COLICO RENAL.PERCY ZAPATA MENDO.
COLICO RENAL
Para salir al exterior desde las pequeñas nefronas, la orina debe recorrer un largo camino, que empieza en unos pequeños túbulos que modifican su composición y cantidad. Estos túbulos van confluyendo en conductos colectores cada vez mayores, hasta que desembocan en los cálices renales una especie de "ramillete de embudos"- que recogen la orina de varios colectores en su parte más ancha, y la hacen confluir en los uréteres, situados a la salida del riñón. Existen, por lo general, dos uréteres uno por cada riñón, que son unos tubos muy estrechos por los que baja la orina del riñón hasta la vejiga. El camino de la vejiga al exterior es suficientemente conocido.
Piedras en la orina
La orina puede contener, en algunas personas, excesiva cantidad de algunas sustancias químicas, que precipitan en ella en forma de pequeños cristales -algo parecido a lo que sucede en el agua en zonas en las que ésta tiene mucho calcio-. Mientras estos cristales son suficientemente pequeños, siguen sin problemas el camino normal de la orina. Sin embargo, si alguno de los cristales adquiere un mayor tamaño, puede quedar atorado en algunas zonas. Esto suele suceder en aquellos lugares en los que la orina se remansa: en los cálices renales o en la vejiga urinaria. Los cristales quedan flotando libremente en estas zonas y van creciendo poco a poco por yuxtaposición de nuevos cristalitos.
La formación de piedras, o cálculos, en los cálices renales se conoce como "nefrolitiasis" de nefro, riñón, y litos, piedra, y sucede sin producir síntomas. La persona afectada puede descubrirlo sólo por casualidad al hacerse una radiografía o una ecografía. En ocasiones, pueden llegar a bloquear previamente la salida de orina del riñón sin haber producido ningún síntoma.
Sin embargo, la mayor parte de las personas que padecen una nefrolitiasis lo descubren al sufrir un cólico nefrítico. El cólico nefrítico produce un dolor muy característico, que se presenta cuando un cálculo que estaba antes alojado en la pelvis renal, emprende su camino de bajada.
Un dolor insoportable
Al entrar en el uréter cuyo orificio interior es de tan sólo unos pocos milímetros, queda, al principio, atascado, y lesiona la pared del uréter. Este empieza a contraerse, en un intento por conseguir que el cálculo avance. La persona afectada por esta lesión presenta de forma bastante brusca un dolor intenso, que suele empezar en uno de los dos lados de la espalda el del riñón implicado, a la altura de las últimas costillas, y que después se transmite por el lado del abdomen hacia los genitales -esto es, sigue el trayecto del uréter-. Es uno de los dolores más intensos que se pueden experimentar, y parece no aliviarse en ninguna postura ni con medicamento alguno, salvo con narcóticos. En los siguientes 20 a 60 minutos a partir de su aparición se va intensificando, hasta hacerse insoportable y provocar muchas veces náuseas, vómitos y una gran inquietud. Posteriormente, va calmándose él solo poco a poco, hasta casi desaparece. Este dolor cólico coincide con los esfuerzos que hace el uréter para que el cálculo avance, dolorosamente, por su interior, en dirección a la vejiga.
Tras unos minutos u horas de calma, el dolor reaparece y se prolonga- subiendo y bajando de intensidad- durante algunas horas más, en el mejor de los casos, o durante algunos días, que suele ser lo normal.
Cuando el cálculo llega a la unión del uréter con la vejiga, el escollo final, pueden añadirse a todos estos padecimientos síntomas procedentes de esta última: necesidad de orinar que no se alivia después de hacerlo, micciones repetidas de pequeña cantidad, e incluso escozor al orinar. En ocasiones, la orina se tiñe con un poco de sangre. Por fin, el cálculo llega a la vejiga, y el dolor cede hasta desaparecer completamente.
Aquí suelen acabar los padecimientos en las mujeres, cuya uretra -el conducto que conecta la vejiga con el exterior- es muy corta, por lo que lo expulsarán con facilidad en la próxima micción. A los varones aún les queda algún sufrimiento, pero la uretra es más distensible que el uréter, y el dolor del trayecto que resta suele ser menor.
