“CULTURA ETÍLICA”. PERCY ZAPATA MENDO.

“CULTURA ETÍLICA”

Etimológicamente el término alcohol proviene el árabe “al-kuḥl”, que hace referencia  ‘toda sustancia pulverizada’ o ‘líquido destilado’, en este caso, se reseña a la segunda acepción. El alcohol etílico o etanol es el compuesto activo esencial de las bebidas alcohólicas. Su fórmula química es C2H5OH. Es un líquido aromático y combustible cuya variedad depende sobre todo del tipo de fruta o cereal y del proceso del que se obtiene: fermentación o destilación.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) es considerado como una droga, pues cumple con las razones que definen a una sustancia como tal:
  • ·        Genera adicción,
  • ·        Provoca tolerancia y
  • ·        Su ausencia provoca el síndrome de abstinencia.

Cuando el alcohol se consume de una forma frecuente y en cantidades excesivas puede dar lugar al alcoholismo. El alcoholismo se puede definir como un estado de dependencia física y psíquica del individuo, que determina una serie de conductas dirigidas al consumo compulsivo y continuado del alcohol.
El uso continuado del alcohol produce tolerancia, la cual se caracteriza por una disminución de los efectos con la misma cantidad de alcohol, por lo que debe beber cada vez en mayor cantidad para sentir la misma euforia que antes. La falta de administración en la persona acostumbrada a beber produce muy fuertes sintomatologías, que pueden ser muy grave: temblores, crisis convulsivas, taquicardia, alucinaciones, delirios...; a éste cuadro se le denomina Delirium Tremens.

La cultura que consume colectivamente una droga tiende a ensalzar sus valores positivos (por ejemplo, que el alcohol previene la arteriosclerosis, sirve para “socializar”, olvidar “penas”, celebrar un logro, etc.), y a olvidarse de los efectos negativos (como que el alcohol es la primera causa de cirrosis, propensión a desarrollar infecciones bacterianas, úlceras gástricas, enfermedades renales, problemas en la coagulación de la sangre, enfermedades cerebrales, etc.).

En el caso de la cultura latina, la droga más consumida es el alcohol y los producto alcohólico más habituales utilizados son el vino y la cerveza. Pero en nuestra sociedad hay un conjunto de normas que incluyen un repertorio de indicaciones y sanciones para el uso de estas bebidas alcohólicas.

Las medidas legales de mayor importancia son el control de los precios por medio de los impuestos y la represión en el suministro. Una de las medidas más eficaces para reducir el consumo es el aumento del precio del alcohol. Como señalan algunos estudios, los precios altos, además de disminuir el consumo produce a su vez una disminución de las consecuencias negativas a las que lleva el abuso, entre los más destacables están: accidentes de tráfico, problemas dentro de la familia, absentismo laboral y disminución del rendimiento.
Otras medidas usadas han sido el establecer una edad mínima de consumo de alcohol y prohibir la venta en determinados locales, pero no han sido tan eficaces debido a ciertas presiones de empresarios de industrias productoras de bebidas alcohólicas, o bien de los dueños de centros de expendio y consumo a nivel local (discotecas, pubs, etc.).
Aparte de la cultura en la que se viva también influyen otros factores en el consumo, entre ellos destacan las condiciones ambientales, pero sobre todo son los acontecimientos sociales como bodas, bautizos, cumpleaños y otras celebraciones las que favorecen el consumo excesivo de alcohol.

El abuso es menor en las culturas con tradiciones religiosas, con normas de consumo estrictamente prescritas, como es el caso de los judíos y los países islámicos.

En algunas culturas el alcoholismo no se considera como una conducta desviada ya que puede representar adaptaciones racionales a determinadas situaciones de frustración. Para no ser tachado de parcial o que me este artículo lo he escrito a propósito como un medio de llamar la atención de determinadas personas, pondré como ejemplo el caso de los jóvenes de Truck, una isla de las Carolinas Orientales en Micronesia. La vida de estos jóvenes se caracteriza por su dedicación a beber y alterar el orden de sus pueblos como desahogo de frustraciones que antes se descargaban en la guerra. En Truck, a los borrachos se les considera animales sin raciocinio, pero rara vez se censuran las actuaciones de los jóvenes en estado de embriaguez, esto se debe a que es lo que la cultura espera de los jóvenes, considerando desviados a los abstemios.
En el Perú, según el Ministerio de Salud (Minsa),  este mal representa actualmente la segunda causa de enfermedades y muertes en el país y el futuro no luce nada confortador. El problema no es desconocido. En enero del 2011, el Centro de Información y Educación para la Prevención del Abuso de Drogas (Cedro) advertía que “existen evidencias de que en el Perú hay aproximadamente un millón de peruanos alcohólicos” (poco más del 3% de la población total peruana).

