados por ácido úrico, cisteína y
fosfato amónico. Entre los factores de riesgo están los trastornos que elevan
la concentración de sales en la orina. En algunos casos los cálculos aparecen
cuando el nivel de calcio en la sangre se eleva de forma anormal como en la
hipercalciuria, una enfermedad hereditaria, o en enfermedades que afectan a las
glándulas paratiroides. En otros casos aparecen cuando el nivel de ácido úrico en
la sangre es demasiado alto, por lo general debido a una dieta inadecuada. La
ingestión excesiva de calcio y oxalato en la dieta, junto con un aporte escaso
de líquidos, puede favorecer también la aparición de cálculos. Sin embargo, en
la mayoría de los casos la causa es desconocida. Los cálculos pueden producir
hemorragia, infección secundaria u obstrucción. Cuando su tamaño es pequeño,
tienden a descender por el uréter hacia la vejiga provocando un dolor muy intenso
que a menudo se acompaña de náuseas, vómitos y en ocasiones hematuria. El dolor
cólico producido por los cálculos requiere tratamiento con analgésicos
potentes. Una vez que el cálculo alcanza la vejiga, es posible que sea
expulsado por la orina de forma inadvertida, desapareciendo el dolor. Si el
cálculo es demasiado grande para ser expulsado, es necesario recurrir a la
cirugía o a la litotricia (litotripsia), procedimiento que utiliza ondas de
choque, generadas por un aparato localizado fuera del organismo, para
desintegrar los cálculos.
La uremia aparece en la
fase final de las enfermedades crónicas del riñón y es consecuencia no solo del
fracaso de la excreción renal, que produce la acumulación en la sangre de los
productos nitrogenados resultantes del metabolismo de las proteínas, sino
también de la alteración de las funciones metabólicas y endocrinas que
desempeña el riñón, como la homeostasis del equilibrio hidroelectrolítico y la
síntesis de hormonas. El desarrollo de las diferentes técnicas de diálisis
periódica, cuyo objetivo es eliminar de la sangre los productos de desecho y
toxinas, y la generalización de los trasplantes de riñón han supuesto un gran
avance para estos pacientes.
El tumor de Wilms o nefroblastoma
es un tumor renal que suele manifestarse en niños pequeños. Los últimos avances
en su tratamiento han conseguido porcentajes de curación muy elevados.
Comentarios
Publicar un comentario