LA DIETA DEL ANCIANO SANO. PERCY ZAPATA MENDO.

LA DIETA DEL ANCIANO SANO

En ocasiones, cuando los profesionales de la salud que trabajamos con los ancianos intentamos aconsejar una dieta, se tiende a prohibir una serie de alimentos, en lugar de aconsejar otros, olvidando que no solamente se come para mantener la salud sino también por placer.

Establecer unas normas básicas para una buena nutrición no es tarea fácil, pero no existe ninguna evidencia de que un anciano sano, con buen grado de actividad física, deba seguir una dieta diferente a la de un joven.

Pero, últimamente, la dieta seguida por nuestra población está cambiando en el sentido de reducir o incrementar las calorías ingeridas (se come menos o se come de más), de disminuir la cantidad de frutas y legumbres -se ha visto mermada la ingesta de vitaminas, minerales y fibra y de aumentar el consumo de ácidos grasos perjudiciales-. Por todo ello, la principal recomendación que hay que hacer a las personas mayores es que mantengan los hábitos alimenticios que han seguido durante toda su vida, es decir que sigan una dieta rica, abundante y variada. No obstante, hay una serie de características peculiares en la población anciana que conviene tener en cuenta.

La tendencia a ganar peso con los años se puede atribuir básicamente a una disminución del gasto energético. Es decir, «se ingresa más de lo que se gasta»; por ello, si se quiere comer "bien" sin engordar, es preciso aumen¬tar el gasto derivado de la actividad física, hacer más ejercicio. A modo de ejemplo: caminando una hora se "queman" las calorías de 150 gramos de carne de res.

El agua es vida

El agua es el elemento más importante de los alimentos que consumen los seres humanos. Además, no hay que olvidar que las dos terceras partes del cuerpo humano son agua. Un estado de hidratación adecuado es imprescindible para el buen funcionamiento del corazón, del aparato digestivo, respiratorio y urinario. Los ancianos tienen el "centro regulador de la sed" menos sensible que los jóvenes, es decir, sienten menos la necesidad de beber agua y pueden deshidratarse con más facilidad. Por ello, es altamente recomendable aumentar la ingesta líquida, sin importar el tipo de líquido (agua, zumos, refrescos, caldos, etc.).

Otro problema muy frecuente en la tercera edad es el estreñimiento. Sus causas pueden ser múltiples, pero suele deberse a enfermedades, fármacos y a una disminución de la actividad física. El primer paso en el tratamiento de esta enfermedad consiste en aumentar la ingesta de fibra, ya sea por medio de frutas y verduras, o por preparados comerciales.



Vitaminas, sin pasarse

Las vitaminas son compuestos necesarios en pe¬queñas cantidades para una serie de reacciones bioquímicas. El hombre no es capaz de sintetizarlas, o por lo menos no en cantidades suficientes, por lo que su única fuente son los alimentos. No se ha demostrado que ton la edad aumenten los requerimientos de vitaminas, pero si un anciano reduce su ingesta, disminuye, del mismo , su aporte vitamínico, por lo que la mejor manera de evitar el déficit es consumiendo una dieta abundante y variada. Cuando se sospeche alguna carencia de vitaminas, se debe diagnosticar y tratar, pero en ningún caso parece aceptado suplementar indiscriminadamente a todos los ancianos con vitaminas y minerales.

Los huesos peligran

Con la edad se altera la estructura de los huesos, que se hacen más frágiles, lo que da lugar a la osteoporosis, cuyas consecuencias más devastadoras son las fracturas, sobre todo las de cadera y las vertebrales. Para mantener su resistencia, el hueso precisa calcio y vitamina D. Los alimentos ricos en calcio son los lácteos y sus derivados, y es aconsejable tomar aproximadamente dos vasos de leche al día. La vitamina D se sintetiza en la piel por acción de los rayos solares. En un principio, cabría pensar que en un país soleado como Perú, los ancianos no tendrían problemas con esta vitamina; sin embargo, se ha demostrado que nuestros “viejitos” poseen uno de los niveles más bajos de vitamina D, posiblemente porque los ancianos se protegen contra el sol y, además, son pocos los alimentos enriquecidos con esta vitamina.

Sobre el alcohol, está demostrado que en cantidades modera¬das, unos 20 gramos al día, lo que equivale a dos copas de vino, no es perjudicial. Por esta razón no tiene ningún fundamento la pro¬hibición absoluta en el anciano sano.

Como resumen, habría que insistir en lo importante que es la dieta para cualquier persona, pero especialmente para los ancianos, para quienes comer puede significar uno de los pocos placeres de los que todavía pueden se¬guir disfrutando.



Referencia: Dr. José Antonio Serra Rexach, Servicio de Geriatría del Hospital San Carlos de Madrid.

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