Según las estadísticas del Minsa, los peruanos más afectados por este problema son los varones adultos de las zonas urbanas y las regiones con más alcoholismo son Callao, Cuzco, Lima, Junín, Arequipa, La Libertad y Tacna.

Sin embargo, hay algo más alarmante. Según Cedro, los adolescentes, mujeres y hombres, toman ahora con la misma intensidad y la edad de inicio es más baja. En junio de ese año, la directora adjunta de Cedro, Carmen Masías, reveló que los hombres y mujeres peruanos comienzan a consumir alcohol a partir de los 12 o 13 años de edad.
La representante de Cedro resaltó lo dañino que esto es  para la salud de los menores y lo graficó señalando que dar de beber a un niño  de 12 años es igual que hacerlo con uno de dos, pues  en ambos casos el cerebro no termina de formarse.

Los especialistas indican se da porque muchas veces el primer contacto con el alcohol se da al interior de los hogares, donde "tomar licor es socialmente aceptado como algo normal". Así, los niños de 9 a 10 años prueban licor cuando "algún familiar les invita el resto de lo que queda en sus copas".

Ante esta realidad de peligro para nuestros hijos, las autoridades plantean que es necesario enfatizar la necesidad de un trabajo de prevención entre los adolescentes. Sin embargo, ese trabajo debe comenzar por casa.

La adicción al alcohol está vinculada a los accidentes de tránsito, la violencia familiar, los homicidios, los suicidios y otras conductas de riesgo que ponen en peligro la vida no sólo de los afectados sino también de sus familiares, según el Minsa.

RESEÑA HISTÓRICA

Los estudios antropológicos evidencian que ciertas bebidas alcohólicas fermentadas, como el vino y la cerveza, eran ya consumidas hace al menos cinco mil años. Las bebidas con alcohol, por su naturaleza y sus efectos, se vincularon pronto con lo divino y se asociaron a los rituales religiosos.

Los egipcios dieron crédito a Osiris por haberles permitido conocer el vino y la adopción de normas de convivencia benévola y tolerante. Los hebreos atribuyeron a Noé el haberse dedicado a la labranza y a plantar la vid; en la Biblia se menciona que bebió vino para celebrar el final del diluvio universal y que se embriagó.

Los griegos veneraban a Dionisio -cuyo equivalente romano es Baco- como un dios liberador, del frenesí, de la danza y de la embriaguez, características de las fiestas bacanales. Se le creía el inventor del vino, que proporcionaba alegría y delicias a los mortales disipando las penas.

En la mitología griega también se alude a la tragedia del exceso en el consumo, al ser asesinado Dionisio por los embriagados Titanes; Zeus, padre del dios, los fulminó con su rayo justiciero.

De las cenizas de los fieros Titanes nacieron los hombres, con un fondo bestial, desenfrenado y violento, pero también con una naturaleza dionisíaca que impulsa su alma hacia lo divino.

Las bebidas fermentadas son las más antiguas, pero no las únicas. El origen de las bebidas destiladas o espirituosas proviene de la tradición árabe de la alquimia. Suya es la herramienta destiladora, el alambique, utilizada por los sabios alquimistas para separar compuestos. Suyo también es el origen de la palabra "alcohol" (ver párrafo inicial de esta monografía). Las primeras referencias a la destilación del alcohol datan del siglo XII y nos hablan de la fabricación del aqua vitae (agua de la vida) en referencia a los licores destilados y a la destilación del aguardiente. Este término pervive todavía en el aquavit sueco y noruego, o en el akvavit danés. Fue el español Arnau de Villanova el primero que describiría con detalle la elaboración del llamado "elixir de la vida eterna" o aqua vitae, que se extrae por la "destilación del vino o de sus heces".

Durante la Edad Media se dio un impulso a la producción de este tipo de bebidas, gracias a la labor de los monjes cristianos. Estos monjes trataban de encontrar esencias mágicas con aplicaciones medicinales. Estos experimentos son el origen de los elixires. Ocurría sin embargo que la técnica era un poco rudimentaria, y el resultado no constituía algo particularmente grato de ser degustado. Entonces, para mejorar el sabor comenzaron a aromatizar sus brebajes con flores y frutas maceradas.

