EL AHORCAMIENTO. PERCY ZAPATA MENDO.


EL AHORCAMIENTO

La ahorcadura, suspensión o colgamiento puede definirse como la muerte producida por la constricción del cuello, ejercida por un lazo sujeto a un punto fijo y sobre el cual ejerce tracción el propio peso del cuerpo.

Se distinguen en la práctica las siguientes variedades de ahorcadura:

Ø Ahorcaduras completa e incompleta: Dependen de la altura a que ha quedado el cuerpo después de la suspensión. En la primera todo el cuerpo está suspendido en el aire; en la segunda, una parte mayor o menor del cuerpo toca en tierra, por lo que la tracción sobre el lazo suspensor no corresponde a todo el peso corporal.

Ø Ahorcaduras simétrica o asimétrica: Estas variedades están condicionadas por la situación del nudo. El colgamiento será simétrico cuando el nudo se encuentra situado en la línea media, por lo que habrá una ahorcadura simétrica anterior y otra posterior. El colgamiento será asimétrico cuando el nudo se encuentra en una situación lateral, cualquiera que sea ésta.

Ø Ahorcaduras típicas y atípicas: Se llama colgadura típica exclusivamente a aquella en que el nudo está situado en la línea media de la parte posterior del cuello. Cualquier otra situación del nudo corresponde a una ahorcadura atípica.

El lazo y el punto de suspensión:

Tanto el lazo como el punto de suspensión son muy variables en los distintos casos de ahorcadura. Como lazo sirve cualquier prensa que sea suficientemente larga y resistente, de cualquier naturaleza, pero flexible. Aunque lo más ordinario es el empleo de cuerdas, se han usado también corbatas, pañuelos, cintas, mangas de camisas, sábanas enteras o desgarradas, cortinas, correas, medias, cinturones, hebillas, etc. Según su naturaleza se distinguen en blandos y rígidos o duros, lo que influirá en el aspecto del surco.

El lazo puede disponerse dando una vuelta o más de una, rodeando el cuello y cerrándose por un nudo, que unas veces es corredizo y otras fijo. La situación del nudo es muy variable; según sea esta se definen las suspensiones simétricas y asimétricas, típicas o atípicas.

En cuanto al punto de suspensión se ha visto hacer tal oficio a cualquier objeto elevado con la necesaria resistencia para sostener el peso del cuerpo: vigas, ramas de árboles, fallebas, parte superior de una ventana, ventanas o rejas, la misma cama en suspensiones incompletas, etc.

Etiología.

Se deben de tomar en consideración cuatro modalidades de ahorcadura.

Ø Accidental: Es muy rara, aunque más frecuente que la homicida. En la práctica suelen darse cuatro eventualidades: a) El accidente propiamente dicho, puede tratarse de niños en sus juegos, o de adultos. En cualquier caso la víctima que se encuentra sobre un plano elevado, se enreda la cabeza con cuerdas, correas, etc., pierde el equilibrio y cae, quedando suspendido por el cuello. b) Los experimentadores, algunos científicos se han sometido a experiencias de colgamiento para determinar personalmente la sintomatología del ahorcamiento o precisar puntos oscuros. Ha habido aficionados y curiosos que han querido repetir tales experiencias sin haber tomado las necesarias precauciones, lo que ha conducido a consecuencias fatales. c) Los degenerados, la ahorcadura tuvo durante mucho tiempo la fama de que provocaba sensaciones eróticas de gran voluptuosidad, tal vez debida a la observación del líquido espermático en las ropas o en el suelo y al estado de semierección en que queda a menudo el pene de los ahorcados. Para provocarse tales sensaciones se han llevado a intentos de ahorcadura, solitarios y sin medidas de precaución especiales, que han terminado con la muerte. d) Los acróbatas, hubo una cierta época en que estuvo de moda, como espectáculo circense, el arriesgado simulacro de ahorcarse en público. Un accidente que se describió fue la pérdida brusca de conocimiento que, inesperada por los ayudantes del acróbata e inadvertida al principio, terminaba en una verdadera ahorcadura mortal.

