¿VIVEZA CRIOLLA, SINDROME DE MUNCHAUSEN O SOCIOPATÍA?. PERCY ZAPATA MENDO.

¿VIVEZA CRIOLLA, SINDROME DE MUNCHAUSEN O SOCIOPATÍA?

Una amiga y vecina mía acudió a mi consultorio hoy por la mañana un tanto alarmada, el motivo: es que le perturbaba el comportamiento de cierta conocida suya, a quien dicho sea de paso,  conocía yo igualmente desde hace algunos años atrás. No está en mi política entrometerme en cuestiones banales o ser partícipe de chismes de barrio; pero dada la auténtica preocupación que mostró esta señora de la que tengo el mejor de los conceptos, es que me propuse a escucharla y brindarle algunas luces en basándome en mi profesión, y tal vez, en alguna que otras vivencia personal, ya saben: “Más sabe el Diablo por viejo, que por Diablo”…no puedo jactarme de haber vivido intensamente mi vida, pero la he vivido por medio de otros a través de las cientos de charlas que tuve que escuchar profesionalmente. La temática de su conversación fue la siguiente: le desconcertaba a cuánto puede llegar una persona para alcanzar sus objetivos y si el proceder así es algo habitual en el común de las personas…ello no está mal si el esfuerzo de superación de alguien para la consecución de sus metas lo haga dentro de las reglas y valores pre-establecidos en nuestra sociedad, y… ya me desvié del tema nuevamente: el hecho es que la joven “Y” – no es que sus nombres o iniciales de dicha persona empiecen con dicha letra, sólo elegí esa letra como cualquier otra, podría haber puesto “X”, “Z”, “S”, etc., pero se me antojó “Y” – despierta en mi pequeña localidad una serie de sentimientos encontrados, pues en un sector de esta población genera piedad, compasión; en la otra, rechazo, repulsión, odio…¡vaya que despierta pasiones antagónicas esta chica!.
Y las razones estriban en que “Y” se da la maña suficiente para lograr incitar pena al presentarse como una abnegada madre soltera, que requiere de apoyo económico para el bienestar del producto de sus entrañas – entiéndase que es madre -, que es incomprendida por su familia y parientes, que ha sido reiteradamente engañada por los hombres, especialmente por uno a quien la sociedad no se imagina de lo que es capaz y que la hizo sufrir hasta lo indecible… por otra parte, reconstruyendo su historial familiar y personal, es que esta muchacha desde pequeña supo manipular a sus padres, quienes jamás pudieron establecer en ella principios de autoridad, de respeto, de amor, y confundieron el cumplirle todos sus caprichos con cariño; fue una díscola escolar, integrante de pandillas en la adolescencia, y lo que parecería como algo típico y una señal de “llamada de atención” en la adolescencia, no paró hasta la venta de estupefacientes, robo a domicilio y consumo de heroína y alcohol en cantidades casi industriales. Tal vez se podría achacar ligeramente a que la culpa recae exclusivamente en los padres, no obstante, aun de niña mostró ciertas tendencias sádicas: picaba los ojos de los sapos que cazaba en los cañaverales con una aguja de zapatero; rompía el ala de un ave y la exponía a los jugueteos de uno o varios gatos, con el sólo objeto de reírse al ver la desesperación de la avecilla por querer huir con el ala lastimada; o capturar algunos de los felinos caseros de sus vecinos, meterlos a un saco de yute y ahogarlos en tinas con agua o keroseno, y ocasionalmente, comer su carne con sus demás compinches de vicios en alguna casa donde los padres estaban de viaje. Cuando tuvo a su bebé, éste siempre solía – y suele – estar enfermo, a pesar que nació saludable, acudía a los médicos y se mostraba como una amorosa madre que velaba por la salud del menor a los primeros síntomas; con el tiempo, las enfermedades ocasionales y de rápida resolución ya no fueron suficientes, y aparecieron además, para desgracia del nene, contusiones que podrían achacarse a la inquietud de un típico pequeñín que explora su mundo, pero los moretones repetidos en el cuerpecillo del rorro llamaron un tanto la atención, sin embargo, las sospechas de los galenos de turno se desvanecían cuando veían el rostro compungido de la madre con los ojos lacrimosos. Tuvo y tiene múltiples romances, es como una langosta, cuando los recursos económicos del potencial candidato a pareja estable quedan mermados, inmediatamente es descartado e inicia la búsqueda de una nueva relación. Vuelve a presentarse como madre soltera incomprendida y con deseos de amar y ser amada, y acompañan a sus argumentos con una riada de llanto fácil, que conmueven aún a quien la conoce, al extremo que lo que saben de ella, es inmediatamente olvidado y su proceder justificado.
Tiene una enorme capacidad para torcer la verdad a su conveniencia; se encuentra socialmente “muy relacionada” por asistir a cuanta fiesta o evento social se celebra en la localidad, olvidándose del cuidado del “fruto de su amor”.
No hace mucho ha tenido un pleito callejero del cual no ha salido bien parada, pero trastocó la realidad y la tornó en una versión novelesca, las lesiones fruto de la riña la convirtió en un problema de salud, y dado que cuenta entre sus “amigos” a un colega, está viendo tornar las huellas de la gresca en un diagnostico con el cual obtener la piedad colectiva: por las primeras versiones que tentativamente está haciendo circular, padece supuestamente de una neoplasia – entiéndase cáncer -, y ya estoy viendo rostros compungidos de piadosos vecinos que piensan acudir a un medio televisivo para realizar una teletón…y seguramente llegarán a realizar este evento, y una vez logrado recaudar el monto que lleguen a fijar y dado a “Y” para su tratamiento, luego pasado un mes, seguramente se hablará de una milagrosa curación…y después a las andadas.
He esbozado a grandes rasgos esta mini biografía de “Y”, aparentemente pueden argumentar que estoy hablando sesgadamente, pues…no es así. Cuando se trata de abordar un tema médico interesante, y más los que recaen en el área psiquiátrica, son de mi agrado y sumo interés. Se pueden esbozar ciertas hipótesis clínicas a lo expuesto, pero por la cortedad de espacio, de tiempo y de evitar el aburrimiento, pongo algunas que se vienen rápidamente a mi memoria y que involucran a la autora de mi interés profesional y su entorno familiar:
El Síndrome de Munchausen, es una forma de maltrato infantil en la que uno de los padres induce en el niño síntomas reales o aparentes de una enfermedad.