A partir del siglo XV se fundan los gremios de la destilación y será a partir de entonces cuando nazcan algunos de los licores más conocidos y consumidos, como el coñac, el brandy, el whisky o el ron. Desde el momento en que se descubren los destilados y su capacidad de ser trasladados de un lugar a otro, a diferentes temperaturas, con abundantes trasiegos, las bebidas alcohólicas se encuentran en cualquier sitio y son asequibles para toda la sociedad. Es entonces cuando comienza su comercialización.

A partir del siglo XVIII, prácticamente en todo el mundo se bebe alcohol, desde los corsarios y piratas que gustaban del ron, hasta los monjes que siguen apegados a sus aromáticos licores de compleja elaboración y fórmula secreta.

Como hemos visto, el hábito de consumir bebidas alcohólicas es un acto social que refleja en gran medida la cultura y las costumbres del pueblo en que se presenta. A pesar de que existen tipos de bebidas que son conocidas casi a escala mundial, también es cierto que hay muchas de ellas que son excepcionales de cada región, país o cultura.
En la América precolombina se utilizaba la “Chimba” (parecida a la cerveza) que fue ofrecida a Colón. Con los descubrimientos y colonizaciones las bebidas alcohólicas se expandieron en ambas direcciones.

A partir del siglo XVII se desarrolla la crianza de vinos y licores. En la época industrial y con los problemas de crecimiento masivo de las urbes se produce un aumento de la demanda de alcohol en todos los estratos sociales.

Los primeros años del siglo XX el consumo de alcohol estuvo estable, pero en la década de los 60 aumentó, influido por la economía, la política, los movimientos migratorios y las tensiones que surgieron. Ya en esta época se puede hablar de una institucionalización del alcoholismo.

EL ALCOHOLISMO EN LA ESTRUCTURA SOCIAL

El alcoholismo en la mujer

Históricamente y en la mayor parte de las sociedades el consumo de alcohol y los problemas derivados del mismo son cuestiones preferentemente masculinas.

La concepción médica tendía a minimizarlo o se le ignoraba, aunque según las investigaciones interculturales son muy pocas las sociedades en las que el hombre bebe y la mujer no.

La moderación de la mujer estaba dictada por los códigos sociales la preservó durante bastante tiempo de las consecuencias negativas asociadas al uso del alcohol, pero la tendencia actual a la reducción de las diferencias entre sexos modifica también los roles y por tanto las actitudes ante el alcohol.

Los trabajos realizados coinciden de manera general en algunos aspectos que vamos a enunciar:

  • ·      Aumento generalizado de consumo de bebidas alcohólicas, sobre todo de cerveza y destilados.
  • ·   Las jóvenes consumen mucho más alcohol que el resto de grupos de edad, llegando en un alto porcentaje a cifras que suponen riesgo para la salud (+ de 75 ml. de alcohol puro / día).
  • ·        El patrón de ingesta tiene un incremento importante en la cantidad consumida en fin de semana y festivos.
  • ·        Pauta de consumo preferentemente extra doméstica: bares, restaurantes, fiestas,...
  • ·        Tendencia entre las mujeres jóvenes a asociar alcohol y tabaco.

En Estados Unidos la relación entre alcoholismo masculino y femenino se sitúa en 1,5:1. Pero esta tendencia a igualarse los consumos no ha ido paralela a la aceptación social de la tolerancia al trastorno en relación al género siendo peor vista la mujer consumidora que el hombre. Se han barajado varias causas por las que la mujer bebe, por lo que existe una tendencia a considerar que la dependencia es de origen multifactorial. Así citamos algunas como el aumento de la disponibilidad de bebidas alcohólicas, no sólo se puede adquirir en bares y bodegas, ahora se puede comprar en tiendas de barrios o en los grandes almacenes. Otra causa puede atribuirse a elementos simbólicos asociados al uso del alcohol, un ejemplo sería utilizar el alcohol como “elemento protesta”, ya que beber es un elemento simbólico de la reivindicación del dominio de lo masculino. Una consecuencia de la igualación de los derechos, es la tendencia a unificar las diferencias de género (hombre-mujer), por tanto los comportamientos referidos a la ingesta de alcohol se van igualando, especialmente entre la población joven. La mujer asume patrones de comportamiento hasta el momento típicamente masculinos, como beber o fumar.

