DENGUE: SÍNTOMAS, DIAGNÓSTICO Y PREVENCIÓN
DENGUE:
SÍNTOMAS, DIAGNÓSTICO Y PREVENCIÓN
Síntomas:
Los
síntomas del dengue se inician después de un período de incubación que varía de
cinco a ocho días tras la picadura del mosquito. Normalmente cursa con fiebre
alta que se inicia de forma repentina y se acompaña de dolor de cabeza intenso,
dolor alrededor de los ojos y detrás de los globos oculares, cansancio y dolor
en músculos y articulaciones.
Al
tercer día de la fiebre, muchas veces aparece una erupción por el cuerpo, es
decir, una erupción generalizada de color rojizo, que dura unos dos o tres
días. También puede haber náuseas, vómitos, pérdida del apetito o dolor de
garganta. La fiebre usualmente dura hasta una semana y suele ser intermitente.
Una
fiebre que dura más de 10 días no suele ser por dengue.
En
ocasiones, al disminuir la fiebre, aparece un segundo exantema cutáneo que dura
entre uno y cinco días y desaparece con descamación de la piel. Tras la
desaparición de los síntomas puede persistir el cansancio, a veces junto con
depresión, durante muchas semanas.
Algunas
personas después de la fiebre inicial pueden tener síntomas más graves
característicos del dengue hemorrágico, llamado así por las manifestaciones
hemorrágicas que tienen los pacientes. Pueden tener sangrado por la encías,
hemorragias por el tubo digestivo o sangrado por la orina. Son características
la aparición de petequias o púrpura, que son erupciones en la piel como
puntitos rojos o placas rojizas causadas por un aumento de la permeabilidad de
los capilares, produciéndose la salida de glóbulos rojos a través de la pared de
los mismos. Cursa con dolor abdominal, vómitos persistentes y respiración
acelerada. Sin tratamiento, evoluciona a shock con disminución de la presión
arterial y en ocasiones la muerte.
En
general, el dengue es una enfermedad auto limitada con una mortalidad menor del
1%. El dengue hemorrágico tiene una mortalidad con tratamiento del 2-5%, pero
sin tratamiento puede ser mortal hasta en el 50% de los casos.
Diagnóstico:
Inicialmente
se suele hacer un análisis de sangre llamado hemograma para ver los glóbulos blancos, los glóbulos rojos y las
plaquetas. En los pacientes con dengue es característico ver una disminución de
los glóbulos blancos (leucopenia) y de las plaquetas (trombopenia).
También
es importante determinar el hematocrito,
que es el porcentaje del volumen de la sangre que está compuesta por glóbulos
rojos. Si el hematocrito se eleva se llama hemoconcentración, que es un signo
de deshidratación del paciente y de salida de líquidos de los vasos por aumento
de permeabilidad de los capilares, lo que puede ser indicativo del inicio del
dengue hemorrágico. En el análisis de sangre también se puede ver una elevación
de las enzimas hepáticas conocidas como transaminasas
y, especialmente en el dengue hemorrágico, una alteración en las pruebas de la coagulación de la sangre.
Entre
el día 1 y 5 de la aparición de los síntomas, se pueden realizar dos tipos de
pruebas para detectar el virus circulando por la sangre. En primer lugar, se
puede diagnosticar el dengue mediante un test rápido que detecta antígenos del
virus en la sangre. El resultado se tiene en menos de una hora. Sin embargo,
esta prueba sólo suele estar disponible en centros especializados. También se
puede detectar el material genético del virus, pero es una prueba cara y poco
accesible en la práctica clínica habitual.
Habitualmente
se realizan los llamados test de serología, que miden en el suero del paciente
los anticuerpos dirigidos frente al virus del dengue. El resultado suele ser
positivo tras los primeros 3-5 días del inicio de la fiebre. Se pueden realizar
los anticuerpos del tipo IgM que se
forman en la fase aguda de la infección, por lo que son muy útiles para el
diagnóstico, y anticuerpos del tipo IgG,
que se forman en la fase de convalecencia, y que pueden diagnosticar la
enfermedad una vez pasada.
Prevención:
Las
recomendaciones para no contraer la infección están dirigidas principalmente a
evitar la picadura del mosquito, para lograr esto, en el caso de las personas
que habitan de forma regular en áreas endémicas (regiones donde esta enfermedad
es relativamente frecuente), deben procurar interrumpir el ciclo reproductivo
del zancudo eliminando los lugares donde pone sus huevos, principalmente los
reservorios o acúmulos de agua que puede haber en las casas o en los
alrededores. Igualmente deberán cambiar frecuentemente el agua de los bebederos
de animales y floreros, tapar los recipientes con agua, y colocar tela metálica
en las ventanas y puertas.
Referencias:
webconsultas.com
sintomas.com.es
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