EL AHORCAMIENTO. PERCY ZAPATA MENDO.
EL AHORCAMIENTO
La
ahorcadura, suspensión o colgamiento puede definirse como la muerte producida
por la constricción del cuello, ejercida por un lazo sujeto a un punto fijo y
sobre el cual ejerce tracción el propio peso del cuerpo.
Se
distinguen en la práctica las siguientes variedades de ahorcadura:
Ø
Ahorcaduras
completa e incompleta: Dependen de la
altura a que ha quedado el cuerpo después de la suspensión. En la primera todo
el cuerpo está suspendido en el aire; en la segunda, una parte mayor o menor
del cuerpo toca en tierra, por lo que la tracción sobre el lazo suspensor no
corresponde a todo el peso corporal.
Ø
Ahorcaduras
simétrica o asimétrica: Estas variedades
están condicionadas por la situación del nudo. El colgamiento será simétrico
cuando el nudo se encuentra situado en la línea media, por lo que habrá una ahorcadura
simétrica anterior y otra posterior. El colgamiento será asimétrico cuando el
nudo se encuentra en una situación lateral, cualquiera que sea ésta.
Ø
Ahorcaduras
típicas y atípicas: Se llama colgadura
típica exclusivamente a aquella en que el nudo está situado en la línea media
de la parte posterior del cuello. Cualquier otra situación del nudo corresponde
a una ahorcadura atípica.
El lazo y el punto de
suspensión:
Tanto
el lazo como el punto de suspensión son muy variables en los distintos casos de
ahorcadura. Como lazo sirve cualquier prensa que sea suficientemente larga y
resistente, de cualquier naturaleza, pero flexible. Aunque lo más ordinario es
el empleo de cuerdas, se han usado también corbatas, pañuelos, cintas, mangas
de camisas, sábanas enteras o desgarradas, cortinas, correas, medias,
cinturones, hebillas, etc. Según su naturaleza se distinguen en blandos y
rígidos o duros, lo que influirá en el aspecto del surco.
El
lazo puede disponerse dando una vuelta o más de una, rodeando el cuello y cerrándose
por un nudo, que unas veces es corredizo y otras fijo. La situación del nudo es
muy variable; según sea esta se definen las suspensiones simétricas y
asimétricas, típicas o atípicas.
En
cuanto al punto de suspensión se ha visto hacer tal oficio a cualquier objeto
elevado con la necesaria resistencia para sostener el peso del cuerpo: vigas,
ramas de árboles, fallebas, parte superior de una ventana, ventanas o rejas, la
misma cama en suspensiones incompletas, etc.
Etiología.
Se
deben de tomar en consideración cuatro modalidades de ahorcadura.
Ø
Accidental: Es muy rara, aunque más frecuente que la homicida. En
la práctica suelen darse cuatro eventualidades: a) El accidente propiamente dicho, puede tratarse de niños en sus
juegos, o de adultos. En cualquier caso la víctima que se encuentra sobre un
plano elevado, se enreda la cabeza con cuerdas, correas, etc., pierde el
equilibrio y cae, quedando suspendido por el cuello. b) Los experimentadores, algunos científicos se han sometido a
experiencias de colgamiento para determinar personalmente la sintomatología del
ahorcamiento o precisar puntos oscuros. Ha habido aficionados y curiosos que
han querido repetir tales experiencias sin haber tomado las necesarias
precauciones, lo que ha conducido a consecuencias fatales. c) Los degenerados, la ahorcadura tuvo durante mucho tiempo la fama
de que provocaba sensaciones eróticas de gran voluptuosidad, tal vez debida a
la observación del líquido espermático en las ropas o en el suelo y al estado
de semierección en que queda a menudo el pene de los ahorcados. Para provocarse
tales sensaciones se han llevado a intentos de ahorcadura, solitarios y sin
medidas de precaución especiales, que han terminado con la muerte. d) Los acróbatas, hubo una cierta época
en que estuvo de moda, como espectáculo circense, el arriesgado simulacro de
ahorcarse en público. Un accidente que se describió fue la pérdida brusca de
conocimiento que, inesperada por los ayudantes del acróbata e inadvertida al
principio, terminaba en una verdadera ahorcadura mortal.