Alcoholismo en los jóvenes

El aumento del consumo de alcohol en los jóvenes de ambos sexos es preocupante ya que se sabe que un inicio precoz se asocia a un mayor consumo posterior.

La adolescencia es un momento de gran riesgo para el inicio del consumo de alcohol. Es un momento crítico, los padres pierden control sobre la conducta del joven, y es éste el que adquiere un cierto autocontrol de su vida.

Hay que destacar la pauta de consumo juvenil que se produce en la mayor parte de los jóvenes, independientemente de su edad, sexo, clase social, u otros factores.

Dicho modelo ha adquirido unas características propias diferentes al modelo tradicional adulto, entre ellas destacan:

  • ·        Existencia de un consumo precoz, entre los 13 y 16 años. El paso de enseñanzas primarias a secundarias supone un periodo crítico en el inicio del consumo de alcohol.
  • ·        Se produce un aumento de consumo los fines de semana y los días festivos. Tipo de consumo que contrasta con el de la población adulta que tiende a consumir de forma estable a lo largo de la semana. A esto se agrega la invención de días festivos por parte de la industria del alcoholo, “Día del amigo”, “Viernes de Patas”, etc.
  • ·        Los jóvenes tienden a consumir cerveza y al no poder adquirirla ésta, recurren a combinados de alta graduación.
  • ·   El patrón espacial de consumo ha variado. Antes el consumo de bebidas alcohólicas se solía producir generalmente en el ámbito familiar y cuando había alguna celebración. En los últimos años el consumo de alcohol juvenil se realiza sobre todo en bares, discotecas, en la calle y en otros lugares de posible encuentro y diversión. Se consume en compañía de iguales, los amigos o el grupo de relación.
  • ·        El consumo de alcohol por los jóvenes tiene un carácter social. Es una forma de pasar el tiempo con los amigos y otros jóvenes y establecer relaciones sociales en grupo. A veces el consumo se asocia a la necesidad de obtener reconocimiento social por parte de los iguales.

Es importante señalar la embriaguez, ya que es una especie de rito de transición o rito de paso casi obligatorio para los adolescentes. Parece como si fuera una “socialización obligatoria” a la que apenas existen alternativas de resistencia.

Los problemas más frecuentes que se dan en los jóvenes y que están relacionados con el consumo de alcohol no suelen ser estados de dependencia crónica, sino más bien causados por ingestiones esporádicas produciéndose los frecuentes accidentes de tráfico, los robos, violaciones de las muchachas ebrias, incremento de las enfermedades de transmisión sexual. Pero donde más se van a ver reflejados estos problemas aparte de en el interior de la familia, es en el ámbito escolar. Entre los problemas que supone está el fracaso escolar, el absentismo y poco a poco se va dejando de participar en actividades escolares y extraes- colares.

Alcoholismo en la familia

La familia se ve afectada en mayor o menor escala cuando uno de sus miembros padece el problema del alcoholismo. Dicho problema provoca situaciones tensas en el grupo familiar, perturba la convivencia en el hogar, además supone un importante impedimento para que se produzca un desarrollo normal en las relaciones afectivas así como de la comunicación familiar.

La actitud de la familia con el miembro alcohólico ha sido y sigue siendo negativa y contraproducente. Entre la intransigencia y la condescendencia ha fluctuado tradicionalmente la actitud familiar hacia él.

Un hecho importante es la tendencia a la negación, tanto por parte de la familia como del alcohólico.

Las familias en las que existe un miembro con este problema suelen convertirse en auténticos caos, donde las relaciones entre los padres o entre padres e hijos generan grandes conflictos, alterando el normal funcionamiento familiar.

Se constata que en familias donde existe una dependencia alcohólica constituye una de las principales causas de separación conyugal, lo que supone el comienzo de la marginación familiar y social del alcohólico. También los problemas sexuales de estos sujetos pueden favorecer la aparición de problemas en las relaciones conyugales.

La dependencia alcohólica está fuertemente relacionada con la violencia familiar (más del 60% de los casos denunciados de maltratos físicos y psíquicos). Los hijos suelen ser los más afectados.