Este trastorno casi siempre involucra a una madre que abusa de su hijo buscándole atención médica innecesaria. Se trata de un síndrome raro, poco comprendido, y cuya causa es desconocida.

La madre puede simular síntomas de enfermedad en su hijo añadiendo sangre a su orina o heces, dejando de alimentarlo, falsificando fiebres, administrándole secretamente fármacos que le produzcan vómito o diarrea o empleando otros trucos como infectar las vías intravenosas - a través de una vena - para que el niño aparente o en realidad resulte enfermo.

Estos niños suelen ser hospitalizados por presentar grupos de síntomas que no encajan mucho en ninguna enfermedad conocida. Con frecuencia, a los niños se les hace sufrir a través de exámenes, cirugías u otros procedimientos molestos e innecesarios.

La madre generalmente es muy colaboradora en el escenario del hospital o de los consultorios y, a menudo, es muy apreciada por el personal de enfermería por el cuidado que le prodiga a su hijo. Con frecuencia, se la ve como una persona dedicada y abnegada, lo cual hace menos probable que el personal médico sospeche el diagnóstico del síndrome de Munchausen.

Sus visitas frecuentes infortunadamente también le dan fácil acceso al niño para poder inducirle más síntomas. Los cambios en la condición del niño casi nunca son presenciados por el personal del hospital y casi siempre ocurren sólo en presencia de la madre.

El síndrome de Munchausen ocurre debido a problemas psicológicos del adulto y es generalmente un comportamiento que busca llamar la atención de los demás. El síndrome puede ser potencialmente mortal para el niño implicado.

Los Sociópatas – o trastorno de la personalidad antisocial, TPA- son personas que padecen un mal de índole psiquiátrico, un grave cuadro de personalidad antisocial que les hace rehuir a las normas preestablecidas; no saben o no pueden adaptarse a ellas. Por esto que, a pesar de que saben que están haciendo un mal, actúan por impulso para alcanzar lo que desean, cometiendo en muchos casos delitos graves. Es común que se confunda a la sociopatía con otras patologías de la misma clase, como podrían ser la conducta criminal, la antisocial o la psicopatía. Pero son trastornos, aunque relacionados, de diferentes características, con otros tratamientos y consecuencias.

