VÁRICES
VÁRICES
Las
varices, también conocidas como insuficiencia venosa periférica, son
dilataciones de las venas que no cumplen correctamente su función de llevar la
sangre de retorno al corazón y, por lo tanto, la sangre se acumula en ellas, y
se dilatan y vuelven tortuosas.
Habitualmente
se utiliza el término varices para hacer referencia a las que aparecen en las
piernas, por ser las más frecuentes, pero pueden surgir también en otras zonas
del cuerpo como el esófago (várices esofágicas), la región anal (hemorroides) o
en los testículos (varicocele).
La
frecuencia con que aparecen depende de muchos factores, pero teniendo en cuenta
únicamente las que dan lugar a manifestaciones clínicas, se puede considerar
que entre un 10% y un 15% de la población las padece, aumentando este
porcentaje con la edad y el sexo, pues hay más mujeres afectadas que hombres.
Causas de varices
Las
venas son los vasos encargados de llevar la sangre de vuelta al corazón, una
vez que han irrigado todos los tejidos aportándoles oxígeno y nutrientes, lo
que se llama retorno venoso.
Hay
que tener en cuenta que, dada la posición erguida del ser humano, la sangre de
las piernas debe ascender, venciendo la fuerza de la gravedad, lo que supone un
esfuerzo añadido. Para facilitar esta tarea, las venas tienen en su interior
unas válvulas que impiden que la sangre retroceda, y cuentan además con la
colaboración de los músculos de las piernas que, al contraerse, ayudan a
empujar la sangre, estableciendo un sentido único hacia el corazón.
La
almohadilla plantar también contribuye al correcto desarrollo de este proceso.
La almohadilla está formada por un conjunto de vasos que se llenan de sangre,
como una esponja, y, al apoyar el pie, la presión ejercida sobre la planta del
mismo empuja esa sangre hacia el corazón.
Cuando
por alguna razón estas válvulas no pueden cumplir su misión de impedir el
reflujo, la sangre se acumula, aumentando la presión, dilatando y alargando las
venas (por lo que tienen que retorcerse formando nudos), y alterando su pared,
por lo que puede llegar a salir líquido al exterior (extravasación) de la vena,
alterando los tejidos de esa zona.
Factores de riesgo de varices
Las
siguientes situaciones pueden ser factores de riesgo que predispongan a la
aparición de varices:
La posición de pie: esta postura aumenta la presión de la columna venosa
y dificulta el ascenso de la sangre al corazón.
La herencia: las personas con antecedentes familiares de varices
tienen dos veces más probabilidades de padecerlas que las que no los tienen.
La predisposición constitucional: una debilidad generalizada del tejido conectivo
implica una pérdida de tono de las paredes de las venas, que facilita la
aparición de varices.
La edad: con la edad aumenta el riesgo de padecerlas.
El sexo: las mujeres las padecen con mayor frecuencia que los
hombres, lo que parece estar relacionado con factores hormonales.
La obesidad: se ha comprobado que las personas obesas tienen el
doble de posibilidades de tener varices que las de peso normal. El sobrepeso
incrementa la incidencia al aumentar la cantidad de sangre que llega a las
piernas y que debe ser evacuada por las venas.
El estreñimiento: la dificultad para defecar obliga a permanecer más
tiempo sentado en el servicio, y a realizar mayores esfuerzos para expulsar las
heces. Estos esfuerzos hacen que aumente la presión dentro del abdomen, por lo
que también aumenta en las venas abdominales, lo que dificulta la salida de la
sangre de las piernas y, por tanto, incrementa el riesgo de padecer varices.
Los anticonceptivos: producen retención de líquidos y, por lo tanto, mayor
volumen sanguíneo.
El embarazo: las varices aparecen con mayor frecuencia durante el
embarazo debido a varios factores y, especialmente, por los cambios hormonales,
la presión del útero sobre los grandes vasos, y el aumento de peso.
La falta de ejercicio: la falta de actividad de los músculos de las piernas
hace que estos no colaboren para empujar la sangre hacia el corazón.
Tipo de trabajo: los trabajos en los que se tenga que permanecer mucho
tiempo de pie hacen que la sobrecarga sea mayor.
Síntomas de varices
Además
del perjuicio estético que ocasionan, las varices pueden dar lugar a síntomas
variables y que afectan de manera distinta según las personas, por lo que no se
debe pensar que la ausencia de ciertos síntomas implica que no se tienen
varices.
