DESORDENES ALIMENTARIOS. PERCY ZAPATA MENDO.
DESORDENES
ALIMENTARIOS
Por
lo habitual, los desórdenes alimenticios circunscriben la presencia de
pensamientos y sentimientos negativos y de autocrítica sobre el peso corporal y
sobre la comida y de hábitos alimentarios que interfieren en el funcionamiento
normal del cuerpo y las actividades cotidianas.
A
pesar de que los desórdenes alimenticios son más frecuentes en las chicas,
también pueden afectar a los chicos. Lamentablemente, muchos niños y
adolescentes logran ocultar desórdenes alimenticios a sus familias durante
meses, e incluso años.
Los
sujetos con anorexia tienen miedo extremo a aumentar de peso y una visión
distorsionada del volumen y la forma de sus cuerpos. En consecuencia, se
esfuerzan por mantener un peso muy bajo. Algunas reducen la ingesta de
alimentos mediante dietas, ayuno y/o ejercicio físico excesivo. Intentan comer
lo menos posible e ingerir la mínima cantidad de calorías posible y suelen
estar obsesionados con lo que comen.
La
bulimia se caracteriza por comilonas habituales seguidas de maniobras de
eliminación de alimentos. Algunas personas que padecen bulimia pueden
experimentar fluctuaciones importantes en el peso, pero raramente pesan tan
poco como las que padecen anorexia. Ambos trastornos pueden asociarse al
ejercicio físico compulsivo o a otras medidas para eliminar la comida ingerida,
como el vómito provocado (o auto inducido) y el uso de laxantes.
Aunque
la anorexia y la bulimia se parecen mucho, las personas que padecen anorexia
suelen ser muy delgadas y con un peso inferior al normal, mientras que las que
padecen bulimia pueden tener un peso normal o incluso sobrepeso.
El
trastorno por comilonas, la fobia a la comida y los trastornos de imagen corporal
también se están volviendo cada vez más frecuentes en la población adolescente.
Es
importante recordar que un desorden alimenticio es muy fácil que se escape de
control, puesto que se asocia a hábitos muy difíciles de erradicar. Los
desórdenes alimenticios son problemas clínicos graves que requieren tratamiento
profesional de médicos, terapeutas y nutricionistas.
Causas
Las
causas no están del todo claras. De todos modos, se cree que en ellas participa
una combinación de factores psicológicos, genéticos, sociales y familiares.
En
los niños con trastorno del apetito suele existir una gran diferencia entre
cómo se ven a sí mismos y cómo son en realidad. Las personas que padecen
anorexia o bulimia suelen tener un inmenso miedo a engordar o a tener sobrepeso
y se ven más gordas de lo que están. Además, algunos deportes y actividades,
como la gimnasia, el ballet, el patinaje sobre hielo y la lucha, que enfatizan
determinadas categorías de peso, pueden incrementar el riesgo de algunos niños
y adolescentes a desarrollar desórdenes alimenticios.
También
existe una incidencia cada vez mayor de otros tipos de problemas entre los
niños y adolescentes afectados por un desorden alimenticio, como trastorno de
ansiedad y el trastorno obsesivo compulsivo. A veces, los problemas que se
viven en casa pueden aumentar el riesgo de que un niño desarrolle
comportamientos alimentarios problemáticos.
Algunos
investigadores sugieren que las imágenes que aparecen en los medios de
comunicación contribuyen a aumentar la incidencia de los desórdenes
alimenticios. La mayoría de las mujeres famosas que aparecen en anuncios,
películas, programas de televisión y actividades deportivas son muy delgadas, y
esto puede conducir a que las niñas piensen que el ideal de belleza consiste en
estar extremadamente delgada. Los niños también pueden tratar de imitar a un
modelo ideal, reduciendo drásticamente lo que comen y haciendo ejercicio
compulsivamente para desarrollar masa muscular.
La
preocupación por la alimentación está empezando alarmantemente a afectar a
niñas de temprana edad. Las investigaciones muestran que el 42% de las niñas de
primer a tercer año de enseñanza primaria quieren estar delgadas y que el 81%
de las niñas de 10 años temen estar gordas. De hecho, en la población infantil,
la mayoría de los pacientes con desórdenes alimenticios empiezan a manifestar
el trastorno entre los 11 y los 13 años.
Muchos
niños que desarrollan un trastorno del apetito tienen baja autoestima y el
hecho de focalizar la atención en el peso puede ser un intento de tener
sensación de control en un momento en que sienten que están perdiendo el
control sobre sus vidas.
Efectos de los trastornos alimenticios
El
desorden alimenticio puede dar lugar a graves problemas de salud estrictamente
física. La anorexia y la bulimia pueden provocar deshidratación y otras
complicaciones médicas, como los problemas cardíacos y la insuficiencia renal.
En casos extremos, los desórdenes alimenticios pueden conducir a malnutrición
grave e incluso a la muerte.
Cuando
una persona padece anorexia, su cuerpo entra en un estado de inanición y esta
falta de nutrientes puede afectar al organismo de muchas formas diferentes:
·
Descenso de la
tensión arterial, el pulso y la frecuencia respiratoria
·
Pérdida de pelo y
rotura de uñas
·
Desaparición de
la menstruación
·
Crecimiento de
lanugo, un vello fino que puede crecer sobre toda la piel del cuerpo
·
Mareo e
incapacidad para concentrarse
·
Anemia
·
Inflamación
articular
·
Fragilidad ósea
Cuando
una persona padece bulimia, los vómitos constantes y la falta de nutrientes
pueden provocar:
·
Dolor abdominal
permanente
·
Lesiones en el
estómago y los riñones
·
Caries dental
(por la exposición de los dientes al ácido del jugo gástrico)
·
Hinchazón de
mejillas, debido a que las glándulas salivales se dilatan de forma permanente
por el hecho de vomitar tan a menudo
·
Desaparición de
la menstruación
·
Pérdida de
potasio (esto puede contribuir al desarrollo de problemas cardíacos e incluso a
la muerte)
Signos de alarma
A
pesar de que en los niños y los adolescentes (sobre todo las chicas) abundan
los complejos y la tendencia a compararse entre sí y a hablar sobre dietas,
esto no significa necesariamente que padezcan un trastorno del apetito.
