Análisis Ético sobre el Aborto Provocado. Percy Zapata Mendo.
Análisis ético sobre el aborto
provocado
Introducción
Para hacer un análisis sobre la realidad ética del
aborto en el caso presentado, debemos ser capaces de definir qué es la ética.
Según se señala en la Enciclopedia Salvat (1999), la ética es “la parte de
la filosofía que se ocupa del estudio de la moral“, es decir,
la ética estudia el “actuar moral”. No todos los actos pueden ser considerados
como actos de valor moral. Así, por ejemplo, el respirar, siendo un acto, no
puede ser considerado un acto de carácter moral. Entonces, ¿qué actos podemos
considerar como morales? Son actos morales, aquellos que podemos clasificar
como buenos o malos. Para poder hacer un juicio de valor acerca del acto, es
preciso señalar que un acto moral debe tener algunas características, entre las
cuales se encuentra la libertad y el deseo de obrar de determinada manera
(objetivo). Por ejemplo, nadie hará un juicio de valor moral sobre el aborto
espontáneo, ya que la madre no ha tenido la oportunidad de decidir sobre el
futuro de su hijo, faltando en esta situación la libertad y el deseo de obrar,
lo que imposibilita la realización de un juicio moral. Santo Tomás de Aquino
señala: “lo primero, entonces, para saber si un acto es bueno o malo es
considerar su objetivo. Un acto que consista en ayudar al prójimo será
bueno y el que consista en dañarlo será malo…” (S. Th., I-II, q.18,
a.1.2.).
El problema
Tom L. Beauchamp, en Abortion, Contemporary Issues
in Bioethics (1989, pp. 181-187) señala que “la cuestión ética que subyace
en el centro de la controversia sobre el aborto está en la definición de
persona con vista a determinar el estado existencial del nonato, si
es o no persona humana”. Por su parte, el Dr. A. Serani, en El estatuto
antropológico y ético del embrión humano (1997) señala: “… en todo
ente natural es posible discernir entre aquello que a lo largo de
toda la existencia de un individuo se encuentra completo y permanece
inmodificado, es decir, por una parte, aquello que permite afirmar que todavía
estamos frente a un mismo individuo… Esto que permanece
inmodificado es reconocido como la ‘substancia’, aquellos que en el individuo
es por sí, siendo especificador o individualizante” (pp.37-38). Este
planteamiento nos señala que existirían rasgos que son esenciales para que un
ente sea tal, otros rasgos son accesorios y no modifican la identidad de éste.
Ahora bien, este mismo autor señala que solo a través de reconocer esta
distinción entre lo que es accesorio y aquello que es esencial, los seres
humanos han llegado a reconocer que existen diversas razas y todas con los
mismos niveles de humanidad, reconociendo que los africanos, los indígenas,
etc., son tan persona como los europeos, realidad aparentemente lógica, pero
que fue desconocida en la Edad Media y en parte de la Colonia.
Para definir si el feto es un ser humano debemos
acercarnos a la filosofía y evaluar si nos encontramos frente a un humano en
potencia o si acaso es un humano en acto. En potencia se encuentra aquello que
requiere de un impulso externo para llegar a ser. En acto se encuentra aquello
que está siendo y puede estarse desarrollando, pero ES. Con base en esta simple
explicación, entendemos que el feto no puede encontrarse en potencia de ser
humano; de ser así no se desarrollaría, ya que es imposible pasar de la
potencia al acto sin un impulso externo. Para explicar mejor esto debemos
imaginar lo siguiente: una semilla se encuentra en potencia de ser una planta,
mientras se encuentra lejos de un ambiente propicio para su desarrollo. En el
momento que la ponemos (terceros) en el ambiente apropiado o comienza su
desarrollo, esta se encontrará en acto de planta, hasta el día de su muerte.
Una vez explicado que el feto no es potencia
humana, sino acto, debemos aclarar que el feto no puede ser otro sino humano.
Para sustentar dicha afirmación nos basaremos el principio de no contradicción
planteado por Aristóteles, quien señala “nada puede ser y no ser a la vez”. Si
estamos de acuerdo en la realidad de este postulado, debemos afirmar que si el
feto humano no es un ser humano y por principio de no contradicción no puede
ser a la vez otra cosa, no podría llegar a ser tal. El ser humano es un ente en
desarrollo continuo; el comienzo de este desarrollo se da en la concepción
cuando dos estructuras biológicas distintas (óvulo y espermatozoide) se unen y
originan un nuevo ser, diferenciado de las dos estructuras que lo originaron.
