INFECCIÓN DEL CORDÓN UMBILICAL U ONFALITIS
INFECCIÓN
DEL CORDÓN UMBILICAL U ONFALITIS
Afortunadamente
no es muy frecuente, ya que las medidas de higiene y asepsia en el cuidado del
cordón están muy generalizadas, pero cuando aparece puede tener consecuencias
graves, dada la vulnerabilidad del recién nacido frente a las infecciones.
El
cordón umbilical es una estructura gelatinosa que se forma durante la gestación
y que mantiene unidos a madre e hijo hasta el momento del parto. En su interior
está recorrido por una arteria y una vena, a través de las cuales circula la
sangre que sirve de alimento al feto, depurándose ésta a través de la placenta.
Cuando
el niño nace, el sistema de circulación fetal cambia para adaptarse a la vida
en el exterior, con lo que el cordón deja de ser necesario y hay que pinzarlo,
separando a madre y bebé. Parte de la gelatina del cordón queda unida al
ombligo del bebé por la pinza, y se desprenderá definitivamente en las dos
primeras semanas de vida (aunque hay niños a los que se les cae más tarde).
Durante esos primeros días hay que tomar precauciones para evitar que se
infecte.
La
infección se produce por el depósito en el cordón de bacterias de la piel o del
ambiente, cuando no se toman las medidas de asepsia e higiene adecuadas. Los
principales factores de riesgo de la onfalitis son: parto en casa, infección
del líquido meconial (corioamnionitis), rotura prolongada de membranas, parto
prematuro, y cuidados inadecuados del cordón umbilical.
Síntomas y complicaciones de la onfalitis
La
onfalitis se presenta en los recién nacidos que tienen entre 5 y 10 días de
vida. Se manifiesta en primer lugar como enrojecimiento de la piel de alrededor
del cordón, que se encuentra más dura, empastada, y con calor al tacto. También
es característica la aparición de secreción purulenta de color amarillo muy
maloliente. Además, el bebé puede presentar febrícula o fiebre, decaimiento,
rechazo de la alimentación, irritabilidad y vómitos. Por eso, cuando un recién
nacido presenta alguno de estos síntomas, se debe de consultar siempre con el médico.
Es
importante recordar que en los recién nacidos el sistema inmunitario es todavía
muy inmaduro, por lo que cualquier infección puede tener consecuencias graves.
Si la infección del ombligo sigue progresando, las bacterias pueden alcanzar el
torrente sanguíneo del bebé produciendo una infección generalizada, también
llamada sepsis, que es la complicación más grave de la onfalitis.
Los
síntomas de la sepsis en un recién nacido son muy variados pero, ante todo,
llama la atención el decaimiento del niño, el mal color de la piel, la falta de
tono muscular, el rechazo de la alimentación, y las alteraciones en el sistema
cardiocirculatorio. En este caso, la asistencia médica debe ser urgente porque
el pronóstico es grave.
Diagnóstico y tratamiento de la onfalitis
El
diagnóstico de la onfalitis es ante todo el clínico: la presencia de secreción
maloliente en un cordón de aspecto inflamado que todavía no se ha caído es
fácil de reconocer. Es importante un diagnóstico precoz para evitar la
aparición de complicaciones, y que la infección no progrese.
En
ocasiones se puede tomar una muestra de la secreción del cordón con un
bastoncillo para hacer un cultivo microbiológico y determinar cuál ha sido
exactamente el germen que ha producido la infección. Sin embargo, el resultado
definitivo de esta prueba puede tardar varios días, por lo que la decisión de
iniciar o no un tratamiento no dependen de su resultado.
Para
determinar la extensión de la infección también se recogerán muestras de sangre
para realizar análisis de sangre y cultivo microbiológico, para valorar si
están elevados los marcadores de infección.
Dependiendo
de la gravedad, en ocasiones la onfalitis requerirá ingreso hospitalario para
la administración de antibiótico intravenoso durante al menos siete días. En
los casos más graves o causados por gérmenes muy agresivos puede ser necesario
el desbridamiento quirúrgico, aunque esto es excepcional.
Cómo prevenir la onfalitis: cuidados del
cordón umbilical
Pese
a que la onfalitis puede ser una infección grave que puede llegar incluso a
comprometer la vida del niño, su prevención es sencilla, ya que sólo basta con
seguir unas normas de higiene básicas. Las dos palabras claves son: limpio y
seco, y que siga su proceso de caída natural evitando que se infecte. Los
cuidados básicos del cordón umbilical del recién nacido son:
Para
mantener el cordón limpio, hay que desinfectarlo con alcohol de 70º o
clorhexidina acuosa. Para ello se puede empapar una gasa con una de estas dos
soluciones y enrollarlo alrededor, y dejarlo así hasta que la gasa se seque, o
hasta el siguiente cambio del pañal. Otra opción es poner clorhexidina o
alcohol directamente en la herida del cordón, y poner encima una gasa seca y
limpia. No está indicado verter gran cantidad de alcohol o antiséptico
directamente en la piel, ya que puede enfriar al bebé demasiado y producir
erosión cutánea.
Lo
principal es mantener el cordón seco, ya que la humedad y la maceración son el
caldo de cultivo ideal para el crecimiento de microorganismos. Por eso se suele
enrollar en una gasa limpia y seca después de haberlo desinfectado con alcohol,
manteniéndolo así aislado de las humedades del pañal. Es importante cambiar con
frecuencia los pañales en el bebé. Si la gasa se ha mojado con pipí del niño,
habrá que sustituirla por otra nueva.
No
está contraindicado el baño en el bebé al que aún no se le ha caído el cordón;
sólo hay que tener cuidado con la zona y secarla bien con una gasa después del
baño. Cuando el cordón cae, puede producirse un pequeño sangrado, que es normal
y no debe alarmar a los padres. Se debe curar unos días más impregnando un
bastoncillo (por ejemplo, los que utilizamos para las orejas) con alcohol,
aplicándolo en pequeños toques dentro del ombligo.
Referencia:
Webconsultas.com
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