¿CÓMO ERA ADOLFO HITLER, PSICOLÓGICAMENTE?. PERCY ZAPATA MENDO.
¿CÓMO
ERA ADOLFO HITLER, PSICOLÓGICAMENTE?
Aunque era
austríaco de nacimiento, Hitler, arquitecto y pintor frustrado, aprovechó las
circunstancias sociales de la Alemania derrotada tras la Primera Guerra Mundial
para establecer en este país un demencial sistema político basado en la
supremacía aria, el nacionalsocialismo y el culto a su propia personalidad.
El historiador
británico Allan Bullock, uno de los más reputados biógrafos de Adolf Hitler,
estaba convencido de que la enfermiza mentalidad del dictador se encontraba
exclusivamente enfocada a la reivindicación del poder absoluto. Efectivamente,
el Führer parece encarnar la misma esencia de la brutalidad. Y aun así, su
elección en las urnas fue aclamada por cientos de miles de personas y buena
parte de Alemania le siguió devotamente a la guerra. ¿Cómo se explica semejante
fenómeno? Ian Kershaw, catedrático de Historia Moderna en la Universidad de
Sheffield, en Inglaterra, autor de un monumental ensayo sobre esta figura,
señala que para entenderlo es imprescindible profundizar en su experiencia
durante la Primera Guerra Mundial.
“Un monstruo lleno de odio incapaz de experimentar la empatía”
"Aquellos
años influyeron mucho en su psicología. En el frente se deshumanizó y desde
entonces no hizo otra cosa que buscar culpables; se obsesionó con dar la vuelta
a la historia", apunta Kershaw en una entrevista en El País. Otros
investigadores, sin embargo, como la escritora y psicóloga de origen polaco
Alice Miller, creen que es necesario ir más allá y penetrar en su infancia para
descubrir las raíces del mal.
Hitler nació en
Braunau, una pequeña aldea austriaca situada cerca de la frontera con Alemania.
Su padre, Alois Hitler, era un modesto y severo agente de aduanas. En su
estudio “How could a monster succeed in blinding a nation?”, Miller comenta
cómo el Führer le relató a su secretaria que en una ocasión fue capaz de contar
los 32 golpes que le propinó Alois sin verter una lágrima. "Hitler
desarrolló una personalidad primitiva, incapaz de experimentar empatía,
sedienta de odio", indica. Quizá por ello Adolf, que era el segundo de
seis hermanos -aunque sólo él y su hermana Paula sobrevivieron a la infancia-,
se sentía especialmente unido a su madre, Klara, cuya muerte, en 1907, le
afectó profundamente. Su padre, que había fallecido cuatro años antes, deseaba
que su hijo fuera funcionario, una perspectiva que no agradaba al joven Hitler,
que se inclinaba más por la pintura y la arquitectura. No lo logró: suspendió
en dos ocasiones el examen de acceso a la Universidad de Linz -donde se
interesó en las ideas antisemitas del profesor Leopold Poetsch- y fue rechazado
por la Escuela de Bellas Artes de Viena "por falta de talento".
Hitler, que
malvivía en la capital austriaca de la venta de sus pinturas, se trasladó a
Munich en 1913, en parte atraído por la potencia de Alemania y en parte para
eludir el servicio militar. Un año después, sin embargo, no dudó en alistarse
como voluntario en el ejército de ese país. Durante la Gran Guerra fue
destinado a Francia y Bélgica como mensajero, alcanzó el grado de cabo y
recibió dos cruces de hierro. Al término del conflicto, Hitler quedó
temporalmente ciego por un ataque con gases tóxicos y fue trasladado a un
hospital de campaña. Allí fue diagnosticado como "peligrosamente psicótico",
una manía que se acrecentó cuando Alemania capituló en noviembre de 1918. Más
tarde, las draconianas condiciones que estableció el Tratado de Versalles
contribuyeron a crear las condiciones sociales y políticas que le darían el
poder. En septiembre de 1919, se unió a un pequeño partido de extrema derecha,
el Partido Obrero Alemán, el futuro partido nazi.
Sobre todo, despreciaba a los judíos y a las democracias
Dos años después,
había ganado una gran notoriedad con sus discursos, en los que atacaba a los
grupos rivales y a los judíos. Su carrera política tomó un rumbo aún más
drástico y en 1923 intentó derribar el Gobierno bávaro en Munich, una acción
que le supuso una condena de cinco años de prisión, de la que sólo cumplió ocho
meses. Aprovechó su estancia en presidio para dictar “Mi lucha”, todo un
manifiesto en el que queda patente su desprecio hacia la democracia y los
judíos.
Ya en libertad,
Hitler aprovechó la crisis económica para atraerse el voto: prometió crear
puestos de trabajo y devolver a Alemania su pujanza. Aunque fue derrotado en
las elecciones de 1932, promovió una ola de revueltas que llevó al Gobierno al
colapso. Así, el 30 de enero de 1933, fue elegido canciller. Año y medio
después se nombró Führer –“Guía”-, y se preparó para eliminar toda oposición.
El Partido se hizo cargo del aparato burocrático, inició el proceso de
eliminación de los "enemigos de Alemania", tomó el control de la
economía y creó la Gestapo, un cuerpo de policía que combatía las
"tendencias peligrosas para el Estado".
El Führer había
preparado el país a conciencia para la guerra. Ian Kershaw señala que Hitler
aprovechó el sentimiento de vergüenza nacional originada tras la Gran Guerra
para intentar destruir a los "pueblos inferiores", una iniciativa
frustrada por la resistencia de británicos y soviéticos y la entrada en el
conflicto de los EE UU.
Aunque nunca tuvo
en mente capitular, su salud, sin embargo, era delicada: padecía jaquecas,
crisis cardiacas y posiblemente ictericia. Y es que para entonces, el dictador
era una ruina humana. En 1931, a raíz del suicidio de su sobrina Geli Raubal,
de la que estaba profundamente enamorado, dejó de comer carne. Su dieta, por el
contrario, incluía grandes cantidades de anfetamina pura que le provocó
irritabilidad y alucinaciones. En un documento de 1943, Henry Murray, miembro
de la Oficina de Servicios Estratégicos, precursora de la CIA, realizó un
informe sobre su personalidad que acabó siendo premonitorio. En él señalaba que
en caso de derrota podría suicidarse de forma dramática. Así fue. En la
madrugada del 29 de abril de 1945, dictó su testamento y contrajo matrimonio
con Eva Braun. Un día después, ambos se suicidaron. Sus cadáveres fueron
sacados al jardín de la cancillería, rociados con gasolina e incinerados.
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