Ø
Homicida: "Constituye un procedimiento de excepción, ya
que un individuo sólo no puede ahorcar a otro de fuerza igual, que disfrute de
pleno conocimiento y se mantenga alerta" (Thoinot). Solamente puede
explicarse por la acentuada desproporción de fuerzas entre víctima y agresor,
por la pérdida de conciencia de la víctima, o cuando el homicidio es cometido
por un grupo de atacantes (linchamiento). Habitualmente, aunque de modo impropio,
suele comprenderse como ahorcadura-homicidio el colgamiento de un cadáver. Esto
es, la ahorcadura simulada para engañar a la justicia, ya que ante una
suspensión se despierta siempre la idea del suicidio.
Ø
Suicida: Es uno de los procedimientos más usados en todos los
países y épocas para procurarse la muerte. Es más frecuente en el campo que en
la ciudad y más frecuente en el hombre que en la mujer. El modo de ejecución
varía con cada caso de especie. Nos limitaremos a señalar que, en contra de lo que
se creía en un tiempo, las ahorcaduras-suicidio incompletas son tan frecuentes
o más que las completas. El lugar en que se lleva a cabo tiene ciertas
predilecciones: en el campo se ahorcan en un árbol, en cualquier sitio poco
concurrido; en las poblaciones se eligen los sitios retirados de las casas, los
graneros, el jardín etc. Se ha dado con frecuencia entre los reclusos de
cárceles y manicomios. Algunas veces son suicidios colectivos: parejas con
contratiempos amorosos, grupos familiares. Puede darse también el
homicidio-suicidio mixto: un padre ahorca a sus tres hijos de corta edad,
suspendiéndose él a continuación. Se han descrito verdaderas
"epidemias" de suicidios por ahorcadura, ya como mecanismo único, ya
combinado con otras violencias de la misma etiología. Todos los médicos
forenses que han ejercido en medios rurales han tenido la experiencia de que en
alguna época del año, casi siempre en primavera, se producen una serie de
ahorcaduras suicidas que van propagándose a los distintos pueblos de la demarcación,
a menudo como las ondas de un estanque, es decir, alejándose paulatinamente del
punto en que se dio el primer caso. Estas epidemias se han conocido desde la
antigüedad, y ya Plutarco cita haber acabado con una de ellas, que se propagaba
entre las mujeres, con la amenaza de exponer públicamente desnuda a toda joven
ahorcada.
Ø
Suplicio: Ha constituido un modo de ejecución de justicia que
estuvo generalizado en todas las naciones, atribuyéndose al Emperador
Justiniano su instauración como suplicio infamatorio. En la actualidad son muy
pocos los países en que se mantiene. El modo de ejecutar la ahorcadura ha
variado algo. Según las épocas y países. En unos casos el reo era izado por el
propio lazo de suspensión y, cuando quedaba suspendido, el verdugo, situado en
la parte alta de la horca, se dejaba caer sobre los hombros o desde abajo se
suspendía a los pies, imprimiendo violentas sacudidas al cuerpo. En otros casos
el reo es lanzado al vacío desde una altura de dos o tres metros. Tanto por uno
como por otro procedimiento se producen intensas lesiones vertebrales
cervicales, que se sobreañaden al colgamiento propiamente dicho, dando lugar a
un cuadro lesional típico.
Fisiopatología.
La
muerte en la ahorcadura no tiene lugar siempre por el mismo mecanismo. Según
las circunstancias del caso pueden intervenir aislados o conjuntamente, un
mecanismo asfíctico, un mecanismo circulatorio o un mecanismo nervioso.
Asfixia: Excepcionalmente se produce por la compresión directa de la tráquea o
laringe, ya que a consecuencia de la elasticidad de la piel, el peso del cuerpo
hace que el lazo de desplace hacia arriba, quedando en una situación demasiado
elevada. Más a menudo, el mecanismo asfíctico es debido a la compresión que se
realiza sobre el hioides, que es desplazado hacia atrás, dando origen a una
retropropulsión de la lengua, la cual, al aplicarse sobre la pared posterior de
la faringe, ocluye el orificio superior de la laringe, con lo que impide la
entrada de aire a los pulmones.
