EL SINDROME DE DOWN. PERCY ZAPATA MENDO.
EL SINDROME DE DOWN
A pesar de los avances en el conocimiento y la administración
general de Síndrome de Down, su estado todavía se asocia a una determinada
cantidad de estigma.
Todas las personas con Síndrome de Down tienen un cierto
grado de discapacidad en el aprendizaje y por lo tanto requieren del soporte
educativo especial para su integración y desenvolvimiento en la sociedad. Los
padres de la gente con Síndrome de Down están también necesitando soporte
social y orgánico para ayudarle a entender la condición y sus complicaciones
asociadas.
Históricamente, la gente con Síndrome de Down fueron recluidas
por sus familias en sus viviendas – y lo es aún en la actualidad -, o bien
fueron lindadas en instituciones estatales que se encargaran de ellos. Fue a recién
a mediados del siglo XX en que los padres, médicos, investigadores y las
organizaciones gubernamentales que comenzaron a cambiar el modo de ver a los
que nacen con este Síndrome de Down y otros desordenes afines, y en ver la
manera de no ocultarles como si fueran unos ciudadanos de segunda, sino en
verles como auténticos miembros de nuestra sociedad.
DEFINICIÓN
El síndrome de Down, también conocido como Trisomía del Par 21
- por estar afectado el par de cromosomas en mención -, es una anomalía donde
un material genético sobrante provoca retrasos en la forma en que se desarrolla
un niño, tanto mental como físicamente. El síndrome de Down afecta a
aproximadamente uno de cada 800 bebés cada año en los Estados Unidos. Según la
Sociedad Nacional del Síndrome de Down (National Down Syndrome Society), en los
EE.UU. hay más de 400 000 individuos con síndrome de Down.
A pesar de que el síndrome de Down no se puede prevenir, se
puede detectar antes del nacimiento. Los problemas de salud que pueden
acompañar a este síndrome tienen tratamiento y hay muchos recursos, disponibles
para ayudar tanto a los niños afectados por esta anomalía como a sus familias.
CAUSAS
El síndrome de Down es causado por la presencia de material
genético extra del cromosoma 21. Los cromosomas son las estructuras celulares
que contienen los genes. Normalmente, cada persona tiene 23 pares de
cromosomas, o 46 en total. Cada individuo hereda un cromosoma de cada par del
óvulo de la madre; hereda el otro cromosoma de cada par del espermatozoide del
padre. En situaciones normales, la unión de un óvulo y un espermatozoide da
como resultado un óvulo fertilizado con 46 cromosomas.
A veces algo sale mal antes de la fertilización. Un óvulo o
un espermatozoide en desarrollo pueden dividirse de manera incorrecta y
producir un óvulo o espermatozoide con un cromosoma 21 de más. Cuando el
espermatozoide se une con un óvulo, el embrión resultante tiene 47 cromosomas
en lugar de 46. El síndrome de Down se conoce como trisomía 21 ya que los
individuos afectados tienen tres cromosomas 21 en lugar de dos. Este tipo de
accidente en la división celular produce aproximadamente el 95 por ciento de
los casos de síndrome de Down.
Ocasionalmente, antes de la fertilización, una parte del
cromosoma 21 se desprende durante la división celular y se adhiere a otro
cromosoma dentro del óvulo o del esperma. El embrión resultante puede tener lo
que se conoce como síndrome de Down con translocación. Las personas afectadas
tienen dos copias normales del cromosoma 21, y más material de cromosoma 21
adicional adherido a otro cromosoma. Este tipo de accidente en la división
celular es responsable de aproximadamente el 3 al 4 por ciento de los casos de
síndrome de Down. En algunos casos, el padre o la madre tiene una
redistribución del cromosoma 21, llamada translocación equilibrada, que no
afecta su salud.
Aproximadamente del 1 al 2 por ciento de las personas tiene
una forma del síndrome de Down llamada síndrome de Down en mosaico. En este
caso, el accidente en la división celular tiene lugar después de la
fertilización. Las personas afectadas tienen algunas células con un cromosoma
21 adicional y otras con la cantidad normal.
A pesar de que no se sabe con seguridad por qué ocurre el
síndrome de Down y no hay ninguna forma de prevenir el error cromosómico que lo
provoca, los científicos saben que las mujeres mayores de 35 años tienen un
riesgo significativamente superior de tener un niño que presente esta anomalía.
Por ejemplo, con 30 años, una mujer tiene aproximadamente 1 probabilidad entre
1.000 de concebir un hijo con síndrome de Down. Esta probabilidad crece a 1
entre 400 a los 35 años y a 1 entre 100 a los 40.