Ø Homicida: "Constituye un procedimiento de excepción, ya que un individuo sólo no puede ahorcar a otro de fuerza igual, que disfrute de pleno conocimiento y se mantenga alerta" (Thoinot). Solamente puede explicarse por la acentuada desproporción de fuerzas entre víctima y agresor, por la pérdida de conciencia de la víctima, o cuando el homicidio es cometido por un grupo de atacantes (linchamiento). Habitualmente, aunque de modo impropio, suele comprenderse como ahorcadura-homicidio el colgamiento de un cadáver. Esto es, la ahorcadura simulada para engañar a la justicia, ya que ante una suspensión se despierta siempre la idea del suicidio.

Ø Suicida: Es uno de los procedimientos más usados en todos los países y épocas para procurarse la muerte. Es más frecuente en el campo que en la ciudad y más frecuente en el hombre que en la mujer. El modo de ejecución varía con cada caso de especie. Nos limitaremos a señalar que, en contra de lo que se creía en un tiempo, las ahorcaduras-suicidio incompletas son tan frecuentes o más que las completas. El lugar en que se lleva a cabo tiene ciertas predilecciones: en el campo se ahorcan en un árbol, en cualquier sitio poco concurrido; en las poblaciones se eligen los sitios retirados de las casas, los graneros, el jardín etc. Se ha dado con frecuencia entre los reclusos de cárceles y manicomios. Algunas veces son suicidios colectivos: parejas con contratiempos amorosos, grupos familiares. Puede darse también el homicidio-suicidio mixto: un padre ahorca a sus tres hijos de corta edad, suspendiéndose él a continuación. Se han descrito verdaderas "epidemias" de suicidios por ahorcadura, ya como mecanismo único, ya combinado con otras violencias de la misma etiología. Todos los médicos forenses que han ejercido en medios rurales han tenido la experiencia de que en alguna época del año, casi siempre en primavera, se producen una serie de ahorcaduras suicidas que van propagándose a los distintos pueblos de la demarcación, a menudo como las ondas de un estanque, es decir, alejándose paulatinamente del punto en que se dio el primer caso. Estas epidemias se han conocido desde la antigüedad, y ya Plutarco cita haber acabado con una de ellas, que se propagaba entre las mujeres, con la amenaza de exponer públicamente desnuda a toda joven ahorcada.

Ø Suplicio: Ha constituido un modo de ejecución de justicia que estuvo generalizado en todas las naciones, atribuyéndose al Emperador Justiniano su instauración como suplicio infamatorio. En la actualidad son muy pocos los países en que se mantiene. El modo de ejecutar la ahorcadura ha variado algo. Según las épocas y países. En unos casos el reo era izado por el propio lazo de suspensión y, cuando quedaba suspendido, el verdugo, situado en la parte alta de la horca, se dejaba caer sobre los hombros o desde abajo se suspendía a los pies, imprimiendo violentas sacudidas al cuerpo. En otros casos el reo es lanzado al vacío desde una altura de dos o tres metros. Tanto por uno como por otro procedimiento se producen intensas lesiones vertebrales cervicales, que se sobreañaden al colgamiento propiamente dicho, dando lugar a un cuadro lesional típico.

Fisiopatología.

La muerte en la ahorcadura no tiene lugar siempre por el mismo mecanismo. Según las circunstancias del caso pueden intervenir aislados o conjuntamente, un mecanismo asfíctico, un mecanismo circulatorio o un mecanismo nervioso.

Asfixia: Excepcionalmente se produce por la compresión directa de la tráquea o laringe, ya que a consecuencia de la elasticidad de la piel, el peso del cuerpo hace que el lazo de desplace hacia arriba, quedando en una situación demasiado elevada. Más a menudo, el mecanismo asfíctico es debido a la compresión que se realiza sobre el hioides, que es desplazado hacia atrás, dando origen a una retropropulsión de la lengua, la cual, al aplicarse sobre la pared posterior de la faringe, ocluye el orificio superior de la laringe, con lo que impide la entrada de aire a los pulmones.