Entre
los más significativos según avanza la enfermedad, destacan:
Visualización de la red venosa de las
piernas. En general, pueden verse
varices en cara antero externa de muslos, detrás de las rodillas, y en cara
interna de piernas, pero al principio no suelen aparecer otros síntomas.
Pesadez y cansancio en las piernas. Sobre todo cuando se está mucho tiempo inmóvil de
pie, y a última hora del día. Esto ocurre porque empieza a acumularse la sangre
en las venas de las piernas. Normalmente los síntomas mejoran al andar, con el
ejercicio, y al levantar las piernas.
Dolor. De intensidad variable según las personas. Normalmente se localiza en
los trayectos de las venas afectadas, principalmente tobillo y pantorrilla.
Puede empezar o aumentar con un simple roce, o un golpe de poca importancia.
Calambres. Principalmente nocturnos.
Hormigueos. Especialmente cuando las piernas permanecen mucho
tiempo en la misma postura, por ejemplo en el cine o durante viajes en autocar
o avión.
Sensación de calor o picores y
escozores. Principalmente en tobillo y
dorso del pie. Debe evitarse el rascado, pues pueden hacerse heridas con
facilidad, al ser la piel más débil por la mala circulación y, también por este
motivo, infectarse con facilidad.
Hinchazón o edema de los pies y
tobillos. Aparece, según avanza la enfermedad,
al acumularse el líquido extravasado. Al principio disminuye con el reposo, con
las piernas elevadas, y al levantarse por la mañana, pero poco a poco se vuelve
más persistente y puede llegar a ser permanente. Con el avance de la enfermedad
puede ir ascendiendo a lo largo de la pierna.
Cambios de coloración en la piel. Manchas parduscas o violáceas que aparecen debido a
la salida de glóbulos rojos de las venas afectadas que se acumulan debajo de la
piel. Estos acúmulos deterioran la piel y la grasa que está debajo, ocasionando
reacciones inflamatorias y dando lugar a zonas endurecidas, dolorosas y eccematosas.
Varices o venas dilatadas y retorcidas. Al avanzar el deterioro de las venas, estas se van
dilatando y alargando, por lo que tienen que hacer curvas para acoplarse al
espacio disponible.
Aparición de úlceras. Suelen aparecer cerca de los tobillos y, con mayor
frecuencia, en la cara interna. Con frecuencia resultan bastante dolorosas y
difíciles de curar. Se infectan con facilidad, lo que aumenta la dificultad
para su curación. A veces son debidas a las lesiones por rascado, y otras
surgen de forma espontánea.
Complicaciones de varices
Debe
tenerse en cuenta que algunos procesos que se describen en el apartado de
síntomas, aparecen después de un largo proceso de evolución sin tratamiento
(Grados III y IV), por lo que pueden considerarse como complicaciones.
Así
pues, podemos considerar como complicaciones de las varices:
Cambios en la piel: aparte de la aparición de manchas originadas por el depósito
de glóbulos rojos, cuando la acumulación de estos y de líquidos aumenta, se
producen alteraciones en la piel y en los tejidos que están bajo la misma
(alteraciones tróficas), debido a que los nutrientes no llegan correctamente.
Como consecuencia de estas alteraciones, la piel se endurece, presenta un
aspecto seco y escamoso, con cambios de color generalizados (ya no son manchas
más o menos aisladas) e intensos picores.
Úlceras varicosas: con mucha frecuencia aparecen como consecuencia del
rascado, debido a los picores por las alteraciones de la piel. Se presentan
sobre todo en la cara interna de los tobillos y son dolorosas, bastante
difíciles de curar, y se infectan con facilidad.
Hemorragias: se producen por la ruptura de las venas varicosas,
cuya pared está muy debilitada, al igual que la piel, saliendo la sangre al
exterior. Pueden deberse al rascado, por un traumatismo que puede ser mínimo, o
incluso producirse de forma espontánea, pudiendo ocurrir mientras el paciente
duerme, lo que puede aumentar su gravedad si este no se da cuenta. La sangre
suele ser oscura y fluye continuamente, sin borbotones, por ser sangre venosa.
Como todas las hemorragias, son muy escandalosas, pero no suelen tener
demasiada importancia si se tratan adecuadamente; lo que debe hacerse es elevar
la pierna y aplicar un vendaje compresivo y, por supuesto, acudir al médico
para que pueda establecer un tratamiento definitivo, que evite su reaparición.
