SI ESCUCHA EL RUIDO DE CASCOS… ¿SERÁN CEBRAS O CABALLOS?. PERCY ZAPATA MENDO.
SI ESCUCHA EL RUIDO DE
CASCOS… ¿SERÁN CEBRAS O CABALLOS?
"No
todo lo que cuenta puede contarse,
ni
todo lo que puede contarse cuenta"
Albert
Einstein
El
ejercicio sistemático de cualquier actividad humana nos pone en contacto con
situaciones que se reiteran hasta transformarse en un estándar previsible que
funciona como un prototipo. Durante el
período de aprendizaje las personas aplicamos una serie de conocimientos,
habilidades y estrategias cognitivas que nos permiten tipificar el “caso” al
que nos enfrentamos. Más tarde, la repetición
cotidiana, automatiza y simplifica las operaciones de pensamiento hasta
reducirlas al simple reconocimiento de patrones.
En
el ejercicio de la Medicina también se producen estos fenómenos de
“adaptación”. La identificación de un cuadro clínico se precipita a partir del
reconocimiento de algunos elementos característicos. Así se reducen el esfuerzo intelectual, el
tiempo y la energía necesarios para la resolución del problema. Dado que
procediendo de ese modo se solucionan satisfactoriamente la mayoría de las
consultas de la práctica diaria, el éxito opera como un refuerzo positivo para
fijar estilos cognitivos y adquirir confianza en la exactitud de los
diagnósticos.
El
modelo adaptativo del “experto” se caracteriza por algunos rasgos básicos.
Ø Se abandona el método hipotético/deductivo.
Ø Se emplean “cortocircuitos” automáticos.
Ø Se reconoce el “caso” por patentes o patrones.
Ø Se reconoce el “caso” por su semejanza con casos anteriores.
Ø Se reconoce el “caso” por hallazgos prototípicos.
Esta
situación queda ejemplificada en una clásica frase citada por muchos autores:
“Cuando
escucho cabalgar pienso en caballos y no en cebras”.
La
enseñanza de la Medicina se organiza mediante un aprendizaje analítico mientras
que su práctica opera a través del reconocimiento de estereotipos clínicos. Se
ha calculado que un ejercicio de diagnóstico realizado por un “experto” para
sus estudiantes requiere de unos 30 minutos, mientras que al mismo “experto” le
alcanzan unos 30 segundos de contacto con un paciente para tener una
aproximación bastante certera acerca de cuál es el problema principal que
presenta.
Esta
brecha metodológica resulta frecuentemente oscurecida en la conciencia del
médico que conserva la idea de que procede siempre del mismo modo con que fue
enseñado. El segundo aprendizaje es intuitivo y forma parte del currículum
informal –por lo tanto no explícito- que el ejercicio reiterado establece como
conducta. Los cortocircuitos mediante
los cuales el médico forma sus primeras impresiones incluyen una serie de
elementos de orden emocional que él
mismo no percibe. Los datos significativos prototípicos operan como un “imán”
atrayendo la atención del médico y generando hipótesis diagnósticas a una
velocidad extraordinaria.
El
progresivo acortamiento de la consulta es otro factor determinante para que se
actúe de esta manera. En un exitoso libro del Dr. Jerome Groopman se plantea
una analogía que pone en evidencia los riesgos de la consulta abreviada y la
superpoblación de pacientes para un profesional. El ejercicio resulta muy
ilustrativo.
Imagine
que usted se encuentra al costado de las vías mirando pasar un tren. Su misión
es identificar el rostro de un pasajero –cuyas características genéricas Ud. ya
conoce- a través de las ventanillas del vagón. Toda su atención deberá concentrarse en la tarea para reconocer
aquellos rasgos que le permitirán encontrar a ese individuo.
Ahora
piense en qué sucedería si:
a.
El tren aumenta cada vez más su velocidad con lo que se acortará su tiempo de
observación.
b.
El vagón transporta cada vez a más personas que se confunden con su “objetivo”.
Para
muchos analistas el sistema asistencial se comporta de un modo similar a este
ejemplo: menos tiempo, más velocidad, más pacientes. Todo ello también estimula
mecanismos “adaptativos” en los profesionales que deben afrontar el
cumplimiento de su trabajo en condiciones tan desfavorables.
