¿LOS CELULARES PRODUCEN DAÑO A NUESTROS ORGANISMOS?. PERCY ZAPATA MENDO.
¿LOS
CELULARES PRODUCEN DAÑO A NUESTROS ORGANISMOS?
Se
estima que ya son más de 2.000 millones las personas que utilizan teléfonos
celulares en el mundo, de los cuales, 1.700
millones de ellos son Smartphone, que mantienen “pegados” a ellos por largas
horas a sus dueños. Últimamente se ha levantado un rumor de que ellos, por el
tipo de radiaciones que emiten, podrían ser dañinos para la salud. Sin embargo,
por ahora se puede afirmar que no hay evidencias que estas dañen la memoria o
que induzcan cáncer cerebral.
A
poco que se popularizaran los teléfonos celulares comenzaron a aparecer los
detractores, quienes argumentaban que las microondas producidas por ellos
podrían ser dañinas para el cerebro lo que se podría traducir en dolores de
cabeza, alteraciones en la memoria o hasta cáncer. Roger Coghill, científico
inglés, dijo haber efectuado una investigación en la que demostraba que en
estudios realizados en ratas sometidas a microondas por un tiempo prolongado
(en concentraciones equivalentes a las que se emitirían por el uso de un
teléfono celular durante 20 minutos diarios) se producían lesiones cerebrales
(Creces, Abril1 988, pág.10). También se anunció en la prensa, en Febrero del
presente año, que un estudio aún no publicado demostraba que el teléfono
celular producía pérdida de la memoria. Todo esto ha producido una natural
alarma, y estos anuncios han tenido demasiado eco en la prensa.
¿Pero
qué hay de cierto en todo esto? Desde luego, para calmar los espíritus, hay que
señalar que no existen estudios publicados en que se haya demostrado
fehacientemente que el teléfono celular produzca cáncer. Lo que sí ha habido
son algunos resultados que señalan que las emisiones de los teléfonos celulares
producen en los tejidos una variedad de efectos extraños que podrían ser
semejantes a los que produce la radiación biológica (New Scientist, Abril 1999,
pág. 22).
Alan
Preece y sus colegas de la Universidad de Bristol han publicado recientemente
un estudio tendiente a observar el efecto de las microondas sobre la memoria
(International Journal of Radiation Bio/ogy, vol. 75, pág. 447, 1999). Ellos
sometieron a voluntarios a un aparatito que simulaba la emisión de microondas
similares a la de teléfonos celulares, fueran éstos análogos o digitales.
Después de las exposiciones aplicaron a los voluntarios diversos test que
medían la memoria de palabras previamente aprendidas, comprobándose que no
había ningún efecto que permitiera afirmar que ésta se afectaba. Los investigadores
concluyen que no se evidenciaba ningún efecto inmediato sobre las capacidades
cognitivas. Con todo, los hicieron notar que no podían descartar que esos
efectos se pudieran producir por una exposición crónica, durante años, cosa que
ellos no investigaron.
Pero
en la misma experiencia observaron una pequeña anomalía que no esperaban.
Cuando se aplicaban las microondas se producía una disminución en el tiempo de
la respuesta del orden del 4%. Es decir, los voluntarios mejoraban la velocidad
de la respuesta. Los investigadores piensan que las microondas podrían aumentar
la velocidad de las señales eléctricas a través del área de la corteza
cerebral, llamada "girus angular", que es la que conecta las áreas
del cerebro entre visión y lenguaje.
Este
descubrimiento se suma a una lista creciente de hallazgos de efectos
inesperados relacionados con las microondas. Uno de estos efectos que más ha
llamado la atención lo describió David de Pomerai y sus colaboradores de la
Universidad Nottingham. Ellos han estado estudiando la aplicación de microondas
a un pequeño gusano nemátode, cuya biología celular conocen muy bien.
Entre
una serie de experimentos ellos sometieron las larvas de estos gusanos a las
exposiciones de microondas durante toda una noche. Observaron que ellas se
retorcían menos, pero que crecía a una velocidad de un 5% superior con relación
a las larvas del grupo control no expuesto. Frente a estos resultados ellos
sugieren que las microondas aumentan la velocidad de división celular.
Actualmente
los investigadores están observando si el mismo efecto de crecimiento de
división celular, por exposición a microondas, se produce también en células de
mamíferos. De ser así, habría una razón para sospechar que ellas pudieran
potencialmente inducir un cáncer. Hasta ahora no tienen los resultados, pero
para tranquilidad de todos, afirman que los efectos observados con la
exposición de toda una noche de larvas de gusanos a microondas (dada la
longitud de su vida) equivaldrían a toda una década de vida del ser humano.
De
Pomerai está tratando también de averiguar el mecanismo por el cual estas
microondas afectarían la biología del gusano. Ha podido demostrar que en las
células expuestas se induce la producción de proteínas de "shock de
calor". A pesar de su nombre, las "proteínas de shock de calor"
no sólo son producidas por un calor excesivo, sino por cualquier stress que
dañe las proteínas. El calor generado por las microondas en los experimentos de
Pomerai fue demasiado pequeño como para que estimulara su producción, de modo
que él piensa que las microondas hacen algo más que inducir stress.