Flebitis superficial: es la inflamación de una vena varicosa y no debe
confundirse con la flebitis profunda, que aparece en situaciones muy distintas y puede tener
graves repercusiones. Se observa la vena varicosa como un cordón dilatado y
endurecido, y hay una zona inflamada a su alrededor, que está caliente, enrojecida y dolorosa.
Infecciones: las lesiones producidas por el rascado, así como las
úlceras varicosas, e incluso la propia fragilidad de la piel, pueden facilitar
la entrada a organismos oportunistas, y dar lugar a infecciones que será
necesario tratar adecuada e insistentemente, pues suelen ser bastante rebeldes
al tratamiento. La zona infectada es dolorosa, y se verá inflamada, enrojecida
y caliente, pudiendo haber supuración.
Trombosis de las venas varicosas: ocurre por la formación de un coágulo en el interior
de las venas varicosas y, con frecuencia, se da conjuntamente con la flebitis,
pues esta puede facilitar la aparición de trombos, y el trombo suele provoca la
inflamación de la vena. Por este motivo, sus síntomas son muy similares.
Normalmente no suele plantear consecuencias graves, salvo que el trombo se
produzca en una zona en que pueda desprenderse y alcanzar la circulación
profunda.
Embolismo pulmonar: es una complicación muy poco frecuente en las
varices, pues para que ocurra tendría que desprenderse un trombo y, como se ha
señalado, alcanzar la circulación profunda, llegar al corazón y, desde este, a
las arterias pulmonares.
Tipos de varices
Las
varices tienen cuatro grados o tipos:
Varices Grado I o varículas
En
esta etapa, se ven en algunos sitios y a través de la piel, las venas finas de
color violáceo. A veces pueden tener forma estrellada, y se denominan arañas
vasculares. Por lo general son únicamente un problema de tipo estético pero, en
determinadas ocasiones, pueden producir sensación de pesadez y cansancio en las
piernas.
Varices Grado II
Las
venas se van haciendo más visibles y empiezan a notarse los primeros síntomas
como:
·
Pesadez y
cansancio en las piernas.
·
Dolor.
·
Calambres.
·
Hormigueos.
·
Sensación de
calor o picores y escozores.
Varices Grado III
Las
venas están más dilatadas y tortuosas. Los síntomas van aumentando
progresivamente, y aparece hinchazón y edemas y cambios de coloración en la
piel.
Varices Grado IV
Aparecen
zonas eccematosas y úlceras. Las úlceras son difíciles de tratar y pueden
infectarse con facilidad.
Diagnóstico de varices
El
diagnóstico de varices es muy sencillo, y en muchos casos viene hecho por el
propio paciente. La exploración debe realizarse de pie, ya que esta postura
favorece la aparición de las varices. A simple vista, se ve la red venosa
dilatada, lo que indica la situación y extensión del problema. Además, también
se puede apreciar la coloración y aspecto de la piel, la existencia o no de
otras lesiones como manchas, lesiones por rascado o úlceras, lo que permite
valorar, en principio, el grado de afectación.
A
la palpación se observa el aumento de la tensión venosa y la existencia o no de
dolor.
Con
estos datos ya es posible una primera evaluación de la importancia del
problema, lo que se debe confirmar posteriormente con otras pruebas como:
Eco-Doppler: la prueba más importante por el momento es el
eco-doppler, técnica que combina la ecografía (para ver las venas y arterias en
su trayecto y comprobar las alteraciones que puedan existir en su interior) y
el efecto Doppler (en el que se basan la mayor parte de los radares de
tráfico), que muestra el flujo venoso y sus anomalías. La prueba debe hacerse
con el paciente de pie y tumbado. Es una prueba no dolorosa y que no necesita
preparación previa.
Flebografía: anteriormente muy utilizada; consiste en inyectar un
contraste yodado en la vena y luego realizar una radiografía. Está casi
descartada por ser dolorosa y presentar riesgos innecesarios, y su utilización
se limita a casos muy concretos.
Otras pruebas: hay más pruebas que pueden realizarse para el
diagnóstico de las varices como: resonancia magnética (RNM), tomografía axial computarizada
(TAC) y angiografía con isótopos. Pero, desde la aparición del eco-doppler
apenas se utilizan.
