ALTO A LAS HEMORROIDES. PERCY ZAPATA MENDO, CARMEN ZAPATA MENDO, JAIME ZAPATA MENDO.

ALTO A LAS HEMORROIDES

Se calcula que aproximada­mente ocho de cada diez personas padecerá hemorroides en algún momento de su vida, puesto que los hábitos imperantes en ellos favo­recen en gran medida la aparición de esta molestia. Además de cier­tas predisposiciones biológicas que pueden darse, existen otros factores que contribuyen a la apa­rición de este trastorno, como son el estreñimiento crónico, los esfuerzos fí­sicos excesivos y el sedentarismo muy prolongado, entre otros.
El período de la vida en el que existe mayor riesgo de sufrir las hemorroides se sitúa entre los 20 y los 50 años, aunque es a partir de los 40 cuando las posibilidades de padecerlas crecen. Una etapa espe­cialmente delica­da para la mujer se presenta con el embarazo, al originarse un in­cremento de la pre­sión de la pelvis que hace aumentar la presión en las venas hemorroidales, cosa que contribuye a la manifestación de este trastorno.
Las hemorroides son unas dila­taciones vasculares localizadas en la región anal. Aunque existe un cierto desconocimiento acerca de su formación y desarrollo, se sabe que algunas veces son consecuen­cia de la debilidad de las paredes venosas, mientras que otras están asociadas a un incremento de la presión sanguínea de la red venosa hemorroidal, debido a un obstá­culo que dificulta el normal fluir de la sangre.
Dentro y fuera
En lo que se refiere a su ubica­ción, los especialistas distinguen entre las hemorroides internas y las externas. La persona afectada por hemorroides internas observa de repente pequeñas cantidades de sangre que se mezclan con las he­ces al evacuar o, una vez concluida la defecación, al limpiarse, peque­ñas estrías de sangre procedentes del interior del ano. Del mismo mo­do, puede notarse la formación de coágulos.
Al ser internas, el paciente no puede tocárselas, por tanto lo que le preocupa y motiva la consulta al médico es el sangrado. Este tipo de hemorroides también puede manifestarse a través de una trombosis hemorroidal: la sangre se coagula y se forma un trombo o "bola" de color azul violáceo muy dolorosa al tacto.
Las hemorroides externas son unos bultos que aparecen alre­dedor del ano. Al estar ubicadas bajo la piel, es frecuente que sean dolorosas, sobre todo si se produce un aumento brusco de tamaño. Suelen darse acompa­ñadas de escozor, picor y dolor localizados en la región anal, aunque las molestias más graves se produ­cen al limpiarse con papel higiéni­co después de la evacuación, ra­zón por la que los especialistas aconsejan no utilizarlo en estos ca­sos. Son recomendables las poma­das antiinflamatorias, y cuando el problema alcanza dimensiones ex­tremas, se debe acudir al médico.
El Dr. Devesa Múgica, presiden­te electo de la Asociación Españo­la de Coloproctología, aconseja no tratar aquellas hemorroides que no producen síntomas, tanto si son internas como si son externas. «Muchas veces, una persona puede detectarse hemorroides al realizarse la higiene anal, pero ni le escuecen, ni le pican, ni le due­len, ni le sangran. Si es así, no se precisa ningún tratamiento.»
Cuestión de tamaño
Uno de los principales factores que hay que tener en cuenta a la hora de curar las hemorroides, es su tamaño. Dependiendo de éste, los especialistas clasifican las hemorroides en cuatro grados o estadios.
Las que forman parte del grado I son sólo hemorroides internas que nunca se van a exteriorizar. Para detectarlas, se suele utilizar una técnica denominada "anoscopia". Cuando una persona las padece y sangra ocasionalmente debido a un esfuerzo defecatorio importan­te, es necesario evitar el estreñi­miento, cosa que puede ayudar a resolver el problema, aunque si el paciente continúa sangrando, habrá que someterle a un trata­miento más adecuado, similar al empleado para las hemorroides de grado II.
Cuando un paciente tiene estructuras vasculares en este últi­mo grado, se observa la presencia de hemorroides internas y exter­nas. Para tratarle las internas, el método más utilizado, por su sencillez, eficacia y coste, es el de las ligaduras elásticas, que con­siste en la colocación de una serie de bandas en la base de cada he­morroide, con el fin de estrangular­las. Estas ligaduras se desprenden por sí solas al cabo de los diez días.