Compresión vascular: La constricción del cuello por el lazo da lugar a una
compresión de los vasos cervicales, lo que se traduce en alteraciones
circulatorias encefálicas, que desempeñan un papel importante en la producción
de la muerte. Este mecanismo es también causa de la pérdida brusca del conocimiento,
aún en las suspensiones incompletas. Desde las experiencias de Hoffman se
conoce la presión necesaria para obstruir los vasos cervicales (Venas yugulares 2 kg.; arterias carótidas 5
kg.; tráquea 15 kg.; arterias vertebrales 30 kg.). Es decir, que aún en las
ahorcaduras, en que no actúa como fuerza todo el peso del cuerpo, se origina
una presión suficiente para originar trastornos considerables de la circulación
cerebral.
Mecanismo nervioso: En la ahorcadura se producen también acciones sobre
el sistema nervioso que colaboran o tienen una importancia primordial en la
producción de la muerte: a) Acción vagal por estímulo directo del
lazo sobre los neumogástricos, origen de trastornos respiratorios y cardíacos. b) Acción
inhibitoria refleja, con punto de partida en una contusión laríngea o en la
estimulación del seno carotideo. c) Acción sobre la porción cervical de la
médula o el bulbo. Se da en forma exclusiva en las ahorcaduras de justicia
a consecuencia de las luxaciones o fracturas cervicales que el mecanismo antes
descrito es capaz de producir.
Lesiones cadavéricas.
Describiremos
sucesivamente las alteraciones y hallazgos propios del hábito externo y las
lesiones internas.
En
el hábito externo de los cadáveres de los ahorcados se observa datos
significativos, tanto localmente en el cuello como a distancia.
Lesiones locales: a) Son las
más importantes; están representadas fundamentalmente por el surco, nombre con
el que se le conoce la huella que imprime el lazo en los tegumentos del cuello.
Es constante, excepto en las suspensiones muy cortas y cuando la consistencia
del lazo es muy blanda. Como indica el nombre, forma un surco o depresión
longitudinal que rodea el cuello en toda su circunferencia, menos una
interrupción, de localización variable, que corresponde al nudo. b) Suele ser único, pero también puede
existir un número variable, cuando el lazo da más de una vuelta alrededor del cuello.
c) Su situación es, en general,
elevada, por encima de la laringe. d) La
dirección no es rigurosamente horizontal, de ordinario sigue una dirección oblicua
ascendente en dirección al nudo, por tanto, será oblicua hacia arriba y atrás
si el nudo es posterior. Pero el sentido ascendente será lateral si el nudo
está situado en una de las caras laterales del cuello. También puede ser oblicua
hacia arriba y adelante, cuando el nudo se encuentra a nivel de la barbilla. En
la ahorcadura incompleta el surco tiende más a la horizontal, que se acentúa
conforme pierde verticalidad el cuerpo; incluso de ha descrito, como caso
excepcional, un colgamiento en "góndola", en que el cuerpo pendía del
punto medio de una cuerda que iba de los pies al cuello, con lo que el surco
presentaba una dirección oblicua descendente. Cuando el lazo da más de una
vuelta, uno o más de los surcos son horizontales y sólo el más elevado es oblicuo
ascendente. e) En lo que respecta al
color y consistencia, se dividen los surcos en categorías: pálidos y blandos,
originados por lazos blandos, que no excorian la piel; y surcos duros y
apergaminados que corresponden a lazos duros y rugosos. Los surcos blandos
suelen desaparecer si el tiempo de suspensión ha sido de breve duración; los
surcos duros no desaparecen. f) La
profundidad y la anchura del surco dependen de que el lazo de más o menos ancho
y duro y, a igualdad de características del lazo, del tiempo de suspensión.
Finalmente indicaremos que el estudio del surco puede dar indicaciones acerca
de la naturaleza del lazo, el cual cuando presenta algunas peculiaridades,
éstas se imprimen en el surco dejando la correspondiente huella identificadora.