Tratamiento de las varices
Las
varices son una enfermedad degenerativa y progresiva que, generalmente, no es
grave, pero resultan antiestéticas y pueden causar molestias. En muchos casos,
el tratamiento de las varices será paliativo, es decir, servirá para aliviar la
sintomatología y evitar o retrasar su progresión. En otros, pueden curarse
definitivamente.
Debe
plantearse el tratamiento en el caso de las varices desarrolladas, las que han
producido alteraciones en la piel o grasa subcutánea, y aquellas en las que se
quieren evitar futuras complicaciones (riesgo de tromboflebitis, úlceras o
hemorragias). Por motivos puramente estéticos pueden tratarse las varículas o
las arañas vasculares.
En
este apartado se relacionan brevemente los diversos tratamientos de las varices
disponibles. No obstante, es importante resaltar que, antes de iniciar
cualquier terapia, es preciso consultar con un profesional cualificado, que
aconsejará sobre las técnicas más adecuadas en cada caso, y las ventajas e
inconvenientes de las mismas, así como sus posibles contraindicaciones o
complicaciones.
Medidas físico-higiénicas
Consisten
en la corrección de los factores que dan lugar a la aparición de varices y que
se describen en el siguiente apartado de prevención. No curan las varices, pero
mejoran los síntomas y evitan el desarrollo de complicaciones. Se debe
controlar el sobrepeso y realizar ejercicios que favorezcan el retorno venoso
mediante el desarrollo de la musculatura de las piernas. Es importante la
higiene cuidadosa y la hidratación de la piel de las piernas. En la mayoría de
los casos es recomendable el uso de medias elásticas de compresión.
Fármacos para las varices
Existen
numerosos medicamentos que actúan aumentando el tono de la pared venosa, o
mejorando la reabsorción del exudado, y otros que ayudan a aliviar los síntomas
o tratar las complicaciones. Son fundamentalmente útiles, como medidas
complementarias al resto de tratamientos.
Entre
los medicamentos que más se utilizan en el tratamiento de las varices destacan:
Para aumentar el tono venoso
Cuando
la vena está afectada por varices, su pared se dilata y debilita. Hay
medicamentos que vuelven a dar firmeza a la pared alterada y reducen la
extravasación de plasma, proteínas o agua en el tejido que rodea a los vasos,
impiden la formación de edemas y reducen los ya existentes, como:
·
Extracto de
Ginkgo biloba.
·
Flavonoides.
·
Escina.
·
Extracto de
centella asiática.
·
Extracto de
castaño de indias.
·
Troxerutina.
·
Anticoagulantes
de uso tópico
Impiden
la formación de trombos, facilitando la circulación y limitando o eliminando
los acúmulos de glóbulos rojos en los tejidos.
Para
el tratamiento de las complicaciones es necesario administrar también otros
medicamentos, entre los que se pueden citar:
·
Analgésicos. Para
aliviar el dolor.
·
Antibióticos. Se
aplican cuando hay alguna infección, y a veces como refuerzo en el tratamiento
de las úlceras.
·
Anticoagulantes.
Además de los usados localmente, si hay riesgo de trombos a veces es necesario
usarlos a nivel general.
·
Antiinflamatorios.
Para reducir la inflamación, ya sea debida al edema o a otras complicaciones.
·
Cicatrizantes.
Principalmente para el tratamiento de las úlceras varicosas.
·
Corticoides.
Están indicados cuando hay alteraciones en la piel o eccemas.
·
Diuréticos. Se
utilizan para eliminar líquidos y disminuir la hinchazón de las piernas y los
edemas.
Hay
otros muchos medicamentos que pueden utilizarse (siempre bajo prescripción
médica), en determinados casos, en el tratamiento de las varices y dependiendo
de la existencia, o no, de otros procesos patológicos que coincidan en un mismo
paciente.
Cirugía para tratar las varices
Método
tradicional o stipping
Consiste
en eliminar las venas afectadas seccionándolas entre dos ligaduras realizadas
en sus extremos y extirpándolas por tracción. Sus ramas colaterales se extraen
mediante micro incisiones. Este tratamiento plantea varios problemas, pues, por
una parte, requiere anestesia general y se necesita una convalecencia más larga
y, por otra, los resultados estéticos no son muy buenos, ocasionan hematomas y
dolores y, además, con el tiempo, pueden volver a aparecer varices afectando a
otras venas.