CARACTERÍSTICAS
Un niño con síndrome de Down puede tener:
a)
Ojos
inclinados hacia arriba
b)
Orejas
pequeñas y ligeramente dobladas en la parte superior
c)
Boca
pequeña, lo que hace que la lengua parezca grande
d)
Nariz
pequeña y achatada en el entrecejo
e)
Cuello
corto
f)
Manos
y pies pequeños
g)
Baja
tonicidad muscular
h)
Baja
estatura en la niñez y adultez.
La mayoría de los niños con síndrome de Down presenta algunas
de estas características, pero no todas.
El grado de discapacidad intelectual varía considerablemente.
En la mayoría de las personas afectadas, las discapacidades intelectuales son
de leves a moderadas y, con la intervención adecuada, pocos padecerán discapacidades
intelectuales graves. No hay manera de predecir el desarrollo mental de un niño
con síndrome de Down en función de sus características físicas.
PROBLEMAS MÉDICOS ASOCIADOS
Las perspectivas para las personas con síndrome de Down son
mucho más alentadoras de lo que solían ser. La mayoría de los problemas de
salud asociados con el síndrome de Down puede tratarse y la expectativa de vida
es actualmente de unos 60 años. Las personas con síndrome de Down tienen más
probabilidades que las personas no afectadas de tener una o más de las
siguientes enfermedades:
1.
Defectos cardíacos. Aproximadamente la mitad de los
bebés con síndrome de Down tiene defectos cardíacos. Algunos defectos son de
poca importancia y pueden tratarse con medicamentos, pero hay otros que
requieren cirugía. Todos los bebés con síndrome de Down deben ser examinados
por un cardiólogo pediatra, un médico que se especializa en las enfermedades
del corazón de los niños, y realizarse un ecocardiograma (un ultrasonidos
especial del corazón) durante los dos primeros meses de vida para permitir el
tratamiento de cualquier defecto cardíaco que puedan tener.
2.
Defectos intestinales. Aproximadamente el 12 por ciento de
los bebés con síndrome de Down nace con malformaciones intestinales que tienen
que ser corregidas quirúrgicamente.
3.
Problemas de visión. Más del 60 por ciento de los niños
con síndrome de Down tiene problemas de visión, como esotropía (visión
cruzada), miopía, hipermetropía y cataratas.3 La vista puede mejorarse con el
uso de anteojos, cirugía u otros tratamientos. Los niños con síndrome de Down
deben ser examinados por un oftalmólogo pediatra dentro de los primeros 6 meses
de vida y realizarse exámenes de la vista periódicamente.
4.
Pérdida de la audición. Aproximadamente el 75 por ciento de
los niños con síndrome de Down tiene deficiencias auditivas. Éstas pueden
deberse a la presencia de líquido en el oído medio (que puede ser temporal), a
defectos en el oído medio o interno, o a ambas cosas. Los bebés con síndrome de
Down deben ser sometidos a exámenes al nacer y nuevamente durante los primeros
meses de vida para detectar la pérdida de audición. También deben ser sometidos
a exámenes de audición en forma periódica para permitir el tratamiento de
cualquier problema y evitar problemas en el desarrollo del habla y de otras
destrezas.
5.
Infecciones. Los niños con síndrome de Down
tienden a resfriarse mucho y a tener infecciones de oído; además, suelen
contraer bronquitis y neumonía. Estos niños deben recibir todas las vacunas
infantiles habituales, que ayudan a prevenir algunas de estas infecciones.
6.
Problemas de tiroides. Aproximadamente el 1 por ciento de
los bebés con síndrome de Down nace con hipotiroidismo congénito, una
deficiencia de la hormona tiroidea que puede afectar el crecimiento y el
desarrollo cerebral. Este hipotiroidismo puede detectarse mediante pruebas de
detección precoz de rutina del neonato y tratarse con dosis orales de hormona
tiroidea. Los niños con síndrome de Down también tienen un riesgo mayor de
adquirir problemas de tiroides y deben someterse a una prueba anualmente.
7.
Leucemia. Menos de uno de cada 100 niños con
síndrome de Down desarrolla leucemia, un cáncer de la sangre. Con frecuencia,
los niños afectados pueden tratarse con éxito mediante quimioterapia.
8.
Pérdida de la memoria. Las personas con síndrome de Down
son más propensas que las personas no afectadas a desarrollar la enfermedad de
Alzheimer, caracterizada por la pérdida gradual de la memoria, cambios en la
personalidad y otros problemas) Los adultos con síndrome de Down suelen
desarrollar la enfermedad de Alzheimer antes que las personas no afectadas. Los
estudios sugieren que aproximadamente el 25 por ciento de los adultos con
síndrome de Down de más de 35 años tiene síntomas de enfermedad de Alzheimer.
9.
Algunas
personas con síndrome de Down presentan varios de estos problemas mientras que
otras no presentan ninguno. La gravedad de los problemas varía enormemente.