Lesiones a distancia: Con este nombre nos referimos a las peculiaridades
que descubre el examen externo de los cadáveres de los ahorcados. a) La posición de la cabeza depende del
sitio que ocupa el nudo del lazo, apareciendo siempre inclinada hacia el lado
opuesto. b) La apariencia del rostro
es variable. La cara puede ser cianótica o pálida, lo que permite hablar de
ahorcados azules y de ahorcados blancos. Esta diferencia depende de la
situación del nudo. Cuando se trata de ahorcados simétricos, el lazo oprime por
igual ambos lados del cuello, obturando arterias y venas y dando origen a una isquemia
cefálica (ahorcados pálidos o blancos). Cuando el colgamiento es asimétrico, el
lado correspondiente al nudo resulta menos comprimido, por lo cual, aunque las
yugulares resultan siempre obturadas, pueden quedar permeables las carótidas o
las vertebrales, produciendo como consecuencia una congestión cefálica
(ahorcados azules). c) Se observa
pequeñas equimosis faciales, sobre todo en frente, párpados, conjuntivas y
labios. d) La lengua está proyectada
fuera de la boca, muchas veces oprimida por los dientes, que se marcan en ella
y originan acusada cianosis de la punta. Los ojos, igualmente, suelen estar
proyectados hacia delante, dando lugar a una exoftalmia o exorbitismo, cuya
importancia es mucho menor de lo que en un tiempo se suponía. e) Los fenómenos cadavéricos comunes
acusan, asimismo, algunas particularidades. Las livideces se sitúan en la parte
inferior del cuerpo si la suspensión se mantiene durante algunas horas después
de la muerte; por otra parte, como consecuencia de la acción de la gravedad,
suelen estar salpicadas de manchitas equimóticas pos mortales. El hecho de que
afluyan los líquidos a la parte inferior del cuerpo explica la frecuencia con
que la putrefacción es húmeda y rápida en la mitad inferior del cadáver y, por
el contrario, evoluciona en forma seca, momificándose parcialmente, en la
superior; siempre en el supuesto de que el cadáver permanezca suspendido algún
tiempo. f) Es un hecho a menudo
comprobado la presencia de esperma, o líquido prostático, sobre el prepucio o
manchando la ropa interior. Pero no está demostrado que haya una verdadera
eyaculación durante los fenómenos asfícticos de la ahorcadura. Este hecho se
interpreta más bien como un fenómeno cadavérico en el que colaboran la acción
de la gravedad y la contracción, por la rigidez cadavérica, de las vesículas
seminales. g) Por último, sucede con
mayor frecuencia observar en los cadáveres de los ahorcados huellas de
violencias traumáticas originadas en las convulsiones agónicas propias de la
asfixia, cuando el cadáver pende inmediato a un muro, árbol, poste, etc.,
contra el cual se golpea.
De
la misma manera que el apartado anterior, debemos distinguir unas lesiones
locales y unas lesiones a distancia en las alteraciones internas. La minuciosa
autopsia del cuello es imprescindible en los casos de ahorcadura. El estudio de
los diferentes planos anatómicos, de la superficie a la profundidad, nos
permite reconocer un conjunto de lesiones y signos muy demostrativos.
Lesiones locales: a) Línea
Argentina, a nivel del surco la piel se condensa y resquebraja en su
profundidad, apretándose bajo el surco el tejido celular subcutáneo y formando
una línea, delgada y brillante, cuya disección ofrece a veces dificultades.
Disecada la piel, se comprueba como a nivel del surco asume una transparencia
brillante que justifica el nombre que se la dado. b) Equimosis y hematomas, en las partes blandas del cuello
afectadas por la constricción del lazo se producen equimosis de diverso tamaño.
De importancia especial es la equimosis retro faríngea descrita por Brouardel
en la parte posterior de la faringe, la cual sería originada por la presión
sobre esta de la base de la lengua empujada hacia atrás por el lazo, por
intermedio del hioides. Otras equimosis ocupan las vainas musculares y el
tejido celular. c) Roturas
musculares, se localizan ordinariamente a nivel de los esternocleidomastoideos
y otros músculos de la región cervical. Cuando van acompañadas de
extravasaciones hemáticas de cierto volumen y la sangre aparece infiltrada y
coagulada, tienen el significado de colgamiento vital. d) Lesiones vasculares, consisten en un desgarro de dirección
transversal a nivel de la túnica interna de la carótida (signos de Amussat) o
de la yugular (signo de Otto). Pueden producirse tanto en la colgadura vital como
en el pos mortal, pero sólo en la primera van acompañadas de sufusiones hemorrágicas.
