CASO CLÍNICO IMAGENOLÓGICO: OSTEOPOROSIS
CASO
CLÍNICO IMAGENOLÓGICO: OSTEOPOROSIS
Paciente de 66 años de edad, sexo femenino, procedente de
Piura, con estatura de 1,48 metros y 62 kilogramos de peso, con un Índice de
Masa Corporal de 28,30. Acude por presentar dolores musculares generalizados y
pérdida de la fuerza muscular, por lo que se le somete a una Densitometría
Ósea, la cual muestra los resultados adjuntos.
Radio: 0,590 g/cm2 T
score: -1, 7
Cuello de fémur: 0,877 g/cm2 T score:
0,0
Región L1-L4: 1,178 g/cm2 T score: 1,2
DEFINICIÓN DE OSTEOPOROSIS
La
osteoporosis se caracteriza por una mengua de la masa ósea y un deterioro de la
micro arquitectura de los huesos, lo que supone un aumento de la fragilidad de
los huesos y del riesgo de sufrir fracturas. Esta patología es asintomática y
puede pasar desapercibida durante muchos años hasta que finalmente se
manifiesta con una fractura.
CAUSAS
El
origen de la osteoporosis debe buscarse en los factores que influyen en el
desarrollo y la calidad del hueso. El riesgo de padecer osteoporosis vendrá
determinado por el nivel máximo de masa ósea que se obtenga en la edad adulta y
el descenso producido por la vejez. Además del envejecimiento, en su aparición
intervienen factores genéticos y hereditarios. Las hijas de madres que tienen
osteoporosis, por ejemplo, adquieren un volumen de masa ósea inferior que el de
hijas de madres con huesos normales, y lo mismo sucede con gemelos
univitelinos.
La
desnutrición, la mala alimentación, el escaso ejercicio físico y la
administración de algunos fármacos también pueden favorecer la aparición de la
osteoporosis. Sin embargo, la menopausia es uno de los factores que más influye
en su desarrollo en las mujeres, ya que la desaparición de la función ovárica
provoca un aumento de la resorción ósea.
SÍNTOMAS
DE OSTEOPOROSIS
1.
Deformidades de
la columna
2.
Dolor muscular
3.
Debilidad de los
hueso/fracturas
4.
Dolor en el
cuello
5.
Pérdida de peso y
de talla
TIPOS
DE OSTEOPOROSIS
Existen
distintos tipos de osteoporosis:
1.
osteoporosis posmenopáusica: la causa principal es por la falta de estrógenos. En
general, los síntomas aparecen en mujeres de 51 a 75 años de edad, aunque
pueden empezar antes o después de esas edades.
2.
osteoporosis senil: resultado de una deficiencia de calcio relacionada con la edad y de un
desequilibrio entre la velocidad de degradación y de regeneración ósea. Afecta,
por lo general, a mayores de 70 años y es dos veces más frecuente en las
mujeres que en los varones.
3.
osteoporosis secundaria: Puede ser consecuencia de ciertas enfermedades, como
la insuficiencia renal crónica y ciertos trastornos hormonales, o de la
administración de ciertos fármacos, como corticosteroides, barbitúricos,
anticonvulsivantes y cantidades excesivas de hormona tiroidea.
DIAGNÓSTICOS
Generalmente
esta la osteoporosis no se detecta hasta que aparecen síntomas clínicos claros,
como la reducción de la estatura y las fracturas. Estas se producen normalmente
en las vértebras torácicas y lumbares, el cuello, el fémur y el radio distal.
Al tratarse de una enfermedad asintomática, hasta la presentación de sus
complicaciones óseas es necesario un diagnóstico precoz, que viene inducido por
la historia clínica, con análisis de factores genéticos, nutricionales,
ambientales y factores de riesgo, así como la determinación de marcadores
bioquímicos de edad ósea y la medida del contenido mineral óseo mediante
densitometría.
En
primer lugar es necesaria una exploración física que debe incluir una medición
de la talla para detectar su pérdida. También son útiles las radiografías del
perfil de la columna lumbar y dorsal para descartar la presencia de fracturas
vertebrales. Para detectar la osteoporosis antes de que se manifiesten los
síntomas se puede medir la densidad de los minerales óseos (Densidad Mineral Ósea/DMO)
a través de una densitometría.