DIAGNÓSTICO PRE-NATAL
Hay dos tipos de pruebas prenatales que se utilizan para
detectar el síndrome de Down en un feto: las pruebas de cribado y las pruebas
diagnósticas. Las pruebas de cribado estiman el riesgo de que un feto tenga el
síndrome de Down; las pruebas diagnósticas permiten afirmar o negar si el feto
padece efectivamente esta anomalía.
Las pruebas de cribado son económicas y fáciles de realizar.
Puesto que no permiten dar una respuesta definitiva a la pregunta de si el bebé
tiene o no el síndrome de Down, se utilizan prioritariamente para ayudar a los
padres a decidir si quieren o no someterse posteriormente a pruebas
diagnósticas.
Las pruebas diagnósticas tienen una precisión de
aproximadamente el 99% para detectar el síndrome de Down y otras anomalías
cromosómicas. No obstante, puesto que se realizan dentro del útero, se asocian
al riesgo de aborto y a otras complicaciones.
Por este motivo, las pruebas diagnósticas (de carácter mucho
más traumático o agresivo que las de cribado) antes solo se solían recomendar a
mujeres de 35 años en adelante, a las parejas con antecedentes familiares de
anomalías congénitas de origen genético o cuando se había obtenido un resultado
anómalo en las pruebas de cribado.
De todos modos, el Colegio Americano de Obstetras (ACOG, por
sus siglas en inglés) ahora recomienda ofrecer a todas las mujeres embarazadas
pruebas de cribado, con la posibilidad de practicarles también pruebas
diagnósticas para detectar el síndrome de Down, independientemente de la edad
que tengan.
Si no está segura de qué prueba, en caso de que deba hacerse
alguna, es la más adecuada para usted, el médico que lleve su embarazo o un
asesor genético podrá ayudarle explicándole las ventajas y los inconvenientes
de cada una de ellas.
Entre las pruebas de cribado, se incluyen las siguientes:
I.
Prueba de la traslucencia nucal. Esta prueba, que se realiza entre
las semanas 11 y 14 de embarazo, utiliza la ecografía para medir el grosor del
pliegue nucal, ubicado detrás del cuello del feto. (En los bebés con síndrome
de Down y otras anomalías cromosómicas se tiende a acumular fluido en esa
parte, lo que hace que el pliegue sea más grueso.) Esta medida, junto con la
edad de la madre y la edad gestacional del bebé, se puede utilizar para calcular
las probabilidades de que el bebé tenga el síndrome de Down. La prueba de la
traslucencia nucal se suele realizar junto con un análisis de la sangre
materna.
II.
El triple cribado o el cuádruple
cribado (también
conocidos por sus nombres en inglés: "triple screening" o
"quadruple screening"). Estas pruebas miden las cantidades de
diversas sustancias en la sangre materna. Como indica su nombre, el triple
cribado analiza tres marcadores, mientras que el cuádruple cribado incluye un
marcador adicional y es más exacto. Generalmente se practican entre las semanas
15 y 18 de embarazo.
III.
Cribado integrado (también denominado cribado
secuencial o screening integrado). Esta prueba utiliza los resultados del
cribado del primer trimestre (con o sin los resultados de la prueba de la
traslucencia nucal) junto con los resultados del cuádruple cribado del segundo
trimestre para recoger la estimación más precisa posible en términos de
cribado.
IV.
Ecografía de alta precisión. Se realiza una ecografía detallada
del feto cuando tiene de 18 a 20 semanas de edad gestacional, junto con un
análisis de la sangre materna. En esta prueba se determina si el feto presenta
los rasgos físicos asociados al síndrome de Down.
Las pruebas diagnósticas incluyen:
V.
Muestreo de vellosidades coriónicas. El muestreo de vellosidades
coriónicas consiste en extraer una parte minúscula de la placenta, a través del
cuello uterino o mediante una aguja que se introduce en el abdomen. La ventaja
de esta prueba es que se puede practicar durante el primer trimestre de
embarazo, típicamente entre las semanas 10 y 12. La desventaja es que se asocia
a un riego ligeramente superior de aborto que la amniocentesis y presenta otras
complicaciones.
VI.
Amniocentesis. Esta prueba, que se realiza entre
las semanas 15 y 20 de embarazo, consiste en extraer una pequeña cantidad de
líquido amniótico a través de una aguja que se introduce en el abdomen. Las
células fetales extraídas se analizan para detectar posibles anomalías
cromosómicas. La amniocentesis se asocia a un riesgo reducido de
complicaciones, como el parto prematuro y el aborto.
VII.
Muestreo percutáneo de sangre
umbilical.
Habitualmente se realiza a partir de la semana 18 de embarazo. En esta prueba
se utiliza una aguja para extraer una pequeña muestra de sangre del cordón
umbilical. Se asocia a riesgos similares a los de la amniocentesis.