Se estima que este trastorno es causado por una variedad de factores. Muchos son de índole genético, heredados de algún miembro de la familia que ya los padeció. Pero también el entorno de la persona, especialmente el de los familiares directos, tiene mucha importancia en su posterior desarrollo. Los investigadores también consideran que existen factores biológicos que pueden contribuir en su progreso. La manifestación de procesos químicos anormales en el sistema nervioso y posibles daños en las partes del cerebro que atañen a la toma de decisiones puede llegar a despertar un comportamiento impulsivo y agresivo. El abuso de estupefacientes también puede ser una de las causas de TPA.

Si bien la sociopatía es más común entre los hombres que en las mujeres, no existen barreras de ninguna clase para padecerlo. Pero para ser diagnosticado, la persona debe tener al menos 18 años de edad aunque, por lo menos, desde los 15 años ya puede presentar algunos síntomas para que el trastorno sea dictaminado con precisión.

Entre las características más comunes del TPA se encuentran la ausencia de empatía, de miedo y remordimiento, también una visión de la autoestima distorsionada, una constante búsqueda de nuevas sensaciones - que pueden llegar a extremos insólitos -, la deshumanización de la víctima o la falta de temor a las consecuencias. El egocentrismo, la falta de responsabilidad, la extroversión, el exceso de hedonismo, altos niveles de impulsividad, o la motivación por experimentar sensaciones de control y poder también son muy comunes.

En la  Viveza Criolla, el considerado "vivo" se siente el centro del mundo; si las cosas le salen mal, la culpa la tiene otro. Proclama que todo lo sabe y todo lo puede. Desborda capacidad para encarar cualquier iniciativa y asumir cualquier trabajo, por encumbrado o difícil que sea. Si lo eligen para un alto cargo, no se detiene a pensar en las dificultades inherentes a esa función, la posible falta de entrenamiento o su total carencia de aptitud. El vivo aparenta inteligencia, conocimientos, brillo y ejerce seducción. Pero se basa en la mala fe, el engaño y la inmoralidad.

Es un maestro del fraude, que empaqueta en fina seducción. Un rasgo básico es que el vivo no cree en la justicia. La viveza criolla consiste, precisamente, en atacar sin importar la ley y sin que la víctima pueda devolver el golpe. Desprecia la ley. Más aún: la ley es un obstáculo que se debe saltear... o burlar. ¡Siempre! El fraude jamás lo escandaliza, porque constituye uno de sus recursos más frecuentes. Para el vivo, la honestidad es una palabra hueca, ingenua, arcaica. De la misma forma descalifica la transparencia: jamás confesará a otro qué le pasa o cómo le va; y está seguro de que los otros hacen lo mismo con él.

Necesita burlarse de alguien – a quien le “agarran de punto” - y es el objeto de su diversión cotidiana. Está seguro de que logrará burlarse del punto que tiene enfrente. Lo elige con admirable precisión y descarga sus dardos antes de que adviertan el ataque. Porque sus ataques aprovechan la sorpresa y se escudan de tal forma que no le pueden devolver la agresión. Para lograrlo vale todo: mentir, aprovecharse de las debilidades ajenas o empujarlo hacía el ridículo.

Entre sus características principales se destaca el desdén por el esfuerzo. "El vivo vive del zonzo y el zonzo de su trabajo", repite para su menguada conciencia. Esto se completa con una consigna tácita: No hay que producir, sino apropiarse de los productos. Y para apropiarse no hay que trabajar, sino ser vivo.

¿Tiene Usted pena de los “vivos”? Como son inmorales y egoístas, no se esmerarán en el beneficio de la sociedad, sino de ellos mismos. La voracidad de los vivos se regodeará con la rapiña. Pero la familia o el entorno que comandan -el barco en que navegan- terminará por hundirse junto con ellos.

Finalmente, debo confesar que la señora y vecina mía, se retiró escandalizada de mi consultorio, pues tiene niños en edad escolar, y ahora teme que tengan contactos con alguien descrito anteriormente, o peor aún, que alguno de ellos en el futuro sea como quien motivó la presenta información.

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