Además,
al eliminar, generalmente, la vena safena, se impide la posibilidad de utilizar
posteriormente esta para realizar otras intervenciones como un bypass. Es
posible, a veces, al extraer la vena, que se lesione el nervio safeno, que
discurre cerca de ella, produciendo parestesias.
Microcirugía
Es
una técnica más moderna en la que se eliminan únicamente los trayectos
afectados, mediante incisiones mínimas.
Esta
técnica tiene varias ventajas sobre la cirugía tradicional, pues se realiza con
anestesia local y no precisa estancia hospitalaria, la recuperación es, por lo
tanto, casi inmediata, el resultado estético es mejor, y al suprimir solo los
trayectos afectados, se conserva la posibilidad de utilizar los tramos sanos
para un posible by pass.
Escleroterapia
Consiste
en producir la irritación de las paredes interiores de la vena (endotelio), de
manera que esta se cierre por sí misma, quedando esclerosada, es decir, como un
cordón cicatrizado sin sangre en su interior y, por tanto, prácticamente
invisible.
Su
mayor problema es la posibilidad de que, si la esclerosis no es total, la vena
pasado el tiempo pueda volver a abrirse y dejar fluir la sangre, aunque el
avance de las técnicas está reduciendo de forma muy importante esta
posibilidad. También es preciso tener en cuenta que no todas las varices pueden
tratarse con estas técnicas.
La
esclerosis se puede conseguir fundamentalmente de dos formas:
Esclerosis
química: se introducen en las
venas sustancias químicas que producen la esclerosis de las mismas. Pueden
utilizarse varios tipos de sustancias:
·
Líquidos: se
introduce una sustancia líquida que irrita la pared de la vena y hace que esta
se esclerose.
·
Espumas:
suelen utilizarse los mismos productos que en el caso anterior pero en forma de
espuma, lo que hace que aumente la superficie de contacto y, por tanto, la
irritación del endotelio, y haya que utilizar menos cantidad. Además, al tener
mayor contacto, la esclerosis será más completa.
Crio
esclerosis: se enfría a muchos
grados bajo cero la sustancia esclerosante, y esto aumenta su capacidad de
irritación del endotelio. Aunque este método debería considerarse como un
método mixto, pues es a la vez químico (por la sustancia que se inyecta) y
físico (por el frío).
Esclerosis
física: se produce la esclerosis
de la vena utilizando métodos físicos como la luz (foto esclerosis o laserterapia)
o las ondas de radio (radiofrecuencia) que, al actuar sobre el endotelio,
literalmente lo queman, haciendo que las venas prácticamente desaparezcan.
Fundamentalmente se diferencian dos tipos:
Láser
o fotoesclerosis
El
láser es un rayo de luz de un solo color (monocroma) que es captada
específicamente por un color. Las células que tienen ese color, absorben la
energía luminosa, se calientan, y terminan por destruirse por este calentamiento,
sin que esta destrucción afecte a los tejidos circundantes. En los tratamientos
con láser de las varices lo que se calientan son los glóbulos rojos y, al
transmitir ese calor al endotelio, hacen que este se esclerose.
Se
pueden diferenciar varias formas de aplicación del láser:
Láser
superficial: se aplica desde el
exterior, a través de la piel. Se utiliza principalmente para tratar las
varículas y arañas vasculares y pequeñas venas superficiales. Está
contraindicado en aquellas personas con la piel oscura, en tratamiento con
anticoagulantes, y en aquellas con tendencia a cicatrización aumentada.
Endoláser
o láser interno: se introduce en
la vena una delgada fibra óptica que durante su recorrido va cerrando la vena
afectada. No permite su utilización en venas excesivamente tortuosas y algunos
otros casos.
Terapia
fotodinámica: es una técnica en
la que se combina el láser externo con la esclerosis química, aplicando como
sustancia esclerosante un producto que aumenta considerablemente la eficacia
del láser, lo que permite aplicarla en venas grandes y tortuosas sin producir
daños en la piel.
Radiofrecuencia
Se
utilizan ondas de radio que mediante la introducción en la vena de un catéter
con dos polos, que son los que transmiten la energía térmica a la pared del
endotelio, producen el cierre de la vena. No se puede utilizar en venas muy
tortuosas.