Por su parte, las hemorroides externas se reducirán espontánea­mente al separarse de las internas, no hay que preocuparse en el caso de que quede algún pliegue cutá­neo, ya que éste generalmente no origina ninguna molestia. Si produ­jera picor o escozor por el roce, será conveniente extirparlo.
El paciente que posee hemorroi­des de grado III -internas y exter­nas- siempre notará su presencia. Aquéllas sólo se reducen manual­mente si se empujan hacia el inte­rior del ano, con lo que dejan de molestar durante cierto tiempo. Sin embargo, cuando las hemorroides han alcanzado el grado IV, no es posible su reducción o reintro­ducción manual, y siempre están fuera, palpables y visibles. El trata­miento de estos dos últimos tipos de hemorroides es quirúrgico.
De ida y vuelta
Existe una duda muy generaliza­da entre la población relativa a si cabe la posibilidad de que estas estructuras vasculares se desarro­llen de nuevo después de haber si­do extirpadas. A este respecto, el Dr. Devesa responde que si una hemorroide ha sido correctamente tratada, no existe el riesgo de que vuelva a reproducirse. El mismo especialista ilustra esto con el siguiente ejemplo: «Sucede algo parecido a lo que ocurre con el problema de las caries dentales: si un diente se extrae no vuelve a tener caries, porque ya no hay diente, aunque dicha caries puede aparecer en otro diente.»
En opinión del Dr. Devesa, una persona puede consultar al detectarse pequeños sangrados y comprobar la existencia de ciertas hemorroides internas, que desaparecerán después de someterlas a un tratamiento, no obstante, puede ocurrir que, con el paso del tiempo, ese paciente vuelva a tener de nuevo hemorroides, aunque en otra zona distinta de donde le salieron la primera vez.
«Si las hemorroides pertenecen al grado III o IV, y han sido extraídas de forma correcta, no hay ningún riesgo de volver a padecerlas, a no ser que no hayan sido perfectamente eliminadas», asegura el Dr. Devesa.
Y por si fuera poco...
Puede suceder que un paciente expulse pequeñas cantidades de sangre o que sienta un intenso dolor al evacuar, y que, sin embar­go, el origen de su mal no sea una hemorroide sino una fisura anal. Esta consiste en una pequeña heri­da o ulceración que se origina en la unión de la piel con la mucosa del ano. Si aparece de forma aguda, al cabo de unos cuantos días desapa­recen las molestias.
Cuando una persona consulta al médico por este problema, el tratamiento que se le suele admi­nistrar está orientado, por lo gene­ral, a la supresión del estreñimien­to, y se le indica la necesidad de practicar una dilatación del ano, ya sea con el dedo o con ayuda de algún instrumento. Este hábito tiene como fin la relajación del esfínter interno y permite la curación de la fisura.
Si este tipo de herida ha entrado en su fase crónica, el tratamiento pasa a ser quirúrgico, puesto que tiene que seccionarse la parte final del esfínter interno, ya que está muy contraído.
En la actualidad, tanto las hemo­rroides como las fisuras anales tie­nen una fácil y pronta solución. Lo importante es seguir el tratamiento más idóneo y asequible para cada caso particular.
TRATAMIENTO EN CASA
Ante todo, hay que evitar el estreñi­miento y los esfuerzos defecatorios y, sobre todo, no hay que pasar demasiado tiempo sobre el inodoro, leyendo o reali­zando cualquier otra actividad,
Regularizar el ritmo intestinal, pues­to que su mal funcionamiento puede pro­vocar indirectamente una nueva crisis hemorroidal,
Evitar Las comidas copiosas y muy condimentadas, al igual que los excesos de alcohol.
Sustituir la dieta tradicional por otra rica en fibra en la que predominen las verduras y las frutas.
Huir de todo aquello que pueda pro­ducir una congestión local excesivo sedentarismo, por ejemplo y fomentar más la actividad física mediante ejerci­cios gimnásticos, paseos, etcétera,
Cuando las hemorroides externas ocasionan dolor, se pueden aplicar para calmarlo unos trozos de hielo durante varios minutos o alguna pomada antiin­flamatoria y analgésica.

Más información sobre hemorroides internas: http://www.tratamientohemorroides.org/hemorroides-internas/
Referencia: Elsa Vivar

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