TRATAMIENTOS
Los
fármacos que se emplean en la actualidad para combatir la osteoporosis
consiguen detener la reabsorción ósea y evitar la pérdida del mineral. Son los
llamados inhibidores de la reabsorción entre los que se encuentran, los
estrógenos, las calcitoninas, los bifosfonatos (etidronato, alendronato y
risedronato), los moduladores selectivos de los receptores estrogénicos
(raloxifeno) e incluso las estatinas, unos fármacos que inicialmente se
empleaban para combatir el colesterol. Completan este tratamiento, la vitamina
D y el calcio, bien procedente de la alimentación natural (leche y sus
derivados) o de suplementos.
Todas
estas estrategias terapéuticas revierten el proceso de pérdida de hueso, pero
no generan nuevo. De ahí la innovación que supone la reciente aprobación en la
Unión Europea de un fármaco que consigue formar tejido óseo. Se trata de la
molécula teriparatida, una parathormona recombinante humana que actúa
incrementando el número y la actividad de las células que forman hueso, los
osteoblastos y así añaden hueso nuevo al que está deteriorado por la
osteoporosis.
DISCUSIÓN DEL CASO CLÍNICO IMAGENOLÓGICO:
Sobre el Uso de “Raza”
en medicina
Antes de ingresar de lleno a la discusión clínica, permítame
referirme soslayadamente al término que se puede apreciar en el informe: Raza
Hispánica.
El término raza es utilizado para hacer definir grupos con
características hereditarias comunes, definición científica a la que parte de
los antropólogos han realizado observaciones y postulan que la especie humana
está compuesta por una única raza y que ésta se divide en diferentes etnias,
que a su vez se dividen en pueblos. Estas teorías antropológicas aparecieron en
los años 1960 en parte como reacción frente a las teorías científicas relativas
al pre determinismo biológico que predeterminaron el segregacionismo y la
discriminación racial, presentes por aquel tiempo en el contexto de los países
occidentales. A mediados de la década 1950, la UNESCO recomendó sustituir la
noción de raza humana, considerada confusa, por la de etnia, basada más en las
diferencias culturales (lengua, religión, costumbres, etc.); no obstante, en la
antropología moderna la distinción entre factores biológicos y étnicos o
culturales propiamente dichos está mejor definida. Ello se debe a los enfoques
multidisciplinarios presentes en la actualidad.
La encuesta realizada por Lieberman et al. En 1992, consultó
a 1.200 científicos sobre si: “Hay razas biológicas en la especie Homo sapiens”.
Las respuestas afirmativas fueron:
·
Biólogos
84 %
·
Psicólogos
evolutivos 64 %
·
Antropólogos
físicos 59 %
·
Antropólogos
culturales 47 %
Lo cual muestra que una mayoría de ellos sí da soporte al
concepto de razas humanas biológicas.
Dejo el debate antropológico cultural para los que
especialistas que ven fantasmas en las implicaciones biológico-científicas y
sus potenciales repercusiones sociales. El motivo principal para considerar la
raza en la investigación biomédica es la posibilidad de mejorar la prevención y
el tratamiento de enfermedades prediciendo los factores difíciles de establecer
en base a las características más fácilmente establecidas. Los ejemplos más
conocidos de desórdenes determinados genéticamente que varían en incidencia
entre grupos étnicos serían la Anemia falciforme y la Talasemia entre los
negros y las poblaciones mediterráneas y la enfermedad de Tay-Sachs entre gente
de ascendencia Askenazi judía. Algunos temen que el uso de etiquetas raciales
en la investigación biomédica corra el riego de exacerbar las disparidades de
salud sin querer, así que sugieren alternativas al uso de taxonomías raciales,
pero de que existen esos correlatos genéticos, no se pueden ocultar.
Los grupos raciales generales más usados en medicina son los
siguientes:
·
Blanco
·
Del
Mediterráneo o Hispánico
·
Africano/Caribeño
·
Indio/Pakistaní/Bengalí,
u otras de Asia
·
Chino/Japonés,
o personas del sudeste asiático
·
Árabe/Egipcio/Magreb
Habiendo hecho hincapié en el motivo por el cual se continúa
utilizando el término de 'raza' en medicina y en otras disciplinas científicas,
pero igualmente estamos en desacuerdo con cualquier acto de discriminación
racial.
El caso clínico:
En
los gráficos anexados y los valores obtenidos, claramente muestran que la
paciente presenta osteoporosis de la muñeca, lo cual concuerda con la forma de presentación,
que de no tomar las recomendaciones y tratamientos adecuados, paulatinamente
tendrá afectados los huesos de la cadera y columna vertebral.