Después del nacimiento, si el pediatra sospecha que un bebé
puede tener el síndrome de Down basándose en sus rasgos físicos, solicitará que
le hagan un cariotipo (el conjunto de los cromosomas del bebé agrupados por
tamaño, número y forma) a partir de una muestra de sangre o de otro tejido,
para verificar el diagnóstico.
No existe cura para el síndrome de Down. Sin embargo, algunos
estudios sugieren que las mujeres que tienen ciertas versiones de algunos genes
que afectan la manera en que su organismo metaboliza (procesa) la vitamina B
conocida como ácido fólico podrían ser más propensas a tener un bebé con
síndrome de Down. En caso de confirmarse, este hallazgo podría proporcionar una
razón más para recomendar a las mujeres que puedan quedar embarazadas que tomen
a diario una multivitamina que contenga 400 microgramos de ácido fólico. Según
se ha comprobado, esto ayuda a reducir el riesgo de tener un bebé con ciertos
defectos congénitos del cerebro y de la médula espinal.
El riesgo de síndrome de Down aumenta con la edad de la madre:
·
A
los 25 años, la probabilidad de que una mujer tenga un bebé con síndrome de
Down es de 1 en 1,250.
·
A
los 30 años, la probabilidad es de 1 en 1,000.
·
A
los 35 años, la probabilidad es de 1 en 400.
·
A
los 40 años, la probabilidad es de 1 en 100.
·
A
los 45 años, la probabilidad es de 1 en 30.
Aunque el riesgo es mayor a medida que aumenta la edad de la
madre, aproximadamente el 80 por ciento de los bebés con síndrome de Down nace
de mujeres de menos de 35 años. Esto obedece a que las mujeres más jóvenes
tienen más bebés que las mujeres de mayor edad.
VIDA DEL NIÑO CON
SINDROME DE DOWN
Por lo general, los niños con síndrome de Down pueden hacer
la mayoría de las cosas que hace cualquier niño, como caminar, hablar, vestirse
e ir solo al baño. Sin embargo, generalmente comienzan a aprender estas
destrezas más tarde que los niños no afectados. No puede pronosticarse la edad
exacta en la que alcanzarán estos puntos de su desarrollo. Sin embargo, los
programas de intervención temprana que se inician en la infancia pueden ayudar
a estos niños a superar antes las diferentes etapas de su desarrollo.
Hay programas especiales a partir de la edad preescolar que
ayudan a los niños con síndrome de Down a desarrollar destrezas en la mayor
medida posible. Además de beneficiarse con la intervención temprana y la
educación especial, muchos niños consiguen integrarse en clases para niños
normales. Muchos niños afectados aprenden a leer y escribir. Algunos terminan
la escuela secundaria y continúan estudiando o van a la universidad. Muchos
niños con síndrome de Down participan en diversas actividades propias de la
niñez, tanto en la escuela como en sus vecindarios. Si bien hay programas de
trabajo especiales diseñados para adultos con síndrome de Down, mucha gente
afectada por este trastorno es capaz de trabajar normalmente. Hoy en día, es
cada vez mayor el número de adultos con síndrome de Down que vive de forma
semiindependiente en hogares comunitarios de grupo, cuidan de sí mismos,
participan en las tareas del hogar, hacen amistades, toman parte en actividades
recreativas y trabajan en su comunidad.
Los hombres con síndrome de Down generalmente no pueden
engendrar hijos, si bien se han producido raras excepciones. Una mujer con
síndrome de Down tiene el 50 por ciento de probabilidades de concebir un niño
con síndrome de Down, pero se suelen producir abortos espontáneos en muchos
embarazos de fetos afectados.
REFERENCIAS
1.
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Prevention (CDC). Down
Syndrome. Creado 11 de marzo de 2009, www.cdc.gov/ncbddd/birthdefects/Down
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Information Topics. Consultado
20 de abril de 2009, www.ndss.org.
3.
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4.
National Institute of Child Health
and Human Development (NICHD). Facts About Down Syndrome. Última actualización 15 de agosto de 2008,
http://www.nichd.nih.gov/publications/pubs/downsyndrome.cfm.
5.
O'Leary, V.B., et al. MTRR and MTHFR
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6.
Scala, I., et al. Analysis of Seven
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7.
American College of Obstetricians and
Gynecologists (ACOG). Your Pregnancy and Birth, cuarta edición. ACOG,
Washington, DC, 2005.
8.
Morris, J.K. y Alberman, E.
Recurrence of Free Trisomy 21: Analysis of Data from National Down Syndrome
Cytogenetic Register. Prenatal
Diagnosis, volumen 25, número 12, diciembre de 2005, págs. 1120-1128.
9.
American College of Obstetricians and
Gynecologists (ACOG). Screening for Fetal Chromosomal Abnormalities. ACOG Practice Bulletin, número 77,
enero de 2007.
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