Este nuevo ser tiene características propias que lo diferencian de cualquier
otro y las tendrá hasta el momento de su muerte.
Podemos señalar, entonces, que este ente ha
desarrollado una individualidad propia que lo diferencia de cualquier otro.
Estas cualidades que le otorgarán la identidad, es lo que en filosofía se
reconoce con el nombre de “ese” o más conocido como esencia (lo que hace que un
ser sea lo que es y no otro). Se hace evidente a la razón humana reconocer que
una característica propia que constituye en gran medida la esencia de un objeto
es su naturaleza. La esencia es inmutable, no puede un ser tener dos esencias
(esto sería contradecir el principio de no contradicción planteado por
Aristóteles), lo que exige que el ser se defina desde el momento de su
creación.
Siguiendo la lógica que hemos desarrollado, podemos
concluir que el ser humano no puede ser otro desde su origen y que todo cambio
que sufre desde este será accidental (no esencial), lo que es una
característica del proceso normal de desarrollo de cualquier ser vivo.
El feto es una vida humana que tiene todas las
capacidades de un ser humano, ya en acto, ya en potencia, pero las tiene per
se. Ahora, si no planteamos que no es ser humano, entonces ¿qué es? Y si frente
a esta interrogante respondemos que es un conjunto de células que se
desarrollan en forma “casi” independiente, pero que no tienen una identidad
propia, sino por su madre quien les da identidad, ¿en qué se diferenciarían
estas células de las cancerígenas y como llegarían estas a transformarse en
seres humanos, a partir de lo no humano? ¿No sería acaso como querer plantear
que a partir de la nada salga el ser? Esta hipótesis sería una falacia
insustentable. La razón nos lleva a darnos cuenta de que aunque frente a
nuestros sentidos se presenten grandes cambios físicos, en las diversas etapas
del desarrollo del ser humano lo que tenemos en frente es “esencialmente” el
mismo ser.
Concluiremos, en palabras del Dr. Serani (1997),
que: “si existe desde la concepción un nuevo ser vivo humano individual (ya que
biológicamente no podemos negar el hecho de que pertenece a la especie humana)
existirá, en consecuencia, desde el primer instante un sujeto humano completo,
en tanto que sujeto y que permanecerá individual y específicamente inalterado e
inalterable a lo largo de toda su existencia, por más que esté sometido a
múltiples transformaciones desde el punto de vista de sus determinaciones
adversas” (p, 45). El mismo autor señala que frente a las evidencias empíricas
y racionales es necesario tener un máximo de respeto y precauciones para no
atentar contra el derecho a la vida, integridad física, psíquica y moral del nuevo
ser humano.
Para reafirmar lo indicado por el Dr. Serani, hemos
deseado citar aquí a eminentes científicos, quienes señalan el comienzo de la
vida humana desde una perspectiva biológica:
Desde una perspectiva puramente médica, el Dr.
Joseph Bruner, médico cirujano estadounidense que realizó una operación
intrauterina a un feto, acto que conmovió a la opinión pública, plantea: “uno
de los impactos de esta nueva técnica es que agrega una nueva
perspectiva al tema del aborto. En mi país, y creo que en casi todos los
países, el feto no tiene derechos legales ni identidad, pero con esta nueva
técnica quirúrgica estamos desafiando esos conceptos. Si un médico
puede diagnosticar y tratar un feto, eso lo convierte en un paciente. Y si el
feto es un paciente, entonces es una persona… y las personas tienen derechos y
privilegios y un status legal“. A su juicio, la nueva técnica reabre un
dilema para la sociedad.
El Dr. Serani señala: “No hemos logrado
encontrar evidencias empíricas, ni racionales suficientes, para negar al
embrión humano la calidad de persona que merece y, por tanto, en cuanto a
persona humana se trataría para la medicina de un paciente como cualquier otro.
Las normas éticas generales de acción, en relación con este paciente (el no
nato), al igual que en cualquier otro paciente, se regirán por: la declaración
de derechos humanos, el juramento hipocrático, la declaración de Nüremberg, la
de Helsinki y las que correspondan para las aplicaciones específicas” (p.
45).
Frente a todo el análisis realizado podemos
concluir que tanto el feto como la madre requieren ser considerados como
pacientes, encontrándose el feto en una desventaja comparativa para defender
sus derechos, ya que requiere de su madre para desarrollar dicha acción. Hemos
demostrado con argumentación filosófica, ética y moral, el hecho de que el ser
humano es tal desde mucho antes de su nacimiento y que, por tanto, debe
respetarse la vida de este al igual que la de cualquier otro ser humano.