Compresión vascular: La constricción del cuello por el lazo da lugar a una compresión de los vasos cervicales, lo que se traduce en alteraciones circulatorias encefálicas, que desempeñan un papel importante en la producción de la muerte. Este mecanismo es también causa de la pérdida brusca del conocimiento, aún en las suspensiones incompletas. Desde las experiencias de Hoffman se conoce la presión necesaria para obstruir los vasos cervicales (Venas yugulares 2 kg.; arterias carótidas 5 kg.; tráquea 15 kg.; arterias vertebrales 30 kg.). Es decir, que aún en las ahorcaduras, en que no actúa como fuerza todo el peso del cuerpo, se origina una presión suficiente para originar trastornos considerables de la circulación cerebral.

Mecanismo nervioso: En la ahorcadura se producen también acciones sobre el sistema nervioso que colaboran o tienen una importancia primordial en la producción de la muerte: a) Acción vagal por estímulo directo del lazo sobre los neumogástricos, origen de trastornos respiratorios y cardíacos. b) Acción inhibitoria refleja, con punto de partida en una contusión laríngea o en la estimulación del seno carotideo. c) Acción sobre la porción cervical de la médula o el bulbo. Se da en forma exclusiva en las ahorcaduras de justicia a consecuencia de las luxaciones o fracturas cervicales que el mecanismo antes descrito es capaz de producir.

Lesiones cadavéricas.

Describiremos sucesivamente las alteraciones y hallazgos propios del hábito externo y las lesiones internas.

En el hábito externo de los cadáveres de los ahorcados se observa datos significativos, tanto localmente en el cuello como a distancia.

Lesiones locales: a) Son las más importantes; están representadas fundamentalmente por el surco, nombre con el que se le conoce la huella que imprime el lazo en los tegumentos del cuello. Es constante, excepto en las suspensiones muy cortas y cuando la consistencia del lazo es muy blanda. Como indica el nombre, forma un surco o depresión longitudinal que rodea el cuello en toda su circunferencia, menos una interrupción, de localización variable, que corresponde al nudo. b) Suele ser único, pero también puede existir un número variable, cuando el lazo da más de una vuelta alrededor del cuello. c) Su situación es, en general, elevada, por encima de la laringe. d) La dirección no es rigurosamente horizontal, de ordinario sigue una dirección oblicua ascendente en dirección al nudo, por tanto, será oblicua hacia arriba y atrás si el nudo es posterior. Pero el sentido ascendente será lateral si el nudo está situado en una de las caras laterales del cuello. También puede ser oblicua hacia arriba y adelante, cuando el nudo se encuentra a nivel de la barbilla. En la ahorcadura incompleta el surco tiende más a la horizontal, que se acentúa conforme pierde verticalidad el cuerpo; incluso de ha descrito, como caso excepcional, un colgamiento en "góndola", en que el cuerpo pendía del punto medio de una cuerda que iba de los pies al cuello, con lo que el surco presentaba una dirección oblicua descendente. Cuando el lazo da más de una vuelta, uno o más de los surcos son horizontales y sólo el más elevado es oblicuo ascendente. e) En lo que respecta al color y consistencia, se dividen los surcos en categorías: pálidos y blandos, originados por lazos blandos, que no excorian la piel; y surcos duros y apergaminados que corresponden a lazos duros y rugosos. Los surcos blandos suelen desaparecer si el tiempo de suspensión ha sido de breve duración; los surcos duros no desaparecen. f) La profundidad y la anchura del surco dependen de que el lazo de más o menos ancho y duro y, a igualdad de características del lazo, del tiempo de suspensión. Finalmente indicaremos que el estudio del surco puede dar indicaciones acerca de la naturaleza del lazo, el cual cuando presenta algunas peculiaridades, éstas se imprimen en el surco dejando la correspondiente huella identificadora.

