EL COLESTEROL. PERCY ZAPATA MENDO.
EL COLESTEROL
El colesterol es un compuesto orgánico del grupo de los lípidos (o grasas) y constituye una parte imprescindible de la mayoría de los organismos vivos. Se encuentra normalmente en la membrana exterior que limita todas las células del organismo, incluyendo las neuronas. Es, además, la sustancia a partir de la cual se sintetizan los ácidos y sales biliares (encargados de disolver las grasas que comemos) y muchas hormonas sexuales. Por tanto, se encuentra distribuido por todo el organismo.
“Buenos” y “Malos”
El colesterol alto por sí solo produce molestias apreciables. Sin embargo, sabemos desde hace tiempo que las personas con colesterol alto tienen más riesgo de sufrir aterosclerosis y sus complicaciones. Sabemos también que el colesterol forma parte importante de las llamadas placas de ateroma.
El riesgo de sufrir aterosclerosis y sus consecuencias es directamente proporcional al nivel de colesterol en sangre: a más colesterol, más riesgo. Por este motivo, no hay un nivel "sano" y otro "enfermo", y muchos médicos discrepan sobre el nivel a partir del cual debe cuidarse o tratarse. Como norma general, parece adecuado tener menos de 200 miligramos de colesterol por cada decilitro de sangre (mg/dl), y suele considerarse necesario vigilar y tratar a las personas con colesterol mayor de 240-260 mg/dl. El riesgo es mayor si el colesterol elevado es el colesterol-LDL -por eso a éste se le ha llamado el colesterol "malo"-, y es menor si está elevado el HDL -el colesterol "bueno"-, por lo que es recomendable medir estas fracciones en los sujetos con. El colesterol total elevado
Tener el colesterol elevado es una buena razón para consultar a su médico. El primer tratamiento que debe intentarse en todos los casos es la dieta. Con una alimentación adecuada puede bajarse el colesterol hasta un 10 por ciento, lo que será suficiente en la mayoría de los casos. Como norma general, es aconsejable no comer una cantidad excesiva de alimentos ricos en grasas, especialmente aquellas de origen animal. La cantidad no deberá superar el 30 por ciento de la dieta total.
Cuidados excesivos
Un peligro que empieza a manifestarse cada vez más en muchos países es el exceso de celo en el cuidado del colesterol, generalmente sin que exista una razón real. Se trata de personas que se obsesionan en bajar su colesterol, a pesar de que muchas veces tiene un nivel absolutamente normal. Puesto que el colesterol y otras grasas constituyen un componente necesario de nuestro organismo, y suelen llevar además vitaminas imprescindibles (como las vitaminas A y E), algunas personas llegan a manifestar síntomas de desnutrición y de hipovitaminosis debido a un exceso de preocupación en la dieta. Por tanto, obsesionarse con la presencia de esta sustancia no tiene nunca consecuencias favorables.
Aunque no existe acuerdo sobre la frecuencia con que debe medirse el colesterol, pueden darse algunas orientaciones razonables. Parece conveniente medir el colesterol por vez primera hacia los 25 años, y luego cada 4 ó 5 años hasta los 75 – 80 años. Si no lo ha hecho antes, puede empezar hoy mismo y seguir con esta misma pauta.
Si el colesterol es normal, no hace falta aumentar la frecuencia, ya que supone gastar tiempo y dinero inútilmente. "Si los niveles están alterados, el médico decidirá cuál es la frecuencia necesaria para controlarlos, según las circunstancias.
Si existen varias personas en la familia con el colesterol alto, o si se da alguno de los factores de riesgo mencionados antes, podría ser necesario aumentar la frecuencia de los controles.
LAS PLACAS DE ATEROMA
El término placas de ateroma se refiere a unas "incrustaciones" que se forman en el interior de las arterias, y que obstruyen en mayor o menor grado el paso de la sangre. Estas placas están compuestas por varias sustancias, entre las cuales figura el colesterol, y van creciendo lentamente a lo largo de la vida. Son más frecuentes cuanto mayor es la edad, y son más habituales en los varones que en las mujeres, aunque estas diferencias se igualan después de la menopausia. Varios factores aumentan el riesgo de sufrirlas, además de la elevación del colesterol. Los fundamentales son el consumo de tabaco, la hipertensión arterial y la diabetes mellitus.
Vaso sanguíneo normal Vaso sanguíneo lesionado
Deposito de moléculas de colesterol Formación de la placa de ateroma.
Obstrucción total Embolo (desprendimiento de parte del ateroma)
El mayor perjuicio que provocan estas placas de ateroma es la disminución de la cantidad de sangre que puede pasar a través del punto donde se forman, disminuyendo, por tanto, el riego sanguíneo del órgano nutrido por esa arteria. Cuando las placas se forman en las arterias que van al corazón, provocan la angina de pecho y el infarto de miocardio; cuando se asientan en las arterias carótidas (las que suben por el cuello) o en las arterias cerebrales, dan lugar a las enfermedades cerebro vasculares o ictus (vulgarmente llamados "trombosis cerebrales"); y cuando, por último, se forman en la aorta o en las arterias que riegan las piernas, son causa de numerosos problemas que acaban con frecuencia en la amputación de las extremidades.
EL PELIGRO DEL COLESTEROL BAJO
Aunque todo el mundo conoce y habla de los riesgos de tener el colesterol alto, poca gente sabe que el hecho de tener el colesterol bajo puede ser igual de peligroso o más, especialmente en los ancianos. Las personas con colesterol menor de 100 mg/dl tienen un riesgo de morir en los años inmediatos mucho mayor que las que tienen un colesterol normal. Esto se debe a que muchas enfermedades graves bajan, por diversas razones, el colesterol, y en estos casos el colesterol es una señal de alerta del grado de debilidad de las personas que las padecen. La desnutrición, por ejemplo, constituye un problema mucho más frecuente de lo que se cree en los ancianos de nuestro país (más que la obesidad), que predispone a muchas otras enfermedades, y el colesterol bajo es un buen marcador de que existe un estado de nutrición inadecuado. El tener un colesterol demasiado bajo obliga a consultar de inmediato al médico, para que averigüe si existe algún problema remediable o si debemos mejorar nuestra dieta.
Referencia: Dr. Alfonso J. Cruz Jentoft, Hospital Universitario San Carlos, Madrid
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