Es importante señalar que las actitudes y costumbres sobre el consumo de alcohol en una familia sirven como modelo y se refleja en los hijos pudiendo influir de forma importante en el comportamiento posterior de los hijos frente al alcohol. Los hijos tienden a imitar los comportamientos con el alcohol que observan en su entorno próximo, fundamentalmente los de su padre, madre y hermanos mayores.

LOS RITOS DEL BEBER

Los comportamientos ritualizados que se dan en los espacios de consumo de alcohol, por excelencia los bares, siendo éstos lugares obligados de sociabilidad masculina, sobre todo en el medio rural. Aquí tomar “un vaso”, invitar “un par”, a pesar de parecer actividades libres, constituyen actos que cristalizan en el individuo su estatus social, su posición económica en la comunidad o su grupo de edad. También la bebida que suele tomar el individuo forma parte de una serie de representaciones sociales que sitúan a éste en un estatus y grupo de edad concretos. Por tanto, beber en el bar cumple una función de identidad por su ritualización, debido al conjunto de reglas que controlan el uso del alcohol. Así por ejemplo, lo que formaliza a un grupo dentro del bar es la llamada “ronda”, el que no bebe como los demás (“seco y volteado”) , como sus compañeros, siempre quedará un poco al margen (“cabeza de pollo”). La realización de la ronda exige que haya tantas rondas como individuos, cualquier invitado ha de invitar bajo pena de rebajarse pública y socialmente. No invitar significa excluirse, mientras que invitar demasiado está visto como una manera ostentadora de demostrar un estatus o de ganarse la amistad o admiración de alguien.

PERSPECTIVA MÉDICA DEL PROBLEMA

El consumo de alcohol es una de las principales categorías incluidas en el determinante de salud que engloba a los estilos de vida.

La historia natural del consumo de alcohol cubre un amplísimo espectro, desde la abstinencia a la dependencia, pasando por el uso moderado, excesivo o abusivo. Se trata de comportamientos sociales aprendidos, que habitualmente se inician con experiencias juveniles. El alcohol en su condición de droga, está fuertemente enraizado en la cultura y en la economía de numerosos países.

La mayor parte de los consumidores alcanzan un nivel de uso que podríamos considerar equilibrado, en el que se maximizan los efectos placenteros y minimizan las consecuencias adversas, con episodios ocasionales de uso excesivo que oscilan desde los intrascendentes (resaca matinal), hasta los graves accidentes fatales.

Los problemas médicos relacionados con el consumo del alcohol pueden referirse al consumo crónico o agudo. En el primer caso está en función de la intensidad de consumo.

En los alcohólicos dependientes son frecuentes miocardiopatía, delirium tremens, psicosis, hepatitis, cirrosis, pancreatitis, déficits de tiamina, neuropatía y demencia.

La morbilidad y mortalidad relacionada con el alcohol en la población general está generada por los bebedores no dependientes. Existe una relación dosis-respuesta entre el consumo diario de alcohol y el aumento de la presión arterial, así como el riesgo de cirrosis, accidente cerebrovascular hemorrágico y cáncer.

El consumo agudo de alcohol está estrechamente relacionado con la mortalidad por causas externas, entre las que destaca los accidentes de tráfico.

El hígado es uno de los órganos especialmente afectado por el alcohol, siendo la lesión hepática uno de sus efectos tóxicos más graves. El consumo excesivo de alcohol desemboca con gran frecuencia en la hepatopatía. El hígado como principal órgano de desintoxicación del cuerpo elimina las substancias tóxicas a través de la bilis, pero también puede provocar una destrucción de las células hepáticas cuando este proceso supera ciertos límites. Entre las hepatopatías más frecuentes están la esteatosis hepática, hepatitis alcohólica, cirrosis hepática alcohólica y la insuficiencia hepática. Pero el consumo moderado de alcohol tiene efectos favorables sobre el riesgo de enfermedad coronaria cuya incidencia y mortalidad es menor en varones y en mujeres que consumen una cantidad muy moderada, que los que no consumen nada de alcohol.

Por último señalar que el alcoholismo es una de las enfermedades más difíciles de diagnosticar por su carácter insidioso. En algunas ocasiones es el propio enfermo, quien desconoce su enfermedad. Tanto a él como a los familiares, el diagnóstico suele sorprenderles con frecuencia.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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INSTITUTO DEUSTO DE DROGODEPENDENCIAS. La cultura de las drogas en los jóvenes: ritos y fiestas. Servicio central de publicaciones del Gobierno Vasco. Junio 2000.

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