Lesiones a distancia: Con este nombre nos referimos a las peculiaridades que descubre el examen externo de los cadáveres de los ahorcados. a) La posición de la cabeza depende del sitio que ocupa el nudo del lazo, apareciendo siempre inclinada hacia el lado opuesto. b) La apariencia del rostro es variable. La cara puede ser cianótica o pálida, lo que permite hablar de ahorcados azules y de ahorcados blancos. Esta diferencia depende de la situación del nudo. Cuando se trata de ahorcados simétricos, el lazo oprime por igual ambos lados del cuello, obturando arterias y venas y dando origen a una isquemia cefálica (ahorcados pálidos o blancos). Cuando el colgamiento es asimétrico, el lado correspondiente al nudo resulta menos comprimido, por lo cual, aunque las yugulares resultan siempre obturadas, pueden quedar permeables las carótidas o las vertebrales, produciendo como consecuencia una congestión cefálica (ahorcados azules). c) Se observa pequeñas equimosis faciales, sobre todo en frente, párpados, conjuntivas y labios. d) La lengua está proyectada fuera de la boca, muchas veces oprimida por los dientes, que se marcan en ella y originan acusada cianosis de la punta. Los ojos, igualmente, suelen estar proyectados hacia delante, dando lugar a una exoftalmia o exorbitismo, cuya importancia es mucho menor de lo que en un tiempo se suponía. e) Los fenómenos cadavéricos comunes acusan, asimismo, algunas particularidades. Las livideces se sitúan en la parte inferior del cuerpo si la suspensión se mantiene durante algunas horas después de la muerte; por otra parte, como consecuencia de la acción de la gravedad, suelen estar salpicadas de manchitas equimóticas pos mortales. El hecho de que afluyan los líquidos a la parte inferior del cuerpo explica la frecuencia con que la putrefacción es húmeda y rápida en la mitad inferior del cadáver y, por el contrario, evoluciona en forma seca, momificándose parcialmente, en la superior; siempre en el supuesto de que el cadáver permanezca suspendido algún tiempo. f) Es un hecho a menudo comprobado la presencia de esperma, o líquido prostático, sobre el prepucio o manchando la ropa interior. Pero no está demostrado que haya una verdadera eyaculación durante los fenómenos asfícticos de la ahorcadura. Este hecho se interpreta más bien como un fenómeno cadavérico en el que colaboran la acción de la gravedad y la contracción, por la rigidez cadavérica, de las vesículas seminales. g) Por último, sucede con mayor frecuencia observar en los cadáveres de los ahorcados huellas de violencias traumáticas originadas en las convulsiones agónicas propias de la asfixia, cuando el cadáver pende inmediato a un muro, árbol, poste, etc., contra el cual se golpea.

De la misma manera que el apartado anterior, debemos distinguir unas lesiones locales y unas lesiones a distancia en las alteraciones internas. La minuciosa autopsia del cuello es imprescindible en los casos de ahorcadura. El estudio de los diferentes planos anatómicos, de la superficie a la profundidad, nos permite reconocer un conjunto de lesiones y signos muy demostrativos.