Por
otra parte, Henry Lai de la Universidad de Washington, en Seattle, cree que las
microondas, incluso a una baja energía, podrían gatillar un stress bioquímico.
Han comprobado que las ratas expuestas a microondas producen sustancias que
inhiben el dolor, como son las endorfinas. Más aun, él ha descubierto que las
microondas en ratas incrementan la producción del "Factor de Liberación de
la Corticotrofina" (la hormona del stress) y, además, altera el flujo de
acetilcolina en el cerebro. Este es un neurotransmisor relacionado con la
memoria y los estados de alerta.
Finalmente,
Michael Repacholi, investigador del Royal Hospital de Adelaide, en Australia,
comunicó que después de exponer ratas durante 18 meses a microondas semejantes
a las de un teléfono celular, éstas incrementaron notablemente la frecuencia de
linfomas, en comparación al grupo de control que no se expuso.
Esta
noticia que produjo una natural alarma no ha podido ser confirmada por otros
investigadores que repitieron igual experimento. Hasta aquí está la situación aún
imprecisa.
Tercia en el problema la organización
mundial de la salud
Para
comprobar si alguno de estos problemas realmente existe se ha formado un grupo
de epidemiólogos, organizados por la Organización Mundial de la Salud y
liderados por Ripacholi. Costará 4 millones de dólares y comprometerá a 3000
personas que usen teléfonos celulares, las que se compararán con otro grupo
similar que no los use. Los fondos provienen de las empresas fabricantes de
teléfonos celulares. La idea es ver si existe o no una mayor frecuencia de
tumores cerebrales en los usuarios de éstos.
Para
ello se aplicará una encuesta que pregunta acerca del tipo de teléfono que usa,
cuán a menudo lo usa y por cuánto tiempo lo ha usado. Con todo, es posible que
tampoco de aquí salga una respuesta definitiva, ya que puede haber también
otros factores condicionantes ligados al tipo de vida de los usuarios. No cabe
duda que los que pasan con el teléfono pegado a la oreja constituyen un grupo
muy especial de personas, con un estilo de vida también muy especial, por lo
que pueden de por sí tener mayor riesgo de cáncer. Por otra parte, el
desarrollo del tumor cerebral puede tomar años, por lo que habría que hacer un
seguimiento durante mucho tiempo.
Se
puede predecir que este tipo de estudio epidemiológico es difícil de
interpretar, porque está muy influenciado por factores emocionales. Así por ejemplo,
el año pasado Kjell Hansson del National Institute for Working Life de Suecia,
realizó una encuesta encontrando que los que hablaban largo y frecuente por
teléfonos celulares se quejaban también más frecuentemente de dolores de cabeza
y de cansancio, como también de calor alrededor del oído cuando usaban el
teléfono. Sin embargo, igual encuesta realizada en Noruega no dio estos
resultados. Cabe destacar que en Suecia la prensa ha comentado mucho acerca de
las complicaciones por el uso de teléfonos celulares, mientras que en Noruega
los medios de comunicación prácticamente no se han referido al tema.
Más antecedentes
Se
sabe que las radiaciones ionizantes, como los rayos X y los rayos gama, pueden
quebrar uniones químicas dañando el DNA y así gatillar un cáncer. Pero las
microondas no poseen tal energía como para producir este efecto.
Con
sólo una milésima del poder de microondas de un horno, es poco probable que el
teléfono celular vaya a cocer su cerebro. Si su oreja se calienta un poco es
sólo por un ligero calentamiento de las baterías y del circuito.
¿Cómo
podría entonces el teléfono celular alterar las células vivas? Los
investigadores están estudiando el tema sin llegar a una conclusión. Sin
embargo, Gerald Hayland, físico teórico de la Universidad de Warnwick está
preocupado más que por la intensidad de las radiaciones, por su frecuencia. El
cree que nuestras células producen pequeñísimas emisiones electromagnéticas a
"frecuencias endógenas". Más aún, él afirma que las emisiones de las
células vecinas son coherentes, o en fase de una con otra, a diferencia de la
luz que produce el rayo láser. El problema con las microondas, dice Hayland, es
que ellas podrían interferir con esta emisión de frecuencias endógenas,
obteniéndose una interacción de resonancia. Hayland cree que estas frecuencias
endógenas de las células ayudan a controlar procesos como el ritmo de división
celular, lo que explicaría que éstas pudieran gatillar un cáncer. Pero el
problema es que la existencia de estas frecuencias endógenas no ha sido
comprobada.
Hayland
cree que él también puede explicar por qué los teléfonos celulares podrían
afectar las condiciones cognitivas. Ellos emiten sus microondas en pulsos, que
son de alrededor 10 veces por segundo. Estos pulsos resuenan en las ondas alfa
del cerebro, que tienen semejantes frecuencias. En todo caso esta idea no ha
sido demostrada.
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