De ordinario se encuentran estas lesiones inmediatamente por debajo de la bifurcación
de las carótidas. Algunos autores señalan que estas lesiones son de rara
observación (en un 4 a 8% de los cadáveres de ahorcados), mientras que serían
más frecuentes las equimosis o infiltración hemorrágica de estos vasos por la
ruptura de los vasa vasorum (lesión de Martín). En la producción de los
desgarros de los vasos parece intervenir un mecanismo de elongación vascular,
más que una constricción local, como lo demuestra el hecho de que su
localización no coincide siempre con la situación del surco. e) Lesiones laríngeas, están ausentes
con frecuencia y, cuando existen, se localizan fundamentalmente en las astas
del tiroides y del hioides, siendo excepcional que estén afectados los otros
cartílagos laríngeos. Se trata casi siempre de fracturas y luxaciones. El
mecanismo de producción consiste en la compresión de la laringe contra la
columna vertebral. Es por ello que resultan más frecuentes en la
estrangulación, en que la compresión se hace a un nivel más bajo. Otros autores,
no obstante, atribuyen estas lesiones a la distensión, por tracción, del
ligamento hio-tiroideo. Solamente cuando existe derrame sanguíneo en el foco
puede valorarse como signos de ahorcadura en vida. f) Lesiones del raquis, son excepcionales en las ahorcaduras
suicidas, mientras que constituyen una lesión característica de los ahorcados
de justicia por la violencia de la ejecución. Consisten en roturas de los
ligamentos intervertebrales, luxaciones de las dos primeras vértebras
cervicales y, mucho más raramente, fracturas vertebrales.
Lesiones Generales. Además de las lesiones del cuello, durante la autopsia
suelen encontrarse, en el resto del cadáver, otras lesiones propias de la
ahorcadura:
La
sangre aparece en los ahorcados con los caracteres propios de las asfixias en
general: negruzca, fluida y de coagubilidad disminuida. Pero además pueden
señalarse otros dos signos, a los que se les concede, por los autores que los
han propuesto, valor como indicio de ahorcadura vital: a) El punto crioscópico o delta de la sangre contenida en el
ventrículo derecho presenta valores sensiblemente mayores que los de la sangre
contenida en el ventrículo izquierdo (Palmieri). Como se mencionó, tal
diferencia la atribuye este autor a la elevación de la tasa de anhídrido
carbónico, que sería mayor en la sangre procedente de los tejidos. b) S.P. Berg ha comprobado diferencias
cuantitativas en el contenido en fosfátidos en la sangre de ambas mitades del
corazón. Según los resultados que obtiene el autor, el valor de los fosfátidos
de la sangre del corazón derecho es sensiblemente más alto en los ahorcados
(promedio 77.2 mg) que en los individuos muertos por otras causas (promedio
12.1 mg).
En
el resto del cadáver se encuentra el cuadro general visceral de las asfixias
mecánicas: los pulmones congestionados, con equimosis suberosas en su
superficie, y en su profundidad núcleos apopléticos unas veces, zonas de
enfisema otras, etc. El estómago, hiperémico y con equimosis submucosas, y en
el encéfalo congestión generalizada con foquitos hemorrágicos meníngeos y
cerebrales.
Problemas Médico Legales en la
ahorcadura.
Diagnóstico de la muerte por
ahorcadura.- El mayor interés médico
legal en las autopsias de los ahorcados reside en averiguar si, efectivamente,
la muerte se debió a la ahorcadura, lo que lleva implícito la diferenciación
entre las ahorcaduras verificadas en vida y las suspensiones de cadáveres para
simular un suicidio. A los efectos de este diagnóstico conviene distinguir,
entre los signos que se recogen en la autopsia, tres grupos distintos por su
origen:
Ø
Signos que
demuestran que el sujeto estuvo colgado.
Ø
Signos que
indican la asfixia como mecanismo de muerte.
Ø
Signos que
acreditan que estaba vivo al ser colgado.
El
primer grupo está constituido por el surco y las lesiones internas del cuello.
Estas últimas son prácticamente idénticas en la estrangulación y en la
ahorcadura, diferenciándose tan solo en su frecuencia relativa, lo que carece
de valore en su caso concreto. Debe, por tanto, valorarse especialmente las
diferencias entre el surco de la ahorcadura y el de la estrangulación, en la
que insistiremos a propósito de ésta.