Durante
la tercera edad se pierde cerca de un 1 por ciento de masa ósea por año, aunque
algunas mujeres pueden llegar a perder entre un 3 y 5 por ciento al inicio de
la menopausia. Si a esto se suman las consecuencias propias de la vejez
(pérdida de fuerza muscular, problemas visuales, etc.), el riesgo de sufrir
fracturas se dispara. La mujer es más propensa a padecer esta enfermedad debido
a la reducción de los niveles de estrógenos durante la menopausia. Sin embargo,
en los últimos años han aumentado los casos de hombres que sufren fracturas,
especialmente de cadera, por osteoporosis. La valoración de los factores de
riesgo es importante porque permite corregirlos y aplicar tratamientos
preventivos.
Estos
factores pueden dividirse en dos grupos: individuales y relacionados con el
estilo de vida.
Factores de riesgo individuales
·
Sexo femenino:
Entre un 20 y 25 por ciento de las mujeres sufren esta enfermedad tras la
menopausia debido a la pérdida de estrógenos.
·
Envejecimiento.
·
Raza blanca u oriental.
·
Constitución delgada,
escasa masa muscular y escoliosis (desviación lateral de la columna).
·
Menopausia precoz:
Desaparición de la menstruación antes de los 45 años, bien de forma natural o
quirúrgica, y episodios prolongados de amenorrea.
·
Fracturas
anteriores.
·
Antecedentes
familiares de la enfermedad.
·
Enfermedades:
Anorexia nerviosa, síndrome de Cushing, diabetes tipo 1, artritis reumatoide,
enfermedades hepáticas crónicas, hipertiroidismo, hiperparatiroidismo y
diabetes.
·
Insuficiencia ovárica.
Factores relacionados con el estilo de
vida
·
Déficit de calcio:
La masa ósea que se alcanza en la edad adulta está condicionada por la ingesta
de calcio, especialmente durante el desarrollo de los huesos.
·
Fumar más de 20
cigarrillos diarios.
·
Abuso de alcohol
y café: Perjudican la remodelación ósea.
·
Sedentarismo: Las
personas que realizan una actividad física moderada tienen un menor riesgo de
padecer osteoporosis.
·
Clima: Esta
enfermedad es más frecuente en las zonas geográficas donde falta sol, ya que
éste es necesario para activar la vitamina D, que mejora la absorción
intestinal del calcio. En los países nórdicos, por ejemplo, es más alta la
incidencia de la fractura de fémur.
·
Nivel socioeconómico:
Un bajo nivel socioeconómico se asocia con una dieta insuficiente y una mayor
morbilidad osteoporótica. Este factor cobra mayor importancia en las zonas
urbanas que en las rurales.
·
Uso prolongado de
algunos medicamentos, como glucocorticoides, hormonas tiroideas y medicamentos
anticonvulsivos.
Fracturas más comunes
Las
fracturas más frecuentes asociadas a la osteoporosis afectan a las vértebras,
la muñeca y la cadera.
1.
Vértebras:
Esta fractura se caracteriza por el aplastamiento de las vértebras, en especial
las de la zona dorso-lumbar. Cuando las fracturas son múltiples se produce la
desviación de la columna (cifosis) ocasionando una curvatura anormal de la
columna. Como consecuencia, se reduce la capacidad de la caja torácica y la
función respiratoria. Para cuando la osteoporosis vertebral es detectada por
las radiografías, normalmente ya se ha perdido en torno al 25 por ciento de la
masa ósea. Es habitual a partir de los 65 años.
2.
Muñeca:
Afecta a la parte distal del radio (fractura de Colles). Es más frecuente en
las mujeres a partir de los 55 años.
3.
Cadera:
Consiste en la fractura del fémur proximal y es una de las principales causas
de incapacidad en la vejez. Entre el 12 y el 20 por ciento de los enfermos que
han sufrido una fractura de cadera fallecen en menos de un año. Aumenta a
partir de los 75 años. El déficit de estrógenos producido por la menopausia es
el principal factor de riesgo que favorece el desarrollo de osteoporosis.
Si
bien no todas las mujeres en esta situación desarrollan la enfermedad, se
estima que aumenta el riesgo de sufrir una fractura en un 30 por ciento, sobre
todo a partir de los 65 años. En los primeros cinco años tras la menopausia se
puede llegar a perder hasta el cinco por ciento de la masa ósea, y en los años
posteriores se pierde entre el 1 o 2 por ciento anual.