Poco que hacer
El cólico nefrítico no es otra cosa que esta suma de dolores cortos y repetidos que suceden cuando sale al exterior un cálculo renal. El diagnóstico es muy sencillo, ya que el dolor es difícil de confundir con cualquier otro. A veces, es beneficioso analizar la orina -sobre todo para comprobar que no existe una infección añadida- y hacer una radiografía del abdomen para buscar la localización del cálculo, aunque con frecuencia éste no se aprecia en las radiografías.
En al actualidad, cuando los cálculos renales tienen determinado tamaño, se puede utilizar la litotricia, método que emplea un aparato que emite hondas de choque a través del cuerpo, pulverizando con ello las piedras alojadas en el riñón, y su posterior expulsión por medio de la orina.
En este caso extremo puede llegar a ser necesaria una operación para extraer el cálculo y evitar que dañe el riñón al bloquear por completo su salida.
Busque su piedra
Lo que sí es conveniente en cualquier caso es intentar recuperar el cálculo de la orina -usando durante esos días una bacinica-, pues el análisis de su composición puede ser el primer paso en la prevención de nuevos cólicos.
Hay que recordar que el cálculo actual suele ser una prueba de la predisposición de la persona a fabricar otros cálculos, y que en ese caso algunas medidas preventivas sencillas podrían evitar la repetición de este sufrimiento unos años más tarde, ya que en la mayoría de los casos la alteración metabólica de base es remediable.
¿POR QUÉ SE FORMAN LOS CÁLCULOS RENALES?
Existen varios tipos de cálculos renales, y cada uno de ellos puede deberse a distintas causas.
La mayoría de los cálculos renales- el 75 – 85 por ciento- están formados por compuestos de calcio, generalmente oxalato o fosfato cálcico (hidroxiapatita). Estos cálculos, más frecuentes en los varones, se forman a velocidad constante- un cálculo cada 2 o 3 años- en las personas predispuestas, generalmente por un problema metabólico hereditario. La causa más habitual es una enfermedad llamada "hipercalcíuria familiar idiopática". Los sujetos que la padecen eliminan más calcio en la orina que las personas normales, y ello facilita que el calcio precipite y forme pequeños cristales que irán creciendo lentamente. Existen muchas otras razones más raras, y en uno de cada cinco casos no se encuentra ninguna causa.
Un 10-15 por ciento de los cálculos son de estruvita, una sustancia formada por la presencia de algunas bacterias en las personas con infecciones urinarias repetidas, Estos cálculos son más frecuentes en mujeres, lo mismo que las infecciones. Pueden hacerse muy grandes y ocupar prácticamente todo el riñón, adoptando un aspecto peculiar en forma de astas de ciervo o de coral. En este caso no producen dolor, y el único tratamiento posible es la extirpación quirúrgica.
Por último, los cálculos pueden estar formados por ácido úrico- un 5 – 8 por ciento de los cálculos-. Únicamente en la mitad de los casos coinciden con la presencia de gota la manifestación más conocida del exceso de ácido úrico. Son también típicos de los varones.
EVITE QUE SE REPITA
Las personas que han sufrido un cólico nefrítico están predispuestas a que éste se repita periódicamente si no toman medidas. La más sencilla e importante que hay que adoptar es evitar la deshidratación y beber como mínimo cuatro o seis vasos de agua diarios.
Las demás medidas dependerán del tipo de cálculo. Por ejemplo, si se deben a un exceso de excreción de calcio- hipercalciuria- pueden ser útiles las tiazidas, unos diuréticos que disminuyen esta excreción; si son de ácido úrico, puede ser necesario modificar la dieta y, en ocasiones, tomar alopurinol, un medicamento que reduce este ácido. En otros casos, habrá que variar el grado de acidez de la orina para evitar la precipitación de las sustancias causantes.
Cuando se trata de infecciones repetidas por gérmenes productores de cálculos, habrá que buscar la causa de la predisposición a esas infecciones y usar antibióticos con prudencia.
Sea como sea, es importante tener siempre en cuenta que la formación de cálculos se puede prevenir en muchas ocasiones. Es labor del médico de cabecera o del urólogo estudiar cada caso concreto, pedir algunos análisis sencillos y aconsejar las medidas más juiciosas.
Referencia: Dr. Alfonso J. Cruz Jentoft
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