Los
signos que indican asfixia como mecanismo de muerte son los generales a todas
las asfixias mecánicas y no es necesario que volvamos de nuevo sobre ellos.
Tienen interés diagnóstico, aún con las salvedades señaladas, en cuanto que
indican que la asfixia fue la causa de la muerte, pero no son suficientes para
demostrar que la ahorcadura tuvo lugar en vida, pues se ha podido colgar un
cadáver cuya muerte se deba a la estrangulación o a la sofocación.
Asumen,
pues, la máxima importancia para este diagnóstico los signos del tercer grupo.
Desgraciadamente, no siempre están presentes en el cadáver de los ahorcados,
por lo que su ausencia no excluye forzosamente este diagnóstico. De otra parte,
muchos de los signos que se han indicado como propios de la ahorcadura vital no
poseen tal carácter. En síntesis, los únicos signos que verdaderamente tienen
el valor de reacción vital no poseen tal carácter. En síntesis, los únicos
signos que verdaderamente tienen el valor de reacción vital son los
extravasados hemáticos que acompañan a las lesiones del cuello: equimosis y
hematomas en las partes blandas con sangre coagulada y adherida a las mallas
del tejido, infiltrados hemorrágicos y de las fracturas laríngeas, infiltrados
del mismo orden de los desgarros vasculares, etc.
A
estos datos positivos hay que añadir el negativo de que la autopsia no delate
signos o lesiones propias de otras muertes violentas.
Etiología
de las ahorcaduras.- Dejando de lado la ahorcadura-suplicio, debemos estudiar
los criterios para establecer el diagnóstico diferencial entre el accidente, el
homicidio y el suicidio.
El
colgamiento accidental no puede diagnosticarse por la autopsia, siendo la
inspección del lugar, unido a las declaraciones que consten en el sumario,
recogiendo todas las circunstancias del caso, las que permiten esta conclusión,
a la cual es la autoridad que tiene a cargo la investigación quien debe de
llegar.
Las
ahorcaduras homicida y suicida y su diagnóstico diferencial plantean los más
delicados problemas médicos legales. Ante un caso de ahorcadura, por lo común,
se piensa primero en el suicidio, pues las estadísticas demuestran su mayor
frecuencia.
Como
datos esenciales para el diagnóstico, debemos tener en cuenta que el suicidio
es propio de sujeto vivo, señalándose a menudo por sus rarezas de ejecución.
Unas veces el colgamiento ha sido el único intento de suicidio, por lo cual no
hay huellas de violencias extrañas a la ahorcadura; pero también han podido
haber otros intentos previos, que habrán dejado las correspondientes huellas
lesionales. En este último supuesto, la naturaleza de los intentos suicidas han
debido permitir al sujeto bastante supervivencia y energía para consumar la
ahorcadura. Por el contrario en la ahorcadura homicida se cuelga a la víctima
ya cadáver, casi siempre, o tan gravemente herida que no ofrece resistencia.
Por consiguiente, el diagnóstico se funda en la determinación de que la
ahorcadura tuvo lugar después de la muerte. Otras veces ayudan al diagnóstico
ciertas peculiaridades: que los nudos del lazo, por su tipo o clase indiquen
una profesión especial extraña a la víctima; que en el cadáver se aprecien
huellas de violencias, cuya naturaleza, origen localización y gravedad deben
ser analizados, etc.
En
este diagnóstico etiológico tiene una gran importancia la inspección del lugar,
capaz en muchos casos de aclarar las dudas. Se cita a menudo el caso en que una
presunta ahorcadura-suicidio dentro de una habitación se demostró que en
realidad era un homicidio por la altura de un taburete. El cadáver pendía
completamente y sus pies estaban a una distancia del suelo de 30 centímetros. En
la habitación no había ningún mueble que pudiera haber servido de escabel a la
víctima para ponerse el lazo en el cuello, excepto el mencionado taburete, que
estaba caído al lado del cadáver, dando la impresión de que había sido
derribado por la víctima para consumar su intento. Sin embargo, la altura del
taburete era sólo de 25 centímetros, lo que hacía imposible su utilización para
tal fin.