Hasta
el momento la Terapia Hormonal Sustitutiva (THS), que consiste en la
administración de estrógenos y progestágeno, es el tratamiento de elección en
la osteoporosis postmenopáusica, ya que previene la pérdida de masa ósea y las
posibles fracturas sin modificar la composición y la resistencia de los huesos.
Su eficacia puede prolongarse hasta 15 o 20 años después de la menopausia. Los
estrógenos mantienen o aumentan la masa ósea con un incremento que oscila del 2
al 8 por ciento en la columna y la cadera. Sin embargo, su uso prolongado puede
tener importantes efectos secundarios.
Tratamiento para el caso presente:
El
objetivo del tratamiento es reducir el riesgo de fracturas, limitar sus
secuelas y disminuir los dolores. Las
posibilidades terapéuticas son mejores si el diagnóstico es precoz. El proceso
terapéutico se encamina de la siguiente manera:
Corrección
de los factores de riesgo: Se debe estimular la actividad física moderada,
evitar los comportamientos sedentarios y establecer una dieta adecuada. Además,
hay que reducir el consumo de alcohol, tabaco y café, ya que se ha determinado
que la incidencia de la enfermedad es mayor en las personas que abusan de estas
sustancias.
- Tratamiento sintomático: Los dolores de las articulaciones son aliviados con
analgésicos y relajantes musculares en el caso de que se presenten
contracturas.
- Suministro de Calcio: Es el elemento fundamental del hueso y, además de
mantener su dureza, activa la contracción de los músculos, favorece la
transmisión de los impulsos nerviosos y es esencial para la coagulación de la
sangre. El calcio disminuye la resorción ósea mediante la supresión de la
secreción de parathormona (PTH). El aporte mínimo es de 1.200 mg. /día. Cuando
la cantidad requerida no se alcanza con la dieta se pueden utilizar
suplementos. Aunque no es suficiente para tratar la osteoporosis, siempre debe
acompañar al tratamiento farmacológico o preventivo que se haya establecido.
Algunos estudios han determinado que la administración de calcio puede
disminuir la velocidad del deterioro del hueso en las mujeres con osteoporosis
establecida.
Tratamiento farmacológico
Se
pueden distinguir dos grupos:
1. Fármacos que frenan la resorción
ósea: Evitan la pérdida de masa ósea
y actúan sobre las células osteoclásticas. Están recomendados en los casos de
alto recambio óseo. Entre los agentes antiresortivos se encuentran los estrógenos,
la calcitonina y los bifosfonatos.
-
Estrógenos: Se utilizan en la Terapia
Hormonal Sustitutoria (THS) y están indicados en mujeres postmenopáusicas. Esta
terapia consiste en la administración exógena de las hormonas que ya no produce
el ovario. Si la mujer tiene íntegro su aparato genital se deben administrar
estrógenos y un gestágeno de forma conjunta.
-
Calcitonina: Se trata de una hormona
péptida del tiroides que inhibe la resorción ósea mediante una acción directa
sobre los osteoclastos. En estas células existen receptores de la calcitonina.
El tratamiento prolongado con esta sustancia también disminuye el número de
osteoclastos. Según los resultados de la medicina basada en la evidencia, este
tipo de fármacos no cumplen con el objetivo primordial del tratamiento de la
osteoporosis, que es el de evitar las fracturas óseas, según la doctora Anna
Lafont, adjunta del Departamento de Reumatología del Hospital Germans Tries i
Pujol, en Barcelona. También se puede hace uso del risedronato, que actúa sobre
pacientes que ya han sufrido una fractura.
-
Bifosfonatos: Inhiben la resorción
ósea y favorecen la mineralización. Entre los más conocidos se encuentran el
alendronato y el etidronato. El etidronato está indicado y en mujeres postmenopáusicas
cuando no se administran estrógenos. Los efectos secundarios no son muy
frecuentes, y los más comunes son náuseas y diarreas. El alendronato, por su
parte, ha demostrado eficacia en la prevención de la pérdida de la masa ósea en
mujeres que se encuentran en fase postmenopáusica, y aumenta la densidad de los
huesos en un 5 a 10 por ciento en la columna vertebral y la cadera. Además,
reduce el riesgo de fractura en estas zonas en un 50 por ciento. También se ha
demostrado que los hombres responden bien al tratamiento con esta sustancia.