Una
persona con anorexia podría:
·
Adelgazar mucho,
estar muy débil o demacrada
·
Estar obsesionada
con la comida y el control de peso
·
Pesarse repetidamente
·
Controlar
atentamente la cantidad de alimento que ingiere
·
Comer solo
determinados alimentos, evitando algunos como los lácteos, la carne, el trigo,
etc. (De todos modos, es evidente que las personas que son alérgicas a un
alimento en concreto o que son vegetarianas evitan ingerir ciertos alimentos.)
·
Hacer un
ejercicio físico excesivo
·
Sentirse gorda
·
Evitar las
actividades sociales, especialmente las comidas y celebraciones que implican
comer
·
Estar deprimida,
aletargada (con falta de energía) y sentir mucho frío
Una
persona con bulimia podría:
·
Temer ganar peso
·
Sentirse muy
infeliz con el volumen, la forma y el peso de su cuerpo
·
Inventar excusas
para ir al baño inmediatamente después de las comidas
·
Comer solo
alimentos dietéticos o con bajo contenido en grasas (salvo en los atracones)
·
Comprar de forma
habitual laxantes, diuréticos o enemas
·
Pasar la mayor
parte del tiempo haciendo ejercicio o intentando quemar calorías
·
Evitar las
actividades sociales, especialmente las comidas y celebraciones que implican
comer
Los
niños que presentan este tipo de trastornos suelen reaccionar a la defensiva y
se suelen enfadar cuando se le habla sobre el tema por primera vez. A muchos
les cuesta admitir, incluso ante sí mismos, que tienen un problema. A veces el
hecho de tener un amigo o un familiar que haya recibido tratamiento por padecer
un desorden alimenticio les anima a dejarse ayudar. El miedo a estar gordo o a
tener sobrepeso es el problema central de toda persona afectada por un desorden
alimenticio. Por eso es comprensible que un niño afectado por este tipo de
problemas no quiera ingresar en una clínica "para engordar".
Tratamiento de los desórdenes
alimenticios
El
tratamiento de estos trastornos se centra en ayudar a los pacientes a abordar
sus problemas relacionados con la conducta alimentaria y a establecer nuevos
patrones de pensamiento sobre la comida y la forma de relacionarse con ella.
Esto puede implicar la supervisión médica, el asesoramiento dietético y la
terapia. Los distintos profesionales tratarán aspectos relacionados con la
percepción que tiene el niño sobre el volumen y la forma de su cuerpo, la
conducta de comer y los alimentos.
Los
niños que presentan graves problemas de desnutrición es posible que deban ser
hospitalizados y que necesiten recibir cuidados médicos adicionales después de
que su estado de salud se estabilice.
Por
lo general, cuanto antes se haga la intervención (a ser posible, antes de que
se llegue a la desnutrición o de que se establezca un ciclo continuo de comilonas
y uso excesivo de laxantes), más breve será el tratamiento necesario.
Prevención de los desórdenes
alimenticios
Usted
puede desempeñar un papel fundamental para que su hijo desarrolle una actitud
sana ante la comida y la alimentación. Su propia imagen corporal puede influir
sobre la de su hijo. Si usted dice constantemente "estoy gordo", se queja de no hacer suficiente ejercicio
y practica "dietas yo-yo",
que le llevan a perder y ganar peso de forma repetida, es posible que su hijo
crea que tener una imagen corporal distorsionada es algo normal y aceptable.
En
una época en la que existe una gran preocupación social por la obesidad, puede
ser complicado para los padres hablar con sus hijos sobre los hábitos
alimentarios. Es mejor centrarse en lo que es saludable en vez de en el peso.
Asegúrese de que su hijo sabe que usted lo quiere por quien es, no por su
aspecto.
Está
bien apreciar el atractivo de los famosos pero, si tanto su hijo como usted,
están satisfechos con su propio aspecto físico, este hecho no hará que intenten
cambiar para ser diferentes y parecerse más a los famosos. Que su hijo reciba
el mensaje de que está bien tal y como está y que su cuerpo está sano y fuerte
es un maravilloso regalo que usted, en calidad de padre, le puede hacer.
Intente
evitar las discusiones relacionadas con la comida; si su hijo quiere "hacerse vegetariano",
apóyelo, aunque usted sea un ávido comedor de carne. Es normal que los
adolescentes pasen etapas donde se vuelven caprichosos con la comida, de modo
que intente establecer límites claros, fomente hábitos alimentarios saludables
y evite las peleas sobre temas relacionados con la comida. Cuando un padre se
pone nervioso porque se entera de que su hijo se ha saltado una comida, este
último lo captará enseguida. Intente relativizar las cosas y hable con su hijo
sobre por qué no quiere comer con el resto de la familia.
Por
último, adopte un papel activo en la creación de un estilo de vida saludable
para su familia. Haga que su hijo participe en la preparación de comidas
saludables y nutritivas. Hágale saber que está bien comer cuando se tiene
apetito y rechazar la comida cuando no se tiene. Asimismo, haga del ejercicio
una actividad divertida, gratificante y habitual para toda la familia.
Si
usted mismo desarrolla una actitud sana para con los alimentos y el ejercicio
físico, le dará un ejemplo excelente a su hijo.
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