Otros
datos, comunes a todas las formas del suicidio, son el estado de muebles y
objetos, indicadores a veces de que ha habido lucha. Si el suicidio se ha
consumado en una habitación, el hecho de que la puerta esté cerrada por dentro
con llave. El tipo de cuerda empleada. Forma de los nudos, si son propios de
una determinada profesión. Cartas dejadas por la víctima, etc. Todos los
anteriores son factores que facilitan el diagnóstico. Los antecedentes
familiares, individuales, económicos, sociales de la víctima aclaran en
ocasiones los motivos que inducen al suicidio.
Godefrov
en 1923, señaló la importancia del examen del punto de apoyo del lazo, cuando
es de madera, para el diagnóstico de la ahorcadura-homicidio. Según este autor,
cuando se cuelga un cadáver, sobre todo si lo hace una persona sola, lo
habitual, después de haber pasado la cuerda por el cuello, es lanzar el cabo
por encima de una viga o de una rama y tirar fuertemente para izarlo. Esta
maniobra da lugar a que se desprendan algunas fibras de la madera, que se
orientan hacia arriba en un lado y hacia abajo en el otro. En cambio, en el
suicidio no se desprenden fibras ordinariamente, pero si lo hacen están
orientadas hacia abajo en ambos lados. Esta señal muy interesante, debe ser
interpretada con prudencia pues la cuerda con el nudo junto a la viga puede
dislocarse en el momento de la suspensión, dando lugar a que se levanten fibras
que se orientan en los dos sentidos. Popp ha señalado un caso en que la cuerda
había dejado dos trazos, uno por delante y otro por detrás, en la rama; de
estos dos trazos el mayor era vertical, pero el menor era oblicuo formando un
ángulo de 45º con la vertical. Este dato sirvió para demostrar que se trataba
de un homicidio y que el cadáver había sido izado, dejando en esta operación la
cuerda con la huella descrita.
En
resumen, la diferencia entre una ahorcadura homicida y una ahorcadura suicida
se establece por el análisis de los siguientes elementos de juicio:
Ø
Determinar si la
ahorcadura ha sido vital o pos mortal.
Ø
Rarezas en la
ejecución del colgamiento, tipo de lazo, nudos, etc.
Ø
Existencia de
violencias traumáticas en el cadáver del ahorcado, distintas a las lesiones
agónicas señaladas a propósito del examen externo. Tales violencias pueden ser
resultado de intentos suicidas previos a la ahorcadura, que llevarán los
caracteres propios de esta etiología, o lesiones dolosas causantes de la muerte
o destinadas a aturdir a la víctima.
Ø
Datos procedentes
de la inspección del lugar y de los antecedentes de la víctima.
EL AHORCAMIENTO EN LA HISTORIA
La
horca ha sido el instrumento de ejecución más usado en el mundo. El
investigador Daniel Sueiro afirmó que "la facilidad elemental de su
aplicación y su carácter siniestramente exhibicionista, favorecieron su
extensión y práctica”. En sus comienzos, el ahorcamiento significaba estrangulación.
En este sentido lo usaban los hebreos. Era el método más común, pero se
aplicaba a los idólatras y a los blasfemos.
También
fue uno de los procedimientos vigentes en la antigua Roma. En Grecia se aplicó
un rudo procedimiento de ahorcamiento. Los germanos estrangulaban a sus
desertores y traidores; fueron ellos quienes propagaron la horca por toda
Europa, para hacerla símbolo común de la justicia de muchos países durante la
Edad Media. Inglaterra fue el país de la horca por excelencia: este país eligió
oficialmente la horca para extenderla por todo el mundo y para hacerla
perdurar.
La
pretensión de la horca de ser una técnica casi perfecta falló muchas veces,
como así también los demás métodos. En el siglo XVIII, Davis Evans, siendo
condenado a la horca, reclamó su libertad cuando la cuerda se rompió. El
público gritaba: "¡Déjenlo! ¡Déjenlo!", mientras Evans le decía al
verdugo: "Tú ya me has colgado y no tienes poder ni autoridad para
colgarme de nuevo". Pero el verdugo le respondió: "Yo tengo la orden
de colgarte por el cuello hasta que mueras, y eso es lo que haré". Y lo
hizo.