Para finalizar, hemos incluido la opinión de una
psicóloga española, especialista en embarazos precoces quien señala: “El
aborto es siempre un problema añadido. En un caso de violación con embarazo,
por ejemplo, el mal de la agresión es manifiesto, pero el aborto es un mal
añadido. El otro día me comentaban que en Nicaragua hay 3 violaciones cada 48
horas entre niñas y jóvenes. Conocemos el caso de una niña de 10 años en
Colombia que tuvo a su hijo y no le pasó absolutamente nada. La gente que no ha
vivido de cerca estos casos habla ‘de boquilla’, pero aquí podemos hablar de
experiencias reales, de niñas embarazadas que tienen a sus hijos sin que les
pase nada. Nunca sabremos lo que hubiera pasado a las jóvenes que abortan si
hubieran dado a luz; lo que sí conocemos son las consecuencias que produce el aborto:
desde trastornos en la alimentación (como bulimia y ansiedad), hasta
alteraciones del sueño. Algunas adolescentes nos han confesado en esta Casa que
han soñado que el feto las acusaba. Se dice que estos problemas y otros más
serios aparecen si se tiene al niño, pero es al revés.
Un médico de Navarra me ha comentado que muchas
mujeres que ya se han practicado un aborto acuden una y otra vez a la consulta
para preguntarle si pueden quedar embarazadas. El médico sostiene que esta
insistencia es síntoma de un trastorno que necesita asistencia psiquiátrica y
psicológica, pero no ginecológica. Es curioso que ninguna clínica abortiva haga
un seguimiento de las pacientes después de abortar. El seguimiento de esas
pacientes lo tienen que hacer luego los psiquiatras y los psicólogos.
La semana pasada el Defensor del Menor hacía en
Madrid una propuesta a la familia de la menor nicaragüense para que viniera a
España a abortar. Me pregunto a qué menor intentaba defender, si a la madre o
al bebé. Una chica de 17 años que está aquí, nos contó que al conocer que podía
estar embarazada acudió al Defensor de la Dona en Cataluña, pero allí en ningún
momento contemplaron la posibilidad de que la chica quisiera tener a su hijo,
le aconsejaron desde el principio abortar, y cuando la chica dijo que no quería
abortar, que quería tener a su hijo, se limitaron a coger sus datos y no
supieron ofrecerle ninguna ayuda.
Muchas mujeres que abortan tienen esa opción porque
sus padres dijeron sí a sus vidas, pero esa anticipación en el tiempo no les da
derecho a negar la existencia de sus hijos. No podemos negar a nadie la
posibilidad de vivir. Ningún hombre tiene el poder para decidir sobre la vida
de los demás”. (VALENCIA, 26 febrero 2003, ZENIT.org).
La psicóloga de la casa de acogida para madres
embarazadas MAV, Marcela Ferrer, señala que ante la incapacidad de la madre
para proteger a su hija, enfrentándose esta última a la violación, y además
presentando un trastorno afectivo severo que se puede observar cuando señala
que se encuentra enamorada de su padrastro, amerita que se le quite la custodia
a la madre y se ponga a la niña bajo protección inmediata de alguna
institución. La madre se encuentra incapacitada para utilizar su autoridad, ya
que es incapaz de brindar el apoyo afectivo que la niña requiere y el sostén
básico para su salud mental. SENAME será la institución que asegure el
bienestar de la niña y de su hijo en gestación.
Para concluir, hemos examinado diversos puntos de
vista, de la biología, de la filosofía moral, de las leyes, de la psicología,
etc. En todos ellos encontramos luces que apuntan a señalar que el feto humano
es un ser humano y, por lo tanto, se deben respetar sus derechos y el más
básico de estos es el derecho a la vida. Por último, citar una frase que está
dentro del juramento hipocrático: “Asimismo, no recetaré a una mujer un
pesario abortivo, sino, por el contrario, viviré y practicaré mi arte de forma
santa y pura”.
Referencias
Dr. & Sra. Willke
(1992). Handbook of Abortion. Cincinnati, USA.
Hipócrates (400 a.c.). Juramento
Hipocrático.
Instituto de Filosofía UCV (1975). Antología,
Santo Tomás de Aquino. Santiago de Chile: Ed. Gabriela Mistral.
Papalia, D., et al. (2001). Psicología del
desarrollo. Colombia: McGraw Hill.
Schnake, F. & Bennett,
V. (2000). Surfing the Internet: Síndrome del Post Aborto (SPA). Disponible
en: www.psycologia.com
Serani, A. (1997). El estatuto antropológico del
embrión humano. Revista de derecho, Universidad Católica de Chile.
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