HERPES.
ME DIAGNOSTICARON HERPES… ¿QUÉ ES Y QUÉ PUEDO HACER?
(Absolviendo una inquietud del Inbox)
El herpes zóster es una infección originada
por el virus varicela-zóster (VVZ), que afecta sobre todo a adultos. Se
caracteriza por erupciones en la piel en forma de ampollas o vesículas
dolorosas, que se localizan siguiendo el trayecto de algún nervio inflamado
también por el virus. En niños suele ser un proceso benigno, pero en el caso de
los adultos puede convertirse en una enfermedad muy debilitante, ya que puede
provocar grandes dolores. En el 4% de los casos reaparece un segundo brote de
herpes zóster.
Es probable que la transmisión del
virus se produzca por vía respiratoria. Se sabe que es una enfermedad
extremadamente contagiosa; el paciente puede contaminar a otras personas desde
un día antes hasta cinco días después de la aparición de las vesículas. Incluso
algunos bebés cuyas madres padecieron varicela durante el embarazo han
desarrollado herpes zoster durante los dos primeros años de vida.
Igualmente, los niños que tuvieron
varicela antes de cumplir el primer año de vida tienen más probabilidades de
sufrir este problema.
En general, las personas con un
sistema inmune debilitado, ya sea por el envejecimiento o por padecer o haber
pasado alguna enfermedad infecciosa, cáncer, etcétera, incluso aquellos que
sufren episodios de mucho estrés tienen más probabilidades de desarrollar
herpes zóster.
También se ha observado que algunos
medicamentos, como algunos de los empleados en el tratamiento de patologías
reumáticas como la artrosis podrían favorecer su aparición.
Normalmente afecta sólo a un lado del
cuerpo. Estas vesículas pueden crecer durante tres-cinco días y acabar uniéndose
unas a otras, formando así grandes ampollas. Este es el principal síntoma del
herpes zóster.
Antes de la aparición de las
vesículas pueden surgir trastornos gastrointestinales, malestar general, fiebre
y dolor de cabeza. Después se presenta dolor en el nervio afectado, que precede
en 2-3 días a la aparición de las vesículas.
Una de las manifestaciones más
importantes del herpes zóster es la neuralgia pos herpética, que puede ocurrir
hasta en un 50% de las personas mayores de 50 años, y ocasiona un dolor
permanente o intermitente en el nervio afectado. El dolor puede empeorar por la
noche o con los cambios de temperatura. En algunos casos llega a ser
incapacitante, y puede acompañarse, además, de un déficit de sensibilidad del
nervio afectado. Esta es una de las secuelas más comunes de la infección por
herpes zóster.
Si el virus se aloja en nervios
craneales, puede llegar a afectar a los párpados y poner en peligro la visión.
Se produce una queratitis (afectación de la córnea) que puede continuarse con
glaucoma (incremento de la presión dentro del globo ocular) o iridocilitis
(afección del iris) grave.
En ocasiones poco frecuentes, se ve
afectado el nervio mandibular. Ello ocasiona lesiones en el paladar, amígdalas,
suelo de la boca e, incluso, en la lengua, y de este modo se pierde el sentido
del gusto.
Al igual que el herpes simple, puede
llegar al sistema nervioso central y causar meningitis (que ocasionará fiebre,
dolor de cabeza y rigidez de nuca). Puede llegar a ocasionar parálisis como
consecuencia de la infección de la médula espinal.
Para poder prevenir el herpes zóster,
lo principal es evitar la infección que causa la varicela y, para ello, es
importante la vacunación de todos los niños. En la actualidad existe una vacuna
que resulta muy efectiva y no entraña peligro.
Las personas con mayor probabilidad
de ser infectadas de herpes zóster son el personal de salud que atiende a los
pacientes. Se ha comprobado, además, que las secreciones de las vías
respiratorias de los afectados son una forma importante de contagio, al
transmitir el virus de persona a persona a través del aire, por lo que es
imprescindible que el personal sanitario utilice guantes y mascarillas, y se
lave las manos con frecuencia.
La administración de inmunoglobulina
específica para herpes zóster previene la infección si se aplica dentro de los
primeros tres días de la exposición al virus. Está indicada en pacientes
menores de 15 años, sin historia previa de varicela, con leucemia u otros
estados de inmunodepresión, que hayan estado en contacto reciente con un
paciente infectado. También debe protegerse al recién nacido cuya madre haya
presentado varicela en los últimos 10 días antes del parto.
En cuanto al tratamiento,
lamentablemente no es posible eliminar el virus del herpes zóster del organismo,
aunque si se pueden tomar determinados medicamentos para aliviar o disminuir
los síntomas y recuperarse lo antes posible.
El tratamiento con Aciclovir se
acepta para la varicela y el herpes zóster. Este medicamento, administrado por
vía oral durante 7-10 días, es muy beneficioso para pacientes con una
reactivación del virus varicela-zoster.
Otros fármacos que también son muy
útiles como tratamiento del herpes zóster, pero deben ser prescrito por su
médico.
En casos especiales, como en
pacientes con SIDA u otros estados de inmunodepresión, el Aciclovir debe
emplearse por vía intravenosa, por lo que requerirán siempre hospitalización.
De esta forma se reduce la posibilidad de que aparezcan complicaciones
posteriores.
Si existe neuralgia pos herpética lo
más importante será el uso de analgésicos para el alivio del dolor y otros
medicamentos específicos.
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