Lesiones locales: a) Línea Argentina, a nivel del surco la piel se condensa y resquebraja en su profundidad, apretándose bajo el surco el tejido celular subcutáneo y formando una línea, delgada y brillante, cuya disección ofrece a veces dificultades. Disecada la piel, se comprueba como a nivel del surco asume una transparencia brillante que justifica el nombre que se la dado. b) Equimosis y hematomas, en las partes blandas del cuello afectadas por la constricción del lazo se producen equimosis de diverso tamaño. De importancia especial es la equimosis retro faríngea descrita por Brouardel en la parte posterior de la faringe, la cual sería originada por la presión sobre esta de la base de la lengua empujada hacia atrás por el lazo, por intermedio del hioides. Otras equimosis ocupan las vainas musculares y el tejido celular. c) Roturas musculares, se localizan ordinariamente a nivel de los esternocleidomastoideos y otros músculos de la región cervical. Cuando van acompañadas de extravasaciones hemáticas de cierto volumen y la sangre aparece infiltrada y coagulada, tienen el significado de colgamiento vital. d) Lesiones vasculares, consisten en un desgarro de dirección transversal a nivel de la túnica interna de la carótida (signos de Amussat) o de la yugular (signo de Otto). Pueden producirse tanto en la colgadura vital como en el pos mortal, pero sólo en la primera van acompañadas de sufusiones hemorrágicas. De ordinario se encuentran estas lesiones inmediatamente por debajo de la bifurcación de las carótidas. Algunos autores señalan que estas lesiones son de rara observación (en un 4 a 8% de los cadáveres de ahorcados), mientras que serían más frecuentes las equimosis o infiltración hemorrágica de estos vasos por la ruptura de los vasa vasorum (lesión de Martín). En la producción de los desgarros de los vasos parece intervenir un mecanismo de elongación vascular, más que una constricción local, como lo demuestra el hecho de que su localización no coincide siempre con la situación del surco. e) Lesiones laríngeas, están ausentes con frecuencia y, cuando existen, se localizan fundamentalmente en las astas del tiroides y del hioides, siendo excepcional que estén afectados los otros cartílagos laríngeos. Se trata casi siempre de fracturas y luxaciones. El mecanismo de producción consiste en la compresión de la laringe contra la columna vertebral. Es por ello que resultan más frecuentes en la estrangulación, en que la compresión se hace a un nivel más bajo. Otros autores, no obstante, atribuyen estas lesiones a la distensión, por tracción, del ligamento hio-tiroideo. Solamente cuando existe derrame sanguíneo en el foco puede valorarse como signos de ahorcadura en vida. f) Lesiones del raquis, son excepcionales en las ahorcaduras suicidas, mientras que constituyen una lesión característica de los ahorcados de justicia por la violencia de la ejecución. Consisten en roturas de los ligamentos intervertebrales, luxaciones de las dos primeras vértebras cervicales y, mucho más raramente, fracturas vertebrales.

Lesiones Generales. Además de las lesiones del cuello, durante la autopsia suelen encontrarse, en el resto del cadáver, otras lesiones propias de la ahorcadura:

La sangre aparece en los ahorcados con los caracteres propios de las asfixias en general: negruzca, fluida y de coagubilidad disminuida. Pero además pueden señalarse otros dos signos, a los que se les concede, por los autores que los han propuesto, valor como indicio de ahorcadura vital: a) El punto crioscópico o delta de la sangre contenida en el ventrículo derecho presenta valores sensiblemente mayores que los de la sangre contenida en el ventrículo izquierdo (Palmieri). Como se mencionó, tal diferencia la atribuye este autor a la elevación de la tasa de anhídrido carbónico, que sería mayor en la sangre procedente de los tejidos. b) S.P. Berg ha comprobado diferencias cuantitativas en el contenido en fosfátidos en la sangre de ambas mitades del corazón. Según los resultados que obtiene el autor, el valor de los fosfátidos de la sangre del corazón derecho es sensiblemente más alto en los ahorcados (promedio 77.2 mg) que en los individuos muertos por otras causas (promedio 12.1 mg).

En el resto del cadáver se encuentra el cuadro general visceral de las asfixias mecánicas: los pulmones congestionados, con equimosis suberosas en su superficie, y en su profundidad núcleos apopléticos unas veces, zonas de enfisema otras, etc. El estómago, hiperémico y con equimosis submucosas, y en el encéfalo congestión generalizada con foquitos hemorrágicos meníngeos y cerebrales.

Problemas Médico Legales en la ahorcadura.

Diagnóstico de la muerte por ahorcadura.- El mayor interés médico legal en las autopsias de los ahorcados reside en averiguar si, efectivamente, la muerte se debió a la ahorcadura, lo que lleva implícito la diferenciación entre las ahorcaduras verificadas en vida y las suspensiones de cadáveres para simular un suicidio. A los efectos de este diagnóstico conviene distinguir, entre los signos que se recogen en la autopsia, tres grupos distintos por su origen:

Ø Signos que demuestran que el sujeto estuvo colgado.
Ø Signos que indican la asfixia como mecanismo de muerte.
Ø Signos que acreditan que estaba vivo al ser colgado.

El primer grupo está constituido por el surco y las lesiones internas del cuello. Estas últimas son prácticamente idénticas en la estrangulación y en la ahorcadura, diferenciándose tan solo en su frecuencia relativa, lo que carece de valore en su caso concreto. Debe, por tanto, valorarse especialmente las diferencias entre el surco de la ahorcadura y el de la estrangulación, en la que insistiremos a propósito de ésta.

