OTITIS. PERCY ZAPATA MENDO.

OTITIS
La otitis media es una in­flamación del oído medio producida por diferentes microbios. Casi  siempre va precedida de una infección de las vías res­piratorias altas, como cata­rros, faringo amigdalitis y rinitis, entre otras, que, al producir edema -hinchazón de los te­jidos faríngeos-, obstruye la desembocadura de la denominada "trompa de Eusta­quio". Las secreciones y el material de desecho, junto con microbios que se multi­plican en ese "caldo", se acu­mulan en el oído medio y lle­gan, incluso, a producir pus.
Algunos misterios
Pese a ser una enferme­dad tan común, se descono­cen muchas cosas acerca de ella, no se sabe, por ejem­plo, por qué hay niños que sufren episodios repetidos de la enfermedad. Algunos tienen malformaciones co­mo fisuras en el paladar, pero en la mayoría no se encuentra ninguna alteración. Un lactante que padece una otitis media en los primeros seis meses de vida tiene mu­chas posibilidades de pade­cer otros episodios. Algunos niños con alergias respirato­rias padecen también otitis con mayor frecuencia.
Está demostrado que los lactantes alimentados con leche materna padecen me­nos otitis que los que toman biberón. Esta circunstancia pa­rece obedecer a dos facto­res: la presencia, en la leche materna, de di­versas sustancias ca­paces de proteger al niño frente a las in­fecciones, y la posi­ción que se adopta cuando se alimenta al niño, que, en el caso del biberón, fa­cilita el paso del ali­mento hacia la trompa de Eus­taquio, alteran­do su funcionamiento.
Los niños que asisten al jardín padecen otitis me­dia con más frecuencia que los que no lo hacen, pues las posibilidades de contagio entre ellos en una habitación cerrada y con la sola presencia de un enfermo, basta para que prolifere sin barreras el contagio, y al tener más infecciones respi­ratorias altas, hay mayor  predispo­sición a la otitis.
La otitis media aguda se manifiesta de forma diferen­te según la edad del niño. En los lactantes, el diagnóstico puede ser difícil, ya que, con frecuencia, no hay síntomas que permitan localizar la en­fermedad. Así, el niño puede tener fiebre más o menos in­tensa, intranquilidad, llanto persistente o intermitente -que puede aumentar con la toma del alimento e incapacidad para conciliar el sueño. En ocasio­nes, el niño, mien­tras llora, agita la ca­beza con movimien­tos laterales, lo que constituye una pista muy valiosa. Otras veces, por el contrario, los síntomas más llamativos no parecen guardar ninguna relación con el aparato auditivo; es el ca­so de los vómitos y la dia­rrea. Esto es debido al dese­quilibrio que la infección pro­duce en todo el organismo. La reacción del niño presio­nándose con el dedo la en­trada del conducto auditivo externo, para desencadenar dolor, puede ayudar al diag­nóstico, pero, a veces, es és­te un signo difícil de valorar. Si la infección progresa, se produce perforación del tímpano. En este caso, el pus acumulado en el oído medio puede salir, a través de la perforación, hacia el exterior y hacerse visible. No es infrecuente que la ruptura del tím­pano, al aliviar la presión en el oído medio, se acompañe de una disminución del dolor y de una mejoría del estado general del niño.
Latidos y pinchazos
Los niños mayores, al principio de la infección, pueden quejarse de una "sensación de ocupación del oído" y "audición amortigua­da". A medida que la enfer­medad avanza, aparecen dolor y sordera. Cuando el niño es lo suficientemente mayor, el dolor se describe como "pinchazos" o "latidos dolorosos" que son sincró­nicos con el pulso. En estos niños pueden fal­tar la fiebre y otros síntomas generales.
La otitis media infantil puede presentar complica­ciones importantes, por lo que siempre requiere cuida­dos médicos. Los padres pueden calmar el dolor con calor local seco -paños ca­lientes- o analgésicos. Es im­portante no poner gotas óti­cas en el oído, ya que esto puede dificultar o imposibili­tar la visualización de la membrana del tímpano.
Cura de antibióticos
El tratamiento se realiza con antibióticos y dura entre 10 y 14 días. En general, se aprecia una mejoría evidente a las 24 – 48 horas; el dolor, la fiebre y los demás síntomas desaparecen o disminuyen. Si esto no ocurre, puede ser necesario cambiar el trata­miento antibiótico o practicar una pequeña incisión en el tímpano para permitir la sali­da del pus. Por tanto, es im­portante que el niño sea con­trolado por el médico a las 72 horas y también después del tratamiento, a fin de veri­ficar tanto la mejoría como la curación definitiva.
Con la otitis media, algu­nos niños, aun cuando el tra­tamiento haya sido eficaz, pueden quejarse de sordera durante algunos días o sema­nas después. Esto se debe a que en el oído medio queda una pequeña cantidad de lí­quido, ya sin infección, que puede entorpecer la conduc­ción del impulso auditivo, y que en la mayoría de los casos desaparece espontá­neamente, sin necesidad de tratamiento. De no ser así, debe recurrirse a la ayuda de un especialista.
CASOS CRONICOS
Un problema parti­cularmente importante es el de los niños con episo­dios frecuentes de otitis. Algunos de ellos tienen alergias respiratorias o disminución de la capaci­dad para defenderse de las infecciones, pero en la mayoría no se encuentra ninguna causa. A veces, el retirar temporalmente al niño del jardín  puede ayudar a resolver el pro­blema, al disminuir sus in­fecciones respiratorias. En otros casos, el pequeño puede beneficiarse de un tratamiento antibiótico diario, durante los meses de invierno, período en el que esta enfermedad es más frecuente. En todo ca­so, dado el impacto que la sordera puede tener en el desarrollo psicomotor del niño, la atención continua del médico es esencial en la otitis recu­rrente o crónica.
ESTRUCTURA DEL OIDO
Para comprender mejor el mecanismo de la audición conviene conocer las distin­tas partes que conforman el aparato auditivo: oído exter­no, medio e interno.
El oído externo está for­mado por el pabellón auricu­lar y el conducto auditivo ex­terno. El oído medio es una especie de cavidad que co­necta, por un lado, con el conducto auditivo externo y, por el otro, con el oído interno. Pero la conexión no es completa: en medio se sitúa una membrana, el tímpano, desde el cual parte una es­pecie de cadena formada por cuatro huesos diminutos que llegan hasta el oído in­terno. Del oído medio parte, igualmente, la denominada "trompa de Eustaquio", un tubo de calibre muy fino que llega hasta la nasofaringe zona donde se unen la cavidad nasal y La faringe; por este tubo fluyen, hasta lle­gar a la mencionada faringe, las secreciones y los mate­riales de desecho del oído medio. Cuando este órgano se obstruye, el oído medio se llena de secreciones.
La audición tiene lugar al llegar las ondas sonoras al tímpano, donde producen una vibración que se transmite por la cadena de hue­sos pequeños hasta el oído interno. Desde ahí van al ce­rebro, donde son "interpre­tadas" y producen la sensa­ción de sonido. Las secre­ciones estancadas en el oído medio pueden entorpecer el movimiento de los huesos y, portante, la audición.

Referencia: Colaboración del Departamento de Pediatría del Hospital Doce de Octubre.

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