La
mayoría de los errores médicos son de tipo cognitivo más que técnicos. Pero,
¿existe alguna posibilidad para que los médicos que trabajan bajo intensa
presión se detengan a pensar acerca de su propio pensamiento? (Jerome
Groopman). Una consulta de 15 minutos apenas aporta el tiempo mínimo para
"hacer" pero anula el tiempo para "pensar".
Causas de error cognitivo:
Ø Cierre anticipado del planteo de hipótesis.
Ø Se deja de plantear posibles hipótesis alternativas.
Ø Sólo se seleccionan datos que confirmen nuestra hipótesis.
Ø Se evitan los datos que la refutan.
Los riesgos de ignorar el error
propio:
La
percepción de la propia efectividad produce un grado de confianza creciente al
mismo tiempo que deteriora los mecanismos de la autocrítica y las contrapruebas
que puedan refutar los diagnósticos planteados. Lo que para muchos es un
indicador de habilidad clínica también puede degenerar en un “síndrome
de arrogancia” compuesto por intolerancia a la incertidumbre y
sobrevaloración de la propia efectividad.
Casi
todos los estudios que investigaron la autopercepción de la certeza diagnóstica
demuestran que la mayoría de los médicos padecemos de una verdadera
“descalibración” del sentido de la percepción de nuestra propia eficiencia lo
que permite que se la sobreestime muy por encima de la real. Así se conforma lo
que se ha llamado "escotoma espistemológico" o ceguera a la propia
ignorancia. Se ha establecido que el grado de confianza no predice la exactitud
del diagnóstico.
Un
peligroso exceso de confianza: “Los
caminos de la auto-complacencia”
Ø Tolerancia al error.
Ø Considerar que el error es inevitable.
Ø Subestimar la frecuencia del error.
Ø Se sabe que el error existe pero se supone que sólo lo cometen
otros.
Ø La idea de que es posible errar con frecuencia resulta
inconcebible.
La
clínica médica contiene un alto grado de incerteza que le es inherente. El conocimiento
científico da fundamento al saber médico pero la práctica concreta con el
paciente no es un acto experimental en condiciones de laboratorio con un
exhaustivo control de todas las variables intervinientes. Una serie de
componentes –a menudo no reconocidos- participan en el “arte” del diagnóstico.
Muchos
de ellos son de orden narrativo, comunicacional, lingüístico, intuitivos, etc.
La idea de que todo cuanto acontece en el acto médico es científico, es
estadístico, está sustentado en sólidas evidencias o de que la causalidad de
una determinada patología es simple y linear es tan sólo una ilusión. El
diagnóstico es una operación que se vale del conocimiento científico pero que
sigue siendo una práctica conjetural, cualitativa, hipotética e individual.
Entre la biología y la medicina se extiende un abismo de incertidumbre y de
diversidad que no conviene olvidar.
Dado
que se trata de estudiar casos individuales y fenómenos multicausales es
conveniente disponer de las dos herramientas intelectuales imprescindibles para
representar lo más fielmente posible la complejidad de nuestro objeto de
estudio: la estadística y la narrativa.
La
hegemonía de la primera de ellas, cuya necesidad no merece mayores
justificaciones, suele oscurecer la necesidad de la segunda. En algún sentido,
los médicos también somos historiadores que reconstruyen secuencias de hechos
del pasado, les buscan encadenamientos causales, les atribuyen significados y
formulan pronósticos.
Reconocer
la incertidumbre, someter a prueba las hipótesis, ser conscientes de nuestros
límites, son mecanismos de protección contra el error cognitivo. La habilidad
clínica es una competencia deseable, pero la disolución de la autocrítica y el
ejercicio de la arrogancia son peligros sobre los que conviene mantenerse
alerta. Siempre es posible que, entre el rutinario galope de caballos, alguna
vez, ese clásico sonido proceda de los exóticos pasos de una cebra.
Referencias
bibliográficas:
"How doctors think", Jerome Groopman.
Mariner Books. Overconfidence as a cause of diagnostic error in Medicine, Eta
Berner et al. AJM, 2008, Vol 121 (5A), S2 - S23
Cognitive errors (can they be prevented?). Dr. J.
Willis Hurst. The American Journal of Cardiology. 2008
May 15; 101(10):1513-7. Epub 2008 Mar 17.
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