Los signos que indican asfixia como mecanismo de muerte son los generales a todas las asfixias mecánicas y no es necesario que volvamos de nuevo sobre ellos. Tienen interés diagnóstico, aún con las salvedades señaladas, en cuanto que indican que la asfixia fue la causa de la muerte, pero no son suficientes para demostrar que la ahorcadura tuvo lugar en vida, pues se ha podido colgar un cadáver cuya muerte se deba a la estrangulación o a la sofocación.

Asumen, pues, la máxima importancia para este diagnóstico los signos del tercer grupo. Desgraciadamente, no siempre están presentes en el cadáver de los ahorcados, por lo que su ausencia no excluye forzosamente este diagnóstico. De otra parte, muchos de los signos que se han indicado como propios de la ahorcadura vital no poseen tal carácter. En síntesis, los únicos signos que verdaderamente tienen el valor de reacción vital no poseen tal carácter. En síntesis, los únicos signos que verdaderamente tienen el valor de reacción vital son los extravasados hemáticos que acompañan a las lesiones del cuello: equimosis y hematomas en las partes blandas con sangre coagulada y adherida a las mallas del tejido, infiltrados hemorrágicos y de las fracturas laríngeas, infiltrados del mismo orden de los desgarros vasculares, etc.

A estos datos positivos hay que añadir el negativo de que la autopsia no delate signos o lesiones propias de otras muertes violentas.

Etiología de las ahorcaduras.- Dejando de lado la ahorcadura-suplicio, debemos estudiar los criterios para establecer el diagnóstico diferencial entre el accidente, el homicidio y el suicidio.

El colgamiento accidental no puede diagnosticarse por la autopsia, siendo la inspección del lugar, unido a las declaraciones que consten en el sumario, recogiendo todas las circunstancias del caso, las que permiten esta conclusión, a la cual es la autoridad que tiene a cargo la investigación quien debe de llegar.

Las ahorcaduras homicida y suicida y su diagnóstico diferencial plantean los más delicados problemas médicos legales. Ante un caso de ahorcadura, por lo común, se piensa primero en el suicidio, pues las estadísticas demuestran su mayor frecuencia.

Como datos esenciales para el diagnóstico, debemos tener en cuenta que el suicidio es propio de sujeto vivo, señalándose a menudo por sus rarezas de ejecución. Unas veces el colgamiento ha sido el único intento de suicidio, por lo cual no hay huellas de violencias extrañas a la ahorcadura; pero también han podido haber otros intentos previos, que habrán dejado las correspondientes huellas lesionales. En este último supuesto, la naturaleza de los intentos suicidas han debido permitir al sujeto bastante supervivencia y energía para consumar la ahorcadura. Por el contrario en la ahorcadura homicida se cuelga a la víctima ya cadáver, casi siempre, o tan gravemente herida que no ofrece resistencia. Por consiguiente, el diagnóstico se funda en la determinación de que la ahorcadura tuvo lugar después de la muerte. Otras veces ayudan al diagnóstico ciertas peculiaridades: que los nudos del lazo, por su tipo o clase indiquen una profesión especial extraña a la víctima; que en el cadáver se aprecien huellas de violencias, cuya naturaleza, origen localización y gravedad deben ser analizados, etc.

En este diagnóstico etiológico tiene una gran importancia la inspección del lugar, capaz en muchos casos de aclarar las dudas. Se cita a menudo el caso en que una presunta ahorcadura-suicidio dentro de una habitación se demostró que en realidad era un homicidio por la altura de un taburete. El cadáver pendía completamente y sus pies estaban a una distancia del suelo de 30 centímetros. En la habitación no había ningún mueble que pudiera haber servido de escabel a la víctima para ponerse el lazo en el cuello, excepto el mencionado taburete, que estaba caído al lado del cadáver, dando la impresión de que había sido derribado por la víctima para consumar su intento. Sin embargo, la altura del taburete era sólo de 25 centímetros, lo que hacía imposible su utilización para tal fin.