Prevención de las varices
La
prevención de las varices es especialmente importante cuando se tienen
antecedentes familiares de varices, o existen factores de riesgo que pueden
hacer sospechar su posible aparición. Habrá, por tanto, que seguir las
recomendaciones destinadas a evitar su aparición, especialmente si existen
factores de riesgo que no es posible evitar como: herencia, sexo o embarazo.
Estas
son las diez claves para prevenir las varices:
1.- Sobrepeso: debe evitarse el sobrepeso, tan frecuente en las
sociedades desarrolladas, pues favorece la aparición de varices. Aquí podrás
encontrar algunas recomendaciones más concretas para cuidar tu alimentación en
relación a tus varices.
2.- Estreñimiento: es necesario controlar el estreñimiento. Una dieta
rica en verduras, frutas, legumbres y cereales, mejor si son integrales,
favorece el movimiento intestinal, y la fibra que contienen estos alimentos
capta agua y hace las heces más blandas y voluminosas, con lo que facilita el
tránsito intestinal. En caso de que esto no sea suficiente se pueden utilizar
complementos naturales como semillas de lino, ricas en fibra, o algún laxante
suave. Si el estreñimiento persiste debe consultarse con el médico.
3.- Ejercicio: realizar ejercicio físico de forma regular, sobre
todo andar. La movilización de los músculos de las piernas ayuda a impulsar la
sangre hacia el corazón, evitando que se acumule y pueda dilatar las venas.
También es un buen ejercicio subir y bajar escaleras en lugar de utilizar el
ascensor. La práctica del ciclismo y la natación son igualmente buenos
ejercicios para las piernas. Aquí te proponemos algunos ejercicios específicos
para controlar las varices.
4.- Calzado: se debe evitar el cazado plano o con tacones altos,
al igual que el que sea muy ajustado, pues dificultan el retorno venoso y
restan eficacia a la musculatura de las piernas. Se recomienda utilizar calzado
amplio y cómodo, con un tacón de entre 3 y 5 cm. Si se nota pesadez de piernas,
e incluso se hinchan, puede servir de alivio la utilización de medias elásticas
de compresión progresiva.
5.- Ropa: No utilizar ropa muy ajustada pues, al comprimir
ciertas zonas, dificulta el retorno venoso.
6.- Postura: no permanecer mucho tiempo de pie sin moverse, o
estar sentado durante mucho tiempo con las piernas cruzadas. En caso de que por
el trabajo sea imprescindible hacerlo, deben darse cortos paseos periódicamente
y cambiar la posición de las piernas con frecuencia y, cuando sea posible,
poner las piernas en alto. Es aconsejable dormir con las piernas ligeramente
levantadas. También debe evitarse estar sentado con las piernas colgando.
7.- Temperatura: hay que evitar las temperaturas altas, especialmente
cuando solo afectan a los miembros inferiores, como braseros o calefactores
dirigidos a las piernas, pero también la exposición al sol, la sauna, o los
baños muy calientes. También es desaconsejable la exposición a frío intenso
pues, aunque en primera instancia, hace que las venas se contraigan y puede
aliviar algunos síntomas, posteriormente da lugar a una dilatación venosa que
agrava el proceso. Sin embargo, es muy recomendable darse en las piernas duchas
de contraste, alternando agua caliente y fría durante unos minutos.
8.- Masajes: una buena medida es un masaje diario, tumbado y con
las piernas levantadas, desde el tobillo hasta el muslo. Puede ser conveniente,
sobre todo si han aparecido manchas, utilizar una crema con anticoagulante para
intentar hacerlas desaparecer.
9.- Rascado: aunque las varices con frecuencia producen picores,
no hay que rascarse, sobre todo cuando la piel está debilitada, pues puede
romperse una variz o producirse alguna herida, que se infectan con facilidad y
suelen ser difíciles de curar. Cuando haya picor, muchas veces debido a que la
piel se reseca, debe utilizarse una crema hidratante o específica para las
varices, que siempre debe ser prescrita por un profesional.
10.- Medidas higiénicas: es recomendable, sobre todo cuando la piel está
debilitada, la limpieza diaria con agua y jabón de las zonas afectadas, para
evitar el riesgo de infecciones. Cuando han aparecido úlceras, deben hacerse
curas limpiando la zona con suero fisiológico, y aplicando pomadas que
contengan sustancias cicatrizantes y antibióticos. Por supuesto, estas medidas
deben ser establecidas por el médico.
Fuente:
webconsultas
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