CAIDAS EN EL ANCIANO. PERCY ZAPATA MENDO.
CAIDAS EN EL ANCIANO
La morbilidad derivada de las caídas es muy importante. Son la causa más común de dolor, más o menos intenso y prolongado, que muchas veces es difícil controlar. Las fracturas de cadera y muñeca, así como los traumatismos craneoencefálicos, son las lesiones más habituales. Se estima que cerca de un uno por ciento de las caídas en el anciano conllevan una fractura de cadera; un cinco por ciento son responsables de las fracturas en otras zonas del cuerpo, y un otro cinco por ciento provoca daños graves en diversos tejidos. Las fracturas de cadera, por su parte, representan una tercera parte de las hospitalizaciones que tienen lugar por encima de los 65 años de edad.
Golpe psíquico
Además del daño físico, las caídas son el origen de importantes problemas psicológicos en el anciano que las sufre. La pérdida de la propia estima, el miedo a caerse de nuevo y, consecuentemente, la tendencia a la inmovilidad son algunos ejemplos de ello. A todo esto hay que añadir la sobreprotección con la que familiares y cuidadores "castigan" al anciano que se ha caído alguna vez.
Aunque no exista fractura ni contusión, una caída banal no se debe dejar en el olvido, porque a largo plazo puede transformarse en grave por sus consecuencias negativas en la vida del anciano.
Prevenir las caídas
Como en tantas otras patologías, también en las caídas se puede adoptar medidas preventivas. El punto de partida para ello es asumir que la indiferencia y el miedo son malos consejeros. Caídas tienen sus propios factores de riesgo. Si se identifican y se actúa sobre ellos de una manera personalizada
El cuarto de baño y el dormitorio son dos de los lugares más propicios para que se produzca la caída. El suelo húmedo, la falta de defensas antideslizantes en la bañera o la de asideros adecuados constituyen auténticas trampas para los ancianos. Por otro lado, el hecho de que muchos ancianos cambien constantemente de residencia -de la casa de un hijo a la de otro- representa un reto para la capacidad de orientación nocturna del anciano, que se encuentra con camas de diferentes alturas y mesitas de noche colocadas en distintos lados.
Por otra parte, las escaleras son el escenario del diez por ciento de las caídas -el mal estado de barandillas y escalones, la mala iluminación, etcétera-.
En el exterior, el mayor peligro viene dado, por lo general, por el mal estado del pavimento, como consecuencia de la gravilla, la arena y otros posibles elementos deslizantes.
Otros factores de riesgo son los que se derivan de los cambios asociados al proceso de envejecimiento, así como de las enfermedades crónicas o agudas del anciano.
En relación con la vista, por ejemplo, la edad conlleva una pérdida de la agudeza visual, así como una peor capacidad de adaptación a los cambios bruscos de iluminación. Consideraciones similares puede hacerse en relación con la pérdida de la agudeza auditiva, del sentido del equilibrio o de la marcha. En cualquier caso, conviene saber que las prótesis visuales o auditivas, así como el entrenamiento y la reeducación, pueden reducir muchas de estas deficiencias y contrarrestar, al menos en parte, el factor de riesgo.
Todos los obstáculos e inconvenientes que hemos descrito anteriormente como causantes de las caídas se pueden paliar con la práctica algunas actividades físicas tendentes a mejorar el control postural y con uso de ciertos instrumentos que ayuden al anciano a andar -bastón ordinario, trípode, deambulador y le proporcionen la autonomía necesaria.
No hay espacio para analizar en detalle las diferentes enfermedades que favorecen las caídas, pero sí es posible establecer medidas preventivas o correctoras eficaces.
Cualquier episodio agudo -infección urinaria, neumonía, deshidratación, arritmias- es un factor de riesgo adicional.
Quizás uno de los puntos más importantes, con frecuencia olvidada, sea el referido al papel que juegan los fármacos en este problema.
Por otro lado, es frecuente que el anciano se auto administre fármacos de ventas libres o suministradas por el entorno. La confusión entre los distintos medicamentos y el incumplimiento terapéutico son factores que propician reacciones adversas que inciden en el riesgo de caídas.
MEDIDAS PREVENTIVAS
Ambiente general
· Proporcionar iluminación amplia en todas las zonas
· Reducir el peligro de deslumbramiento mediante una iluminación uniforme
· Instalar los interruptores de modo que sean accesibles, entrar en la habitación
· Las superficies del suelo no deben estar húmedas ni excesivamente enceradas
· Deben evitarse las alfombras demasiado gruesas o los felpudos sin fijaciones autoadhesivas
· Colocar los utensilios más usados a la altura de la cintura e instalar los estantes y armarios a alturas accesibles
· Instalar esteras de goma en el suelo próximo al fregadero
Cuarto de baño
· Poner bandas antideslizantes o una estera de goma
· Colocar un asidero portátil a cada lado de la bañera
· Utilizar una taza de retrete alta
Escaleras
· Instalar pasamanos y fijarlos bien a ambos lados de la escalera
· Colocar rellanos intermedios en la escalera
· Deben existir luces adecuadas al inicio y al final de la escalera
Referencia: Dra. Monserrat Lázaro, Servicio de Geriatría Hospital Universitario San Carlos, Madrid.
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