Otros datos, comunes a todas las formas del suicidio, son el estado de muebles y objetos, indicadores a veces de que ha habido lucha. Si el suicidio se ha consumado en una habitación, el hecho de que la puerta esté cerrada por dentro con llave. El tipo de cuerda empleada. Forma de los nudos, si son propios de una determinada profesión. Cartas dejadas por la víctima, etc. Todos los anteriores son factores que facilitan el diagnóstico. Los antecedentes familiares, individuales, económicos, sociales de la víctima aclaran en ocasiones los motivos que inducen al suicidio.

Godefrov en 1923, señaló la importancia del examen del punto de apoyo del lazo, cuando es de madera, para el diagnóstico de la ahorcadura-homicidio. Según este autor, cuando se cuelga un cadáver, sobre todo si lo hace una persona sola, lo habitual, después de haber pasado la cuerda por el cuello, es lanzar el cabo por encima de una viga o de una rama y tirar fuertemente para izarlo. Esta maniobra da lugar a que se desprendan algunas fibras de la madera, que se orientan hacia arriba en un lado y hacia abajo en el otro. En cambio, en el suicidio no se desprenden fibras ordinariamente, pero si lo hacen están orientadas hacia abajo en ambos lados. Esta señal muy interesante, debe ser interpretada con prudencia pues la cuerda con el nudo junto a la viga puede dislocarse en el momento de la suspensión, dando lugar a que se levanten fibras que se orientan en los dos sentidos. Popp ha señalado un caso en que la cuerda había dejado dos trazos, uno por delante y otro por detrás, en la rama; de estos dos trazos el mayor era vertical, pero el menor era oblicuo formando un ángulo de 45º con la vertical. Este dato sirvió para demostrar que se trataba de un homicidio y que el cadáver había sido izado, dejando en esta operación la cuerda con la huella descrita.

En resumen, la diferencia entre una ahorcadura homicida y una ahorcadura suicida se establece por el análisis de los siguientes elementos de juicio:

Ø Determinar si la ahorcadura ha sido vital o pos mortal.

Ø Rarezas en la ejecución del colgamiento, tipo de lazo, nudos, etc.

Ø Existencia de violencias traumáticas en el cadáver del ahorcado, distintas a las lesiones agónicas señaladas a propósito del examen externo. Tales violencias pueden ser resultado de intentos suicidas previos a la ahorcadura, que llevarán los caracteres propios de esta etiología, o lesiones dolosas causantes de la muerte o destinadas a aturdir a la víctima.

Ø Datos procedentes de la inspección del lugar y de los antecedentes de la víctima.

EL AHORCAMIENTO EN LA HISTORIA

La horca ha sido el instrumento de ejecución más usado en el mundo. El investigador Daniel Sueiro afirmó que "la facilidad elemental de su aplicación y su carácter siniestramente exhibicionista, favorecieron su extensión y práctica”. En sus comienzos, el ahorcamiento significaba estrangulación. En este sentido lo usaban los hebreos. Era el método más común, pero se aplicaba a los idólatras y a los blasfemos.

También fue uno de los procedimientos vigentes en la antigua Roma. En Grecia se aplicó un rudo procedimiento de ahorcamiento. Los germanos estrangulaban a sus desertores y traidores; fueron ellos quienes propagaron la horca por toda Europa, para hacerla símbolo común de la justicia de muchos países durante la Edad Media. Inglaterra fue el país de la horca por excelencia: este país eligió oficialmente la horca para extenderla por todo el mundo y para hacerla perdurar.

La pretensión de la horca de ser una técnica casi perfecta falló muchas veces, como así también los demás métodos. En el siglo XVIII, Davis Evans, siendo condenado a la horca, reclamó su libertad cuando la cuerda se rompió. El público gritaba: "¡Déjenlo! ¡Déjenlo!", mientras Evans le decía al verdugo: "Tú ya me has colgado y no tienes poder ni autoridad para colgarme de nuevo". Pero el verdugo le respondió: "Yo tengo la orden de colgarte por el cuello hasta que mueras, y eso es lo que haré". Y lo hizo.