2. Fármacos que estimulan la formación
ósea: Actúan sobre las células
osteoblásticas y están indicados en los casos de bajo remodelamiento óseo.
Entre los agentes estimuladores se encuentran los fluoruros, la vitamina D y
los anabolizantes.
- Fluoruros: Actúan directamente sobre los osteoblastos y aumentan
la velocidad de formación ósea. Se ha comprobado que la densidad mineral ósea
de la columna aumenta con la administración de flúor, si bien en dosis altas
eleva el riesgo de fractura de cadera. Como su efecto varía en cada zona, es
imprescindible la supervisión médica del tratamiento.
-
Anabolizantes: Los esteroides
anabolizantes son andrógenos modificados con el fin de minimizar los efectos
androgénicos. Actúan directamente sobre los osteoblastos y pueden tener una
acción antirresortiva. Su uso está contraindicado como tratamiento profiláctico
a largo plazo, sobre todo en las mujeres postmenopáusicas, debido a sus efectos
secundarios.
- Vitamina
D: Esta vitamina es esencial para el
desarrollo de los huesos, controla la mineralización y sus metabolitos aumentan
la absorción intestinal del calcio. Sus fuentes naturales son la radiación
solar y algunos alimentos. Se estima que una exposición al sol de 30 minutos
diarios es suficiente para que se produzca la cantidad de vitamina D necesaria
para permitir la absorción del calcio. La disminución de la función renal y el
menor grado de exposición al sol que presentan los ancianos hacen que
disminuyan sus niveles de vitamina D, por lo que se presenta como un
tratamiento potencial en personas de la tercera edad. Esta vitamina también
está implicada en otros tratamientos para evitar la aparición de osteomalacia.
Prevención
El
mejor medio para combatir esta enfermedad se encuentra en la prevención, ya que
aún no existe una técnica que permita recuperar totalmente la masa ósea
perdida. Las medidas de prevención son fundamentales para evitar complicaciones
que disminuyan la calidad de vida de los afectados. Asimismo, los especialistas
coinciden en advertir que esta enfermedad se debe prevenir desde los primeros
meses de vida puesto que la masa ósea comienza a desarrollarse en esta etapa.
Por ello, la dieta del niño debe ser equilibrada y el aporte de calcio y
vitamina D debe ser mayor.
Se
pueden establecer tres etapas:
Prevención primaria: Pretende actuar sobre los factores que influyen en el
desarrollo de los huesos para alcanzar un volumen máximo de masa ósea. Esto se
puede lograr teniendo en cuenta los siguientes consejos:
-
Dieta adecuada en calcio: La dieta rica en calcio por encima de los límites
normales ha conseguido aumentar la masa ósea en jóvenes y reducir su pérdida
con la edad, aunque resulta menos eficaz en mujeres postmenopáusicas. El aporte
necesario de calcio es el siguiente:
Mayores
de 60 años: 1.000-1.500 mg/día
Menopausia:
1.000-1.500
Embarazo
y lactancia: 1.200-1.600
Adultos:
800 - 1.000 Niños y jóvenes: 800-1.200.
Por
otra parte, la deficiencia de algunas vitaminas, como la D, B6, B12 y K, podría
favorecer el desarrollo de la enfermedad.
-
Ejercicio físico: Favorece el desarrollo del hueso y la formación del mismo. El
sedentarismo, sin embargo, produce una importante pérdida de masa ósea. La
actividad física también favorece la movilidad, la agilidad, incrementa la fuerza
muscular y la coordinación, reduciendo las caídas, las fracturas y sus
consecuencias.
Prevención secundaria: Su objetivo es modificar los factores que aceleran la
pérdida de masa ósea. Para ello es necesario corregir algunos hábitos:
-
Suprimir el consumo de tabaco y alcohol.
-
Evitar los fármacos nocivos.
-
Corregir algunas enfermedades endocrino metabólicas, hepáticas o reumáticas que
puedan perjudicar la masa ósea.
Prevención terciaria: Trata de disminuir el riesgo de fractura en personas
que ya tienen una disminución importante de masa ósea. La mayor parte de las
fracturas que sufren las personas mayores son provocadas por caídas, que se ven
favorecidas por la pérdida de agilidad, fuerza muscular o visión. Por ello es
importante prevenirlas y proteger las zonas con más riesgo, como la cadera, con
protectores especiales que reducen el impacto de los traumatismos.
Fuente:
Dmedicina.
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