En
el año 1835 tuvo lugar el último ahorcamiento público en Nueva York y desde esa
fecha todos los demás estados llevaron las ejecuciones oficiales al interior de
las prisiones. En Inglaterra se ahorcó por última vez en público el 26 de mayo
de 1868. La Comisión Real Inglesa que investigó las ventajas y los
inconvenientes de la horca en relación con los demás sistemas de ejecución,
concluyó que ese procedimiento era el mejor, "el método más seguro, no
doloroso, simple y eficaz, no encontrándose otro mejor que pueda
practicarse".
Según
las prácticas inglesas, cuando una persona era sentenciada a muerte por
ahorcamiento, el procedimiento era el siguiente: se fijaba la fecha de ejecución,
siendo ésta estipulada durante las tres semanas siguientes. En caso de que el
acusado apelara su sentencia, la fecha se posponía para quince días después de
este acto. Durante ese tiempo, el acusado permanecía en una celda apartada de
los demás prisioneros, exclusivamente destinada a los condenados a muerte. Era
vigilado día y noche; sólo mantenía contacto con el director de la cárcel y el
médico, que lo visitaban regularmente, y con el capellán, quien podía verlo
cuantas veces lo requiriera el reo. Un poco antes del momento de ejecución, el
verdugo, los oficiales y el director se reunían y se dirigen a la celda. Al
momento de entrar el verdugo, el reo debía estar de espaldas a la puerta; junto
a él estaba el capellán, mientras así lo deseara el condenado. El tiempo
transcurrido desde que el verdugo entra a la celda, en busca del reo, hasta la
ejecución, se fue reduciendo hasta llegar a unos diez segundos. Luego se izaba
una bandera negra, mientras sonaba una campana, lo que significaba que todo se
había consumado.
En
España se utilizó hasta 1822, cuando fue reemplazada por el garrote; aunque
después de esas fechas se siguió ahorcando en ambos países. Desde 1813 se
aplicó en los Países Bajos, aunque el juez tenía desde el principio la facultad
de elegir entre este sistema y la decapitación por medio de la espada. De 1824
a 1870, fecha de la abolición de la pena de muerte en los Países Bajos, la
horca fue el único medio de ejecución legal. En Alemania, donde siempre se
aplicó la decapitación, fue introducida la horca en virtud de la llamada Ley
Lubre, el 20 de marzo de 1933, como método para los casos considerados por el
Estado Nazi como graves atentados contra la seguridad del Estado.
En
1930 se aplicaba la horca en diecisiete estados de Estados Unidos. Actualmente
se aplica en sólo seis estados: Idaho, Kansas, Montana, New Hampshire, Utah
(donde el condenado podía decidir entre la horca y el fusilamiento, como lo
hizo el asesino múltiple Gary Gilmore) y Washington. Yugoslavia renunció a la
horca en 1950 para aplicar el fusilamiento (1975).
En
Sudáfrica se ejecuta la mitad de todas las penas de muerte que se imponen hoy
en el mundo y cada tres días se cuelga a un hombre, casi siempre de raza negra.
En el año 1968 fueron ahorcadas en la república sudafricana ciento dieciocho
personas.
EL AHORCAMIENTO MEDIÁTICO DE SADDAM
HUSSEIN
La
ejecución de Saddam Hussein tuvo lugar el día sábado 30 de diciembre de 2006,
aproximadamente a las 06:05 hora local (03:05 GMT). Como sentencia, el ex
dictador fue condenado a la horca. Se le ejecutó en presencia de un clérigo, un
médico y un juez, además de un gran número de testigos, todos ellos de origen
iraquí.
En
un vídeo realizado con un móvil en el momento de la ejecución, se escucha como
el ex-presidente iraquí se enfrenta dialécticamente a sus verdugos.17 Saddam
Hussein se negó a que le cubriesen la cabeza con una capucha antes del
ahorcamiento y leyó las frases de la profesión de la ley musulmana: "No
hay más Dios que Alá y Mahoma es su profeta."
Tras
la ejecución, en aquella misma jornada, una cadena de atentados sacudió Bagdad
dejando al menos 70 muertos, después de que el Partido Baaz pidiera a los
iraquíes venganza. El cuerpo del ex-dictador fue entregado a sus familiares
para ser enterrado en su ciudad natal, Tikrit.
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