En el año 1835 tuvo lugar el último ahorcamiento público en Nueva York y desde esa fecha todos los demás estados llevaron las ejecuciones oficiales al interior de las prisiones. En Inglaterra se ahorcó por última vez en público el 26 de mayo de 1868. La Comisión Real Inglesa que investigó las ventajas y los inconvenientes de la horca en relación con los demás sistemas de ejecución, concluyó que ese procedimiento era el mejor, "el método más seguro, no doloroso, simple y eficaz, no encontrándose otro mejor que pueda practicarse".

Según las prácticas inglesas, cuando una persona era sentenciada a muerte por ahorcamiento, el procedimiento era el siguiente: se fijaba la fecha de ejecución, siendo ésta estipulada durante las tres semanas siguientes. En caso de que el acusado apelara su sentencia, la fecha se posponía para quince días después de este acto. Durante ese tiempo, el acusado permanecía en una celda apartada de los demás prisioneros, exclusivamente destinada a los condenados a muerte. Era vigilado día y noche; sólo mantenía contacto con el director de la cárcel y el médico, que lo visitaban regularmente, y con el capellán, quien podía verlo cuantas veces lo requiriera el reo. Un poco antes del momento de ejecución, el verdugo, los oficiales y el director se reunían y se dirigen a la celda. Al momento de entrar el verdugo, el reo debía estar de espaldas a la puerta; junto a él estaba el capellán, mientras así lo deseara el condenado. El tiempo transcurrido desde que el verdugo entra a la celda, en busca del reo, hasta la ejecución, se fue reduciendo hasta llegar a unos diez segundos. Luego se izaba una bandera negra, mientras sonaba una campana, lo que significaba que todo se había consumado.

En España se utilizó hasta 1822, cuando fue reemplazada por el garrote; aunque después de esas fechas se siguió ahorcando en ambos países. Desde 1813 se aplicó en los Países Bajos, aunque el juez tenía desde el principio la facultad de elegir entre este sistema y la decapitación por medio de la espada. De 1824 a 1870, fecha de la abolición de la pena de muerte en los Países Bajos, la horca fue el único medio de ejecución legal. En Alemania, donde siempre se aplicó la decapitación, fue introducida la horca en virtud de la llamada Ley Lubre, el 20 de marzo de 1933, como método para los casos considerados por el Estado Nazi como graves atentados contra la seguridad del Estado.

En 1930 se aplicaba la horca en diecisiete estados de Estados Unidos. Actualmente se aplica en sólo seis estados: Idaho, Kansas, Montana, New Hampshire, Utah (donde el condenado podía decidir entre la horca y el fusilamiento, como lo hizo el asesino múltiple Gary Gilmore) y Washington. Yugoslavia renunció a la horca en 1950 para aplicar el fusilamiento (1975).

En Sudáfrica se ejecuta la mitad de todas las penas de muerte que se imponen hoy en el mundo y cada tres días se cuelga a un hombre, casi siempre de raza negra. En el año 1968 fueron ahorcadas en la república sudafricana ciento dieciocho personas.

EL AHORCAMIENTO MEDIÁTICO DE SADDAM HUSSEIN
La ejecución de Saddam Hussein tuvo lugar el día sábado 30 de diciembre de 2006, aproximadamente a las 06:05 hora local (03:05 GMT). Como sentencia, el ex dictador fue condenado a la horca. Se le ejecutó en presencia de un clérigo, un médico y un juez, además de un gran número de testigos, todos ellos de origen iraquí.

En un vídeo realizado con un móvil en el momento de la ejecución, se escucha como el ex-presidente iraquí se enfrenta dialécticamente a sus verdugos.17 Saddam Hussein se negó a que le cubriesen la cabeza con una capucha antes del ahorcamiento y leyó las frases de la profesión de la ley musulmana: "No hay más Dios que Alá y Mahoma es su profeta."

Tras la ejecución, en aquella misma jornada, una cadena de atentados sacudió Bagdad dejando al menos 70 muertos, después de que el Partido Baaz pidiera a los iraquíes venganza. El cuerpo del ex-dictador fue entregado a sus familiares para ser enterrado en